martes, 14 de abril de 2015

La Habanera (1937) Cuando Tenerife fue Puerto Rico.

 
En pocas ocasiones, desde que escribo este blog, me he encontrado tan asaltado por las dudas razonables de muchos de los datos que hallo, o que intento hallar. Uno de ellos ha sido el del estreno de esta cinta en nuestro país. Por más que he indagado la única referencia que he hallado se circunscribe a una proyección de la cinta en 1941, en la localidad tinerfeña de Icod de los vinos, uno de los municipios donde se habría rodado este filme.
 
El comienzo totalmente kistch rodado en El Puerto de la Cruz
 
 
       De la anterior película rodada por Sirk y su musa Zarah Leander, “La golondrina cautiva” rodada ese mismo año, sí que encontré abundante documentación tanto del estreno en Sevilla en octubre de 1938, como unos pocos meses después en Madrid, una vez finalizada la contienda civil. Y es que el peso que las producciones de la UFA, por entonces ya nacionalizada y controlada por el gobierno nazi, en la España de la inmediata postguerra era más que considerable. Sus películas se acompañaban de sus noticiarios doblados al castellano, que ocupaban el espacio que luego tendría el NO-DO.
La Golondrina cautiva
 
 
       La popularidad de la diva sueca en todos los países de la órbita del eje era muy grande, los diarios de la época están llenos de elogios para la actriz que además era cantante. No obstante su relación con el régimen nazi fue más pecuniaria que ideológica. En su Suecia natal, estrenó un tema que criticaba la política nazi contra los judíos, nunca asistió a ninguna función patriótica organizada por el partido, e incluso hay rumores (algo que nos persigue en este post) que la señalan como posible espía soviética. Aunque es cierto que fue una de las máximas artistas del cine alemán de la época y que nunca consiguió disociarse del todo del estigma que ello conllevaba.
Zarah Leander firmando autógrafos a unos soldados alemanes en París
 
 
       La fuga, por su filiación política, su procedencia étnica, o ambas cosas, de muchos de los mejores directores que había en Alemania, propició el que nuevos talentos pudieran tener su oportunidad. Desgraciadamente, al contrario de la Francia ocupada, donde surgieron directores que luego serían capitales en el cine francés, no sucedió lo mismo en el país germano, lo que conllevó una decadencia de este, que sólo a mediados de la década de los cincuenta, empezó a recuperar parte del esplendor perdido.
Douglas Sirk y Zarah Leander durante el rodaje de La Habanera
 
       Uno de estas nuevas promesas se llamaba  Detlef Sierck, nacido con el siglo en Hamburgo, atesoraba una gran experiencia como director teatral, de ascendencia danesa. Cuando rueda “La Habanera” llevaba ya dos años como director de cine en la prestigiosa UFA. Su primer filme “No empieces nada en abril” es una comedia elegante, donde la influencia de Lubitsch es más que notable. Pese a tratarse de un melodrama, también “La Habanera” tiene una divertida escena cómica, cuando el célebre médico sueco es asaltado por un pesado invitado, en una recepción, se lo pasa a su colega portorriqueño, diciendo que es un especialista en el mal que lo aqueja. Una escena que combina diálogo y mímica muy bien resuelta por cierto.
Boris Alekin pone la vis cómica del filme
 
       La pericia del luego famoso Douglas Sirk, se observa ya en estas tempranas obras alemanas. El inicio del filme, donde una bailarina española baila al compás de una guitarra y canta con una potente voz de tenor, es digno de los musicales que Hollywood realizaría la década siguiente, con Ricardo Montalbán y Esther Williams, sólo le falta el Technicolor. La bailarina que aparece en los créditos como Rosita Alcaraz, debió tener bastante nombre en la Europa central de entreguerras. Luego es seguido de una capea donde conocemos al villano de la película Don Pedro, todo filmado con un estilo del más puro kitsch, pues ante todo la cinta es un divertimento, un melodrama musical, al que no obstante varios historiadores acusan de estar preñado de propaganda nazi.
 
Una boda de lo más discretita
 
       Estas observaciones son lógicas al tratarse de un argumento del escritor ultranacionalista Gerhard Menzel, cuyo nombre aparece en letras bien grandes en los títulos de crédito. Años después Sirk explicó que el autor era una de las grandes esperanzas literarias de Alemania, aunque posteriormente se convertiría en un nazi. Lo cierto es que una película con guión suyo basada en su propia novela “Fugitivos” fue galardonada con el Primer Premio de Cine Nazi en 1934. Una historia que hablaba de unos alemanes viviendo en la parte de China gobernada por los comunistas y que intentan ayudar a las fuerzas imperiales de Manchuria. Finalmente en plena guerra, Menzel escribiría el guión, de una de las películas más manipuladas de la historia del cine, Heimkehr, donde se contaba como los alemanes eran masacrados por los judíos polacos, los meses anteriores al inicio de la guerra para así justificar ante las masas, la anexión de la nación eslava.
 
       En el caso de “La  Habanera”, la única propaganda nazi que yo encuentro, se refiere a la crítica al capitalismo estadounidense que sostiene el régimen feudal de Don Pedro, impidiendo la investigación de una vacuna para la misteriosa “Fiebre Portorriqueña” a la que se alude en el filme. Algo por otro lado que tampoco es tan descabellado, si estamos al tanto de las injerencias que el gran país del norte ha tenido siempre con las repúblicas del centro y sur del continente americano. La otra acusación, donde se establece una superioridad del hombre occidental sobre las culturas de otras razas, me parece discutible pues sin ir más lejos el cine norteamericano, está lleno de películas donde la raza blanca se considera intelectualmente superior al resto. Los ejemplos serían tantos y tan conocidos que dejo al lector de este post el recuerdo de algunos. En cuanto al tratamiento de los personajes femeninos, decir que no difieren de la manera con que habitualmente eran retratados en todos los países, sin necesidad de ser alemanes, ya que simplemente el mundo de aquella época era decididamente machista.
 
 
       Una vez soslayadas estas acusaciones, vuelvo al relato de filmación del filme. Seguro que muchos conocen que esta cinta se rodó en la isla de Tenerife, concretamente el 15 de septiembre de 1937. La mayor parte en la ciudad norteña de “El puerto de la Cruz”, una ubicación muy conocida por la mayoría de turistas alemanes que desde comienzos de siglo fueron acudiendo con cada vez mayor asiduidad. Aunque el inicio del turismo en la isla fue británico, ya para 1912 los mejores establecimientos hoteleros de “El puerto de la Cruz” eran regentados por germanos. Además del rodaje en esta bella ciudad, hay noticias también de localizaciones en el vecino Valle de la Orotava, Icod de los Vinos, la propia capital Santa Cruz y otros rincones del norte de la isla. El anecdotario del rodaje en la isla, hablan del entusiasmo demostrado por parte de los jóvenes falangistas, quienes daban vivas a Alemania y a la UFA. El duro que cobraban al día los extras sirvió para aliviar la economía de los isleños de a pie. Para el día 30 del mismo mes el equipo estuvo rodando en los estudios Babelsberg, radicados a las afueras de Berlín en la actualidad siguen en pleno funcionamiento, sin ellos la historia del cine alemán sería impensable.
 
Al comienzo de la película hay una corrida de toros rodada en Tenerife
 
       El estreno sería en el Gloria Palace Berlinés el 18 de Diciembre, el magnífico cine con casi 1.200 asientos era utilizado para estrenos de relumbrón. Se inauguró en 1926 con el Tartufo de Murnau, con una orquesta de 40 profesores, siendo también el lugar de estreno de “El ángel azul” cuatro años después. Una hermosa sala que acabaría como los sueños de gloria de los jerarcas nazis, pasto de las llamas por los bombardeos en 1943. Hoy sólo queda una butaca que guarda el Instituto de Cine Alemán, de aquel palacio cinematográfico de suntuosos mármoles y lámparas de vidrio.
 
 
Imágenes del fastuoso cine Gloria Palast
 
       También fue nefasto el futuro de varios de los intervinientes en la película. Ferdinand Marian que pese a ser vienés está muy convincente interpretando al cacique Don Pedro de Ávila, logró con este filme alcanzar el estrellato. Su mayor error fue en 1940 aceptar el papel protagonista del Judío Suss, una cinta propagandística en que se juntaban todos los estereotipos de malignidad que el nazismo achacaba a los hijos de Abraham. Se cuenta que el propio Goebbles presionó al actor para que aceptara, tras la negativa de otros colegas como Emil  Jannigs. Irónicamente el actor estuvo casado primeramente con una judía y protegió al ex marido de su segunda esposa que también lo era. Pero quedó marcado por ese papel, tanto que cuando iba camino de Munich, para conseguir de los americanos un documento de desnafizicación que le permitieran seguir trabajando, sufrió un accidente de tráfico que acabó con su vida. Hay otras versiones que incluso hablan de suicidio por los remordimientos que Marian tenía.
 
 
 
       Karl Martell que encarna al dinámico médico sueco, ya había coincidido con Zarah en su primera cinta alemana “Noche de estreno”, galán de agradable presencia, una vez acabada la segunda guerra mundial apenas tendrá papeles de relieve en el cine.  Pero sin duda más trágico fue el destino de Michael Schulz-Dornburg , en la película interpretando al rubicundo hijo de la estrella que moriría pocos años después como soldado en el frente ruso, con tan sólo dieciocho años. En cuanto al letrista Bruno Balz, su vida daría para un melodrama de Almodovar. Su homosexualidad hizo que por dos veces fuera detenido por las autoridades fascistas, tuvo que casarse y una vez acabada la guerra proclamar su condición sexual para así liberarse de las acusaciones de propagandista nazi.
 
 
 
       La intérprete de sus mejores canciones Zarah Leander, después de su exitosa etapa en el cine del Tercer Reich, acabó volviendo a su país natal en 1943, donde será repudiada. Volverá una vez acabada la guerra a su país de adopción Alemania donde desde 1950 volverá al mundo del cine, aunque ya esas películas no tendrán el brillo de las anteriores. En los escenarios seguirá cantando, ahora convertida en un icono del público gay.
 
 
       Una audiencia que también ha sido de siempre, amante de los melodramas de Douglas Sirk. El director ya en esta temprana cinta, nos dibuja acertadamente los conflictos de la mujer, con un estilo que ya comienza a definirse. Poco después del estreno de La Habanera, Sirk comunica a los directivos de la UFA, que marchará a Suiza para buscar localizaciones para rodar una nueva película, pero no volverá. De allí viajará a Roma para unirse con su esposa Hilde Jary que había huido poco antes con la complicidad de unas monjas. La primera esposa de Sirk, había denunciado a Hilde como judía, ese fue el motivo principal que hizo que el director abandonara su nación. Se iba uno de los pocos talentos que quedaban en el cine germano. Hoy su última película rodada allí…y en nuestras maravillosas Islas Canarias, vuelven con su mágico embrujo kischt, que no empaña un fondo trascendente y un final que no es precisamente un Happy End, es complejo, como los grandes melodramas que dos décadas después rodará en la Universal.