viernes, 25 de marzo de 2016

Morena Clara (1936) Imperio Argentina, la gran estrella del cine español.

 

                Cuando conocí en persona a Imperio Argentina, su figura estaba en pleno proceso de reivindicación. Un completo ciclo emitido por televisión española y su participación en la película de José Luis Borau "Tata mía" le habían devuelto a la actualidad. Pese a su edad, todavía mantenía esa aureola de auténtica estrella, que combinaba con una gran sencillez.


De Margarita Nile del Río, todo el mundo siempre habló bien, con la única excepción de Alfredo Landa, quien en su libro de memorias "Alfredo el Grande" la puso de chupa de dómine, vamos como a casi todo el mundo. Vino a Logroño con motivo de la proyección de la que seguramente será su segunda cinta más famosa "Nobleza Baturra", pues nadