lunes, 17 de octubre de 2016

El Secreto del Candelabro - 1937. La resaca de dos oscar

 

La película que hoy nos ocupa, no tuvo un gran éxito en su momento pese a ser una gran producción y estar encabezada por un reparto fantástico. Así que como muchas otras quedó relegada al olvido. Afortunadamente gracias al mercado videográfico ha sido rescatada. Estoy seguro que su mala suerte en las taquillas se debió en su momento a las maravillosas cintas que se rodaban. Tanta cantidad y calidad serían la causa de este relativo fracaso, porque vista hoy ochenta años después sigue siendo un filme francamente divertido. Hoy que tenemos la oportunidad de acceder a una cantidad de títulos realmente portentosa, podemos poner en duda muchos juicios realizados por los críticos sobre ciertas películas sobrevaloradas y rescatar asimismo otras que se convierten en felices descubrimientos. El Secreto del Candelabro merece seguro estar en esta lista.

 
 
 
 
El argumento (una comedia de espías ambientado en Europa en las postrimerias del siglo XIX) se deba a la por entonces popularísima novelista Baronesa de Orzcy. Esta noble húngara había visto como su padre había perdido su fábrica, destruida durante las revueltas de la turbulenta década de los 60. Emigrados a Inglaterra no lograron posicionarse y Emma empezó a escribir. Su primera novela publicada en  1899 fue precisamente El Candelabro del Emperador, pero el gran éxito le llegaría cuando junto a su marido escribiría una pieza teatral titulada La Pimpinela Escarlata en 1903. El éxito sobre los escenarios propició que trasladara el personaje al ámbito de varias novelas.
Su popularidad aumentó cuando en 1935 Alexander Korda decidió llevarla al cine protagonizada por dos de las estrellas emergentes del cine británico Leslie Howard y Merle Oberon junto al malvado Raymond Massey. Esta fue la razón principal por la que MGM adquirió los derechos de su primera novela en vista del multitudinario éxito que consiguió en el mundo entero las aventuras de Sir Percy Blakeney en plena Revolución Francesa. Además el año anterior 1936 se rodó otra versión de la novel a en Austria.
 
Y es que Hollywood intentaba capturar lo mejor del cine europeo para ponerlo al servicio de su arrolladora maquinaria de entretenimiento. En 1935 también MGM decidió realizar una nueva versión del gran éxito europeo del momento. Se trataba de Mascarada (1934) una producción austríaca dirigida por Willy Forts que consiguió poner de acuerdo a crítica y público. Para lanzar la versión americana se pensó en la pareja de moda del estudio William Powell y Mirna Loy. Pero la actriz en ese momento estaba enfrentada con la productora que no se avenía a mejorar su salario pese a los pingues beneficios que habían reportado sus últimas actuaciones. Sin Mirna Loy en el reparto el estudio estaba barajando varias posibilidades hasta que William Powell pidió expresamente que dieran  una oportunidad a una actriz alemana que había contratado la Metro y que llevaba meses esperando una oportunidad.
 
Se trataba de la alemana Luise Rainer, un descubrimiento del mago de la escena Max Reinhart, bajo cuya batuta había participado interpretando lo más selecto del teatro contemporaneo como O´Neill y Pirandello. También había incursionado en el cine, pero su gran pasión seguía siendo el teatro. Siendo judía el advenimiento del régimen nazi le hizo ver con buenos ojos la oferta que un cazatalentos de MGM le ofreció, siguiendo así el paso de su mentor que también había emigrado a Hollywood contratado por la Warner para poner en imágenes El Sueño de una Noche de Verano de Sakhespeare. Su debut en América sorprendió a todos, la profundidad de su interpretación quedaría reforzada por su segundo filme donde volvía a encontrarse con Powell, se trataba de El Gran Ziegfeld. Su composición de Anna Held pareja durante muchos años del célebre productor resaltaba por encima del gran espectáculo que el filme suponía. Su escena escuchando por teléfono como Ziegfeld le comunica que se va a casar con otra (Billy Burke en el cine Mirna Loy) desprende un patetismo que impresionó a los miembros de la Academia que no sólo la nominaron por primera vez sino que le dieron su primer oscar.
 
 
 
 
 
Al año siguiente repetiría interpretando a una campesina china en la última gran producción de Irving Thalberg "La Buena Tierra" junto al hombre de las mil caras de la Warner Paul Muni. Fue su segundo oscar con tan sólo tres películas rodadas en Hollywood y el comienzo de su declive. Aunque parezca increible a Rainer le pasó lo mismo en MGM que a los Hermanos  Marx, la muerte de su protector Irving Thalberg precisamente durante el rodaje de La Buena Tierra quebró su carrera. El ahora omnímodo director del estudio Louis B. Mayer no estaba interesado en los personajes adultos que Rainer deseaba desarrollar en la pantalla y se vió involucrada en proyectos suntuosos, divertidos, que no acababan de saciar la ambición puramente artística de la actriz. El que ninguno de los siguientes títulos fueran éxitos de taquilla acabó con la rescisión por parte de ambos del contrato que les unía.
 
 
 
 
Fue una lástima para el cine porque Rainer era una actriz fantástica, tanto en el drama como en la comedia, pero ella no se sentía a gusto en ese mundo para ella frívolo. No obstante creo que las películas que rodó son todas de gran dignidad y aunque no colmaran las expectativas artísticas de la intérprete siguen siendo un magnífico ejemplo del cine de diversión  de la época de oro de Hollywood.
 
 
 
 
 
Volviendo a El Secreto del Candelabro, su cuarto filme norteamericano diría que muchas actrices del momento hubieran deseado protagonizarlo, sin ir más lejos a la encantadora Maureen O´Sullivan que aquí realiza un pequeño papel como María la hija de un patriota polaco. Es una pena que su personaje junto al de Robert Young que encarna al hijo del Zar y que son los que comienzan el filme no tuvieran un desarrollo mayor en el filme. Ambos jóvenes y bellos no tuvieron las oportunidades que merecían por su hermosa presencia y su saber estar en la pantalla. A Robert Young se le recuerda principalmente por la romántica Cenizas de Amor de Vidor y Paso del  Noroeste, aunque en esta el auténtico protagonista era Spener Tracy. Con la actriz irlandesa sucedió más de lo mismo. Exceptuando la serie de Tarzán donde creó la Jane definitiva de la pantalla, sus intervenciones en los grandes títulos del estudio fueron en papeles secundarios como en las adaptaciones de David Copperfield y Orgullo y Prejuicio. Actualmente aparte de sus aventuras en la jungla la película por la que más se la recuerda es precisamente la que acababa de rodar antes de la película que hoy nos ocupa, Un Día en las Carreras mi título preferido de Los Hermanos Marx.
El maravilloso vestuario de Adrian y los fantásticos decorados de Gibbons, marca MGM dan el perfecto envoltorio en el que se desarrollan las peripecias de estos espías de altos vuelos. Dos aristócratas, el uno polaco la otra rusa a los que Powell y Rainer dan perfecta caracterización. Ambos actores tan elegantes, vuelven a demostrar la estupenda química que habían tenido en sus dos anteriores filmes. El director era George Fitzmaurice un buen artesano que dirigió dos veces a la Garbo (Mata Hari y Como tú me deseas) que llevo por buen camino este delicioso entretenimiento que a mí me ha hecho disfrutar una buena hora y media. Una burbujeante copa de champán que nos recuerda un mundo ya desaparecido pero al que gracias al cine podemos volver. Volver a Empezar, como el título de Garci a quién entregó precisamente una exultante Luise Rainer el oscar a la mejor película extranjera.
 
 

domingo, 2 de octubre de 2016

Chandú el mago (1932 Fantasía Pre-Code

En una América acechada por la peor depresión económica que había conocido nunca el país, el escapismo ante la cruda realidad originó una edad de oro del cine fantástico y de terror. La radio que se encontraba en una época de gran desarrollo empezó a emitir seriales de aventuras que cautivaron al público de la época. Uno de los más populares  rivalizando con el mítico Fu Man Chu fue Chandú, un aventurero occidental que había aprendido la magia del lejano oriente. El éxito del serial hizo que la Fox compraro los derechos y decidiera poner en imágenes lo que se preveía un éxito seguro. Y es que si la radio daba a sus oyentes la posibilidad de vivir fabulosas aventuras Hollywood no se quedaba atrás.
 
 
Fueron unos años en que el cine escapista no había pasado todavía a ser posesión casi única de las productoras de serie B, en este periodo las Major llevaron a la pantalla películas que sin eludir la más delirante fantasía, utilizaban recursos de gran calidad. Quizás el ejemplo cimero de esto sea King Kong (1933) y la serie de Tarzán  producida por MGM, especialmente Tarzán y su compañera (1934) pero hubo muchas más, por ejemplo en el mismo estudio del león Charles Brabin dirigió La espada de Fu Man Chu (1932) protagonizada por una bella y malvada Mirna Loy y Boris Karloff entonces en la cúspide de su fama.
 
Si Karloff debía su celebridad a los filmes de terror que interpretaba en Universal, el otro príncipe del terror del estudio era sin duda Bela Lugosi. La Fox lo contrató para que interpretara al malvado Roxor un científcico loco que quiere destruir el mundo. Unos años después Lugosi interpretaría al héroe Chandú en  un serial de serie B, pero en la película original el papel recayó en Edmund Lowe, un apuesto y elegante actor que podía dar el halo romántico del que Lugosi carecía. Gracias especialmente al personaje de Drácula, Bela Lugosi ha permanecido en el imaginario del público, mientras que Lowe pese a que nunca dejó de trabajar primero en el cine y luego en la televisión hoy está completamente olvidado. Es el tributo que pagan los actores que brillaron en un cine que rara vez se emite en tv y que unicamente los muy aficionados visionan, aunque afortunadamente hoy se pueden encontrar las más destacadas cintas de su filmografía. Estas son sin duda El precio de la gloria (1926) dónde competía en medio de la gran guerra por el amor de Dolores del Río con el fortachón Victor McLaguen  y En el viejo Arizona donde interpretaba al soldado que intentaba cazar al bandido Cisco Kid en la piel de Warner Baxter. Lowe esta más que correcto en su interpretación a pesar de tener que lidiar con un director de vesturario empeñado en colocarle un enorme Salacott con el que parece que puede sacar un ojo a su bella amada. Os puedo asegurar que yo que me he visto casi todas las películas clásicas de aventuras coloniales, jamás he visto un gorro de explorador de un tamaño tan grande, afortunadamente en otras escenas lleva un turbante bastante más cómodo de llevar.
 
 
 
 
La bella dama nada menos que una princesa egipcia está encarnada por Irene Ware, que había quedado segunda en un concurso internacional de belleza, lo que me extraña es que no lo ganara. Con el dinero que recibió de premió se fue como muchas otras a la meca del cine para intentar ser una estrella. Desgraciadamente las películas que hizo con la Fox en su contrato de dos años exceptuando Chandú pasaron sin pena ni gloria. Luego tras volverse a reunir con Lugosi en El Cuervo, su carrera al igual que la de este acabó en las cintas de serie b, c, o d. Al menos supo retirarse a tiempo y los últimos 53 años de su vida los pasó totalmente alejada del cine. Y es una pena pues tenía condiciones, creo que hubo unas cuantas estrellas de su época que aparte de ser menos bellas heran bastante peores actrices.

 
 
Estupendo como siempre está Herbert Mundin que interpreta al asistente de Chandú. Mundin fue uno de los mejores secundarios cómicos de la época y su película más famosa es Robín de los Bosques (1938) donde al igual que aquí pone la nota simpática. Su papel es el de un borrachín empedernido al que trata de curar el mago haciendo que vea un personaje diminuto igual que el con el que dialoga. Este es uno de los muchos efectos especiales que tiene la película y que están muy por encima de la media de la época. Aquí se ve la mano de William Cameron Menzies co director de la película. Menzies no pasará a la historia como un gran narrador pero si como el más célebre de sus directores de arte. Nadie puede imaginarse El Ladrón de Bagdad en sus dos maravillosas versiones de 1924 y 1940 sin los efectos especiales y la iconografía que Menzies les aportó, y por supuesto su intervención en la película más famosa de todos los tiempos Lo que el viento se llevo. Y es que para hablar de Cameron Menzies necesitaríamos muchos post. Por sólo referirnos a este filme, como antes he aludido os sorprenderá los más que brillantes efectos visuales y agradará los fantásticos decorados que van desde un templo indú, a un Egipto de pura fantasía junto a futuristas maquinas igual de bellamente falsas. De ayuda fue también la intervención del gran cámara James Wong Howe quién ese mismo año creaba uno de sus mejores trabajos en la mítica El Expreso de Shangai y el mago de los efectos especiales Fred Sanders.
 
Mi escena preferida de la cinta es la que se desarrolla en un mercado de esclavos, allí se dispone a ser vendida la sobrina de Chandú por culpa del malvado Roxor. Todo el kistch bien entendido está en esta escena, incluyendo los insinuantes ropajes de las esclavas blancas. En el papel de la joven sobrina impacta el físico de June Lang (entonces todavía June Vlasek su auténtico apellido) en su primera aparición con un papel algo largo después de sus breves momentos en tres filmes anteriores. Si se hubiera rodado  esta escena  dos años más tarde, con el código censor en vigor, hubiera sido bastante más pudorosa. June aparte de sus encantos físicos parecía otra estrella en ciernes pero al igual que con su compañera de reparto por determinadas circunstancias no llegó a alcanzar el tan deseado estatus. Había empezado sobre las tablas de los escenarios con 13 años, aquí sólo contaba con quince, a partir de entonces fue apareciendo en películas bastante populares como Dos Fusileros sin Balas (1935) con Laurel y Hardy y La Mascota del Regimiento (1937) una de las mejores cintas de Shirley Temple donde interpretaba a su madre. En 1938 la Fox la envió a Inglaterra a rodar una película, pero asustada por el ambiente prebélico decidió abandonarla. La productora entonces rescindió su contraro y su reputación quedo malparada. Su boda con un atractivo gangster tampoco contribuyó mucho a que se recuperara su carrera y acabó realizando anuncios para la televisión.
 
 
 
Chicas guapas, momentos divertidos, un malo malísimo...en sus 71 minutos de duración Chandú el Mago nos rescata ese cine inocente y divertido. Unas películas en que los héroes eran capaz de desdoblarse en dos o de apartar una nube para que brille luminosa la Luna sobre la suave noche de Egipto. Para mi ha sido un más que agradable descubrimiento, espero que algunos más se animen en seguir esta deliciosa aventura.
 
June Lang y Helen Ware luciendo el bañador
 
 
 

domingo, 25 de septiembre de 2016

Amores en Hollywood (1933 La tentación de Bing Crosby

 

Cualquier aficionado que halla visto Ciudadano Kane, recordará su obsesión por convertir a su pareja en  estrella de la ópera. Como todo el mundo sabe Kane era una muy poco enmascarada biografía del magnate de la prensa William Randolph Hearst y que en este caso concreto la retratada era Marion Davies. Pero lo cierto es que al contrario de la película Davies si que tenía talento para la comedia como lo demuestran las dos cintas que rodó con King Vidor "Espejismos y The Patsy". Pero el advenimiento del sonoro  supuso que surgieran nuevas estrellas que fueron desplazando a muchas de las antiguas. Unos pocos casos como Garbo lograron mantener su status, mientras que también hubo el caso en que actores hasta entonces relevados a papeles secundarios tuvieran la oportunidad de alcanzar la cima, cuyos mayores ejemplos sean quizás William Powell y Gary Cooper que pasaron a ser dos de las estrellas más fulgurantes, después de llevar unos cuantos años en el negocio del cine.


Pero como se pueden imaginar Hearst no estaba dispuesto  a reconocer que el tiempo de gloria para Marion Davies había pasado y siguió obstinado en intentar relanzar su carrera. Ahora su empeño era una comedia musical, el género cinematográfico más en boga. Para ello busco como siempre los mejores ingredientes. Usarían un argumento de Frances Marion quién le había proporcionado sus mejores vehículos en la época muda y de cuya adaptación se ocupo Donald Odgen Stewart autor de la mítica Historias de Filadelfia. En esta ocasión no puede decirse que se lucieran mucho ambos, el argumento es trillado y los diálogos salvo excepciones no descoyan por su brillantez, aunque es posible que fueran  mejor que la media de productos de similares características.

 

Entre el distinguido elenco de colaboradores se hallaba el glamuroso modisto Adrian y la pareja de compositores Nacio Her Brown y Arthur Freed. Freed que luego sería conocido como el mejor productor de musicales de la historia del cine, era junto a Brown un compositor de enorme fama. Encargados de los números musicales de las primeras películas sonoras de MGM habían logrado grandes éxitos que habían sido versionados por artistas de todo el orbe. The Broadway Melody, Pagan love song o Chant of the jungle, fueron auténticos mega-hit de la época. Muchas de aquellas canciones serían recogidas por Freed en la mejor película musical de la historia Cantando bajo la lluvia. Precisamente fue Freed quién pidió expresamente al cantante Bing Crosby para coprotagonizar la película. Sabia que nadie mejor que el podía poner en escena una canción melodramática que acababa de componer con Brown, Tempation. La importancia de la canción para los creadores de la cinta es tal que Raoul Walsh el director puso todo su arte al servicio de la escena culminante del filme. Walsh llegó al proyecto cuando todo el tinglado estaba montado. Acababa de rodar The Bowery. la primera producción de Twenty Century con Wallace Beery y Jackie Cooper en su momento de mayor fama. Se cuenta que el agente de la productora de Hearst Cosmopolitan le dijo como si se tratara de la orden de un monarca absoluto: El jefe te necesita. No  había que decir más. Walsh se personó en el famoso rancho de San Simeón donde se alojaba por aquel entonces Wiston Churchill (cuya proverbial tacañería le hacía ser frecuente huesped de sus ricas amistades) que fue el lugar de los ensayos previos del filme, antes de trasladarse a los estudios de Culver City de la MGM que distribuia las producciones de Cosmopolitan.



Walsh estaba encantado de trabajar con Bing Crosby al que conocía de sus exitosas apariciones en 1930 en el Cocoanut Grove. Situado en el lujoso hotel Ambassador, esta sala de fiestas inagurada en 1927 se había convertido en el lugar social preferido de la aristocracia del cinema. A quién  no le hacía tanta gracia la participación  del cantante era al jefe Hearts, quién conocía la fama de mujeriego del cantante y su más que proverbial afición al alcohol. Precisamente Crosby no pudo realizar su primer solo en pantalla  por culpa de una borrachera por la que fue detenido. Fue durante el rodaje de El rey del jazz, un musical en technicolor de dos bandas a mayor gloria del músico Paul Whiteman que dirigía la famosa orquesta en la que cantaba Crosby. Formaba parte de un cuarteto llamado The Rhitman Boys pero habitualmente también se desempeñaba como solista y Whiteman le había reservado un excelente número para lucirse. Como dijimos su afición por las juergas etílicas le privaron de esa primera oportunidad en 1929. Pero al año siguiente después que dejara la orquesta de Whiteman que tuvo que recortar costes debido a la depresión, se instaló en Hollywood donde sus presentaciones con la orquesta de Gus Arnheim en el Cocoanut Grove llamaron la atención de los productores.

 
 
 
 

 
Sus primeros pasos fueron modestos, contratado por Max Sennett intervino en una serie de cortos de 20 minutos cuyo primer título fue I surrender Dear estrenado en marzo de 1931 que era uno de los números más famosos de sus actuaciones en el Cocoanut. Tras ello llegó a Nueva York donde debutaría el 31 de Agosto ante los micrófonos de la CBS. La popularidad de la radio le brindó que se interesara por el los poderosos estudios Paramount. Con ellos debutaría al año siguiente con The Big Broadcast, su primer largometraje.  Después de ver los resultados firmaron con Crosby un contrato de larga duración. Seguramente que sus dueños ignoraban que Bing se convertiría en la principal estrella del estudio y muy raramente sería cedido a otras productoras. Bing no volvería a pisar los set de MGM hasta casi un cuarto de siglo después cuando protagonizara con Grace Kelly "Alta Sociedad".
 
 

He de decir que lo que primero me atrajo para ver el filme era las canciones que interpretaba Crosby. De siempre lo he admirado como cantante y lo considero una figura fundamental en la música del siglo XX. Fue el primer cantante melódico que utilizó el jazz y ya en sus primeros años estuvo rodeado de lo mejor del género. Luego con el tiempo incluso llego a ser un actor más que mediano, superando a muchísimos otros artistas que no lograron ninguna actuación brillante a lo largo de su carrera. Sin llegar al nivel de Sinatra que logró ser uno de los mejores actores de su tiempo, Bing Crosby tuvo una carrera más que digna, aunque como apuntaba antes siempre me quedaré primero con el cantante.

 
 

Lo cierto es que pese a las retifencias de Hearts, la pareja Davies-Crosby funcionó muy bien, el ambiente de rodaje fue excelente, Walsh que además era un director amigable y conciliador llegó a empatizar con ambos, especialmente con Crosby que escribió una canción satírica sobre el rodaje que no hizo la menor gracia a Hearts ni a la MGM. Aunque no llevara tanto tiempo como su compañera, Crosby ya llevaba rodados tres largometrajes en Paramount, la anteriormente citada The Big Broadcast, College Humor y Too Much Harmony, aunque eran producciones menores cercanas a la serie B. En cambio Amores en Hollywood era una película de mayor nivel, con buenos decorados y un reparto bien equilibrado. Fue la primera película de Crosby que alcanzó casi el millón de dólares recaudados, aunque como fue una producción costosa apenas dejó beneficios.

 
 
 
 
 
La cinta contiene varios números musicales notables. El primero es Beautiful Girl, estupenda canción que Crosby interpreta despreocupado mientras intenta desperezarse tras una noche agitada. Más espectacular es Going Hollywood, rodado en un set que remeda la famosa Estación Central neoyorquina. El de mayor duración We´ll Make Hay While the Sun Shine, es un divertido número realizado con soltura por Marion Davies y Bing Crosby. Por último el más reseñable es Temptation, que comienza con un  primerísimo plano de Fifí D´Orsay que interpreta a la femme fatale de la película. El turbio ambiente de un night club de mala catadura se funde con la figura de un Crosby embriagado, aderezado por la subyugante orquesta de Lennie Hayton. Aquí Walsh se nota que puso todo de si para dar realze a una escena dramática insertada en una desenfadada comedia. Al fin  y al cabo nada nuevo bajo el sol, el compositor Gaetano Donizetti compuso dos de sus mejores arias patéticas en medio de unas óperas bufas tan simpáticas como Don Pasquale y L´elisir D´amore (Certero Lontana Terra y Una furtiva lacrima).
 
 
Figura cómica es la de Patsy Kelly , quién había empezado en los estudios de Hal Roach haciendo pequeñas comedias junto a la bella Telma Tood. En una época de acendrado puritanismo ella no nego su homosexualidad  y pese a ello mantenía excelentes relaciones con la prensa. Aquí depara los mejores momentos cómicos de la cinta junto a otro gran característico de la época Ned Spark, habitual de muchas grandes comedias de la época y que además fue compañero de Crosby en sus programas de radio. Ya mencionamos a Fifi D´Orsay, nacida en Quebec fue más popular en los escenarios que en la pantalla, llegando sus actuaciones hasta la década de los setenta. Como anécdota destacar que el D´Orsay lo adopto la actriz como nombre artístico porque era el de su perfume favorito.
Desgraciadamente para el jefe Hearts, Amores en Hollywood no sirvió para revitalizar la carrera de Marion Davies, por mucho que se esmerara su estilo resultaba anticuado para el público. En cambio constituyó la definitiva consagración de Bing Crosby como figura popular. Ningún cantante hasta la irrupción en la década siguiente de Sinatra sería tan  célebre en una época donde los talentos musicales eran muchos. Crosby seguiría siendo un artista popular hasta su fallecimiento más de cuatro décadas después en Madrid, nunca dejó de cantar, de tener apariciones públicas. Una carrera profesional de más de cincuenta años. Aquí lo pueden ver cuando ya comenzaba a ser el Crosby que ha quedado en el imaginario popular. Un joven Crosby que como cantante para mí estaba en su mejor época. Donde rodó esta fantasía irreal como los mismos sueños que gracias al cine podemos seguir contemplando.
 
 
 
 

 

viernes, 25 de marzo de 2016

Morena Clara (1936) Imperio Argentina, la gran estrella del cine español.

 

                Cuando conocí en persona a Imperio Argentina, su figura estaba en pleno proceso de reivindicación. Un completo ciclo emitido por televisión española y su participación en la película de José Luis Borau "Tata mía" le habían devuelto a la actualidad. Pese a su edad, todavía mantenía esa aureola de auténtica estrella, que combinaba con una gran sencillez.


De Margarita Nile del Río, todo el mundo siempre habló bien, con la única excepción de Alfredo Landa, quien en su libro de memorias "Alfredo el Grande" la puso de chupa de dómine, vamos como a casi todo el mundo. Vino a Logroño con motivo de la proyección de la que seguramente será su segunda cinta más famosa "Nobleza Baturra", pues nadie pone en discusión que su título más célebre es la película de la que hoy hablamos "Morena clara".

 

                La obra homónima había sido un gran éxito tanto en España como en la América hispana. Sus autores Quintero y Guillén, habían caminado por los senderos del sainete andaluz cuyo mayor exponente eran los hermanos Álvarez-Quintero. Una Andalucía tradicional, con un mensaje eminentemente conservador. Quintero y Guillén eran también los responsables de "La copla andaluza", la más famosa de las obras de la en aquel tiempo exitosa "Ópera Flamenca", que dio a conocer entre otros a figuras tan importantes como Angelillo y el Niño de Marchena. En el post que dedicamos a "La hija de Juan Simón" protagonizada por Angelillo, poníamos de relieve los evidentes toques progresistas de esa producción de Filmófono, de quien era supervisor Luis Buñuel. "Morena Clara" en cambio fue producida por su rival, CIFESA, propiedad de la familia valenciana Casanova, quién tenía un matiz más conservador en su mensaje. Muchos han tildado a CIFESA, como productora paradigma del régimen franquista, pero si somos honestos, ni fue la empresa cinematográfica más privilegiada del franquismo, ni sus orígenes están en él, pues ya en el periodo republicano se había convertido en la primera productora nacional, por prestigio y popularidad de sus estrellas.

 
 

                El cine sonoro en España, al igual que en la mayoría de naciones europeas, si exceptuamos quizás a Francia y Alemania, había tenido un nacimiento largo y complicado. En un principio fueron las empresas norteamericanas, especialmente Fox y Paramount, quienes se llevaron a los mejores talentos para realizar versiones en nuestro idioma de sus títulos más populares. Aunque dos de los títulos más recordados son las versiones de Drácula y El presidio producidas por dos de las major más erráticas con el cine de versiones, Universal y MGM, que conocieron prestigio y éxito a la par.

 

Pero su alto costo y ante todo la invención del doblaje, acabaron con esa moda pasajera. Nuevas estrellas como Miguel Ligero e Imperio Argentina se habían forjado en esas películas y ahora se convertían en las impulsoras del nuevo cine nacional, quién después de muchos titubeos en 1934 empezó a caminar con cierta regularidad. De entre todas las productoras CIFESA contaba con los servicios de los dos cineastas más populares del cine hispano: Benito Perojo y Florián Rey. Ambos antes de participar en las películas sonoras producidas por Hollywood ya habían realizado una obra estimable en el periodo silente. Perojo había dirigido películas de la calidad de "La Bodega" protagonizada por Conchita Piquer. Cuando la artista valenciana se puso a las órdenes de Perojo, ya era una estrella en ciernes que pese a su juventud contaba con el aprendizaje efectuado en Estados Unidos durante cuatro años, durante su estancia en Nueva York rodó algunos cortos con un sistema sonoro ideado por Lee De Forest que pese a su calidad no fue finalmente adoptado, se cree que estos fueron las primeras películas sonoras rodadas en español. Frente a ese bagaje, Imperio Argentina era una novata cuando rodó con Florián Rey la versión muda de La hermana San Sulpicio, poco después el director aragonés rodaría la que se considera obra maestra del cine mudo hispano "La aldea maldita".

 
 

                Imperio Argentina parece deber su nombre al gran dramaturgo Jacinto Benavente, amigo de sus padres excelentes bailarines. En un principio la artista se dedica a cantar tangos, bonaerense de nacimiento, malagueña de sangre, parece seguir la estela de la también argentina Celia Gámez, quien a finales de los años veinte se convierte en figura prominente de las variedades en España. Su intervención en revistas musicales como Las Castigadoras y especialmente Las Leandras acabaran reconvirtiéndola en una intérprete cultivadora de la música pseudofolklórica española, haciendo del schotis su bandera. También Imperio terminará incorporando los ritmos españoles a su repertorio que en su inicio como hemos indicado era fundamentalmente argentino. No obstante, en su debut cinematográfico en el cine sonoro con "Su noche de bodas" interpretaba un romántico vals a dúo con el tenor Manolo Russell que se convirtió a su vez en el primer éxito discográfico de la artista. Un año después intervino en "Melodía de Arrabal" vehículo para Carlos Gardel rodado en los estudios de Joinville. Imperio cantaba con el morocho un dúo campero que desgraciadamente no se llevó al disco al pertenecer los artistas a sellos diferentes. Menos conocida que este largometraje es un corto en el que también intervino ese verano de 1932 con Gardel titulado "La casa es seria" y que fue destruido por los invasores alemanes en la segunda guerra mundial, del que sólo se conserva la banda sonora.

 
 

Si la figura de Imperio era ya muy conocida, el reencuentro con Florián Rey en la nueva versión de "La hermana San Sulpicio" constituyó su definitiva consagración como máxima estrella de nuestro cine. Basada en la popular novela de Armando Palacio Valdés, su argumento mezclaba pequeñas gotas de drama con un casto romanticismo y algunas dosis de comedia a cargo de Miguel Ligero. El papel del actor madrileño se ampliaría en la siguiente película "Nobleza baturra" rodada parcialmente en exteriores naturales que le dan en ciertos momentos un aire semi-documental que nos hace recordar salvando las distancias el cine de Flaherty y Murnau que sin duda Florián Rey conocía. Ese mismo año Miguel Ligero también en CIFESA y bajo la dirección de Benito Perojo protagonizaría una estupenda versión del sainete "La verbena de la Paloma", donde recrearía un Don Hilarión que ha quedado como definitivo. La repercusión de este título colocó a Ligero al mismo nivel estelar de coprotagonista en el siguiente proyecto "Morena Clara".

El gran Miguel Ligero
 
En el famoso número Échale guindas al pavo
 

                Antes de protagonizar el título que acabaría por consagrarlos, Imperio rodó un cortometraje con Florián Rey que también gozó de gran popularidad, su título "Romanza rusa", que no era otra que la archifamosa "Ojos negros" que la artista cantaba a ritmo de tango. Para entonces la versatilidad estilística de la actriz y cantante le habían hecho cantar flamenco en "La hermana San Sulpicio" y jota en "Nobleza baturra" saliendo bien parada en ambos y constituyendo éxitos discográficos sus canciones. Con "Morena Clara" la artista ingresa definitivamente en el mundo de la copla andaluza, canción española o como quieran ustedes denominarlo. Un género híbrido, que bebe de las fuentes folklóricas populares, pero también de la zarzuela y que adopta ritmos tomados de aquí y allá, casi siempre con excelentes resultados. Una generación de autores, músicos y poetas que en las siguientes décadas propiciarían una serie de temas que han pasado al imaginario colectivo de la España del siglo XX. Los compositores de las canciones de esta película Quintero, Guillén y Juan Mostazo, escribieron a Imperio unas canciones que además de estar bien integradas en el desarrollo del filme, consiguieron convertirse en clásicos del género. El género musical era sin duda el más popular en nuestro país, ya en el periodo mudo habían sido numerosas las zarzuelas que se habían llevado a la pantalla, pese a su silencio, así qué al contar ahora con el soporte sonoro, constituyeron el núcleo principal de las realizaciones hispanas. Sin duda fueron muy numerosos los títulos zarzueleros adaptados a la pantalla, a lo que habría que sumar las operetas de nuevo cuño que pretendían emular a las que en Hollywood realizaba Ernst Lubitsch. No es de extrañar que la que se considera primera cinta española sonora, aunque rodada en Inglaterra "La canción del día", fuera protagonizada por el tenor Tino Folgar. Incluso tragicomedias como la producción de Filmófono "Don Quintín el amargao", llevaban un tema musical que se hizo tremendamente popular. Hasta los ritmos más novedosos fueron incorporándose paulatinamente al cine nacional, como en "El negro que tenía el alma blanca" y "Centinela alerta" ambas con Angelillo. Pero la comedia musicalmente más avanzada sería "El bailarín y el trabajador" con argumento de Jacinto Benavente, donde brillaba la orquesta de Andrés Moltó.

 
 
 

                Aunque la música como hemos dicho era un reclamo fundamental para el público, el mayor acierto de "Morena clara" reside en las estupendas interpretaciones de sus artistas. Imperio Argentina tiene un magnetismo y un nivel interpretativo muy superior a las luego conocidas como folklóricas. Pese a que las estrellas más famosas de la música nacional, pasaron algunas en numerosas ocasiones por la pantalla, ninguna logró acercarse a la calidad de Imperio. Tanto su voz como su técnica interpretativa han alcanzado su definitiva madurez expresiva, es evidente que el magisterio recibido de Florián Rey la ha convertido en una auténtica estrella del cine, perfectamente homologable con las que entonces modelaban los estudios de Hollywood. Los excesos en los que cayeron sus imitadoras, aunque en su momento pudieran otorgarles fama hoy quedan absolutamente pasados de moda en comparación con el magisterio de Malena, cuya imagen es un icono que permanece tan fresco y moderno como en la época de su mayor gloria.


 

                Otro de los aciertos del filme fue colocarla junto a Manuel Luna, un estupendo actor de carácter qué si carecía de la apostura de un galán al uso, tenía una actuación natural muy superior a la de la mayoría de estos, frecuentemente envarados y cursis.  Sin ir más lejos, uno de los fallos más evidentes de "Nobleza baturra" era el actor protagonista, un endeble Juan de Orduña, que luego se revelaría como uno de los directores más brillantes de CIFESA. Todo lo que no tiene de guapo Luna, lo suple con su gran personalidad. Gracias a este papel de fiscal aburrido y solterón, Manuel Luna alcanzaría una fama merecida que no decaería, sino al contrario en la década siguiente. Eficaz tanto en el drama como en la comedia, abarcó todos los géneros posibles en el cine de la época saliendo siempre con nota del empeño. Por sólo citar alguno de ellos Torbellino (1940) junto a Estrellita Castro, "A mí la legión" (1942) y "El crimen de la calle bordadores" (1945) como muestra de su gran versatilidad. Todavía en la década de los cincuenta nos regalaría una de sus últimas apariciones como el benévolo policía municipal de "El piyayo". Si grande fue la fama de Manolo Luna, todavía mayor era la de Miguel Ligero, especialmente hasta mediados de los años cuarenta. En Morena Clara interpretó a una de sus más celebradas creaciones, Regalito, un gitano perezoso y de buen corazón, al que doto de gran desparpajo y gracia. En "Suspiros de España" filmada por Perojo en los estudios berlineses durante la contienda civil, interpretaba un personaje calcadito a este, en esta ocasión su pareja era Estrellita Castro, promocionada por Perojo a quién quería convertir en una nueva Imperio Argentina. A mediados de la década de los cuarenta su fama se fue apagando, pese a protagonizar una estupenda comedia donde la influencia de Capra era notoria titulada "La luna vale un millón" dirigida por Florián Rey. En las postrimerías de su carrera, se dedicaría a intervenir en nuevas y menos afortunadas versiones en color de sus mayores éxitos Morena Clara y La verbena de la Paloma.

Genial Manuel Luna
 
Porfiria Sanchiz colaboró en 42 películas aquí interpretaba a una abogada defensora
 

                El director aragonés también en esa época comenzaba su declive ante el empuje de los nuevos realizadores como Rafael Gil y Juan de Orduña. Su enorme fama en los años treinta le había proporcionado un prestigio por obras como la que hoy nos ocupa. En "Morena clara", pese a utilizar bastantes exteriores rodados en la capital sevillana, dejó el aspecto más etnográfico que como señalamos había mostrado en "Nobleza baturra", poniendo todas sus energías en una eficaz puesta en escena y una adecuada dirección de actores. Estrenada poco antes de la guerra civil, Morena clara alcanzó un éxito sin precedentes exhibiéndose durante toda la contienda en los cines de ambos bandos. En unos tiempos tan terribles que mejor bálsamo que esta bienintencionada comedia, trufada de una estupenda música. La película era el máximo exponente de los enormes avances cosechados por el cine español quién en menos de media década había dado por fin películas que se podían codear de tú a tú con la omnipresente maquinaria de Hollywood. El reciente mega éxito de "Ocho apellidos vascos" y su inevitable secuela siguen poniendo en evidencia que cuando el cine español decide hacer un producto eminentemente popular, el público responde ahora y hace ochenta años cuando en tan tumultuosas circunstancias nuestros antepasados hacían cola para admirar a la simpar Imperio Argentina, nuestra gran estrella del cine clásico.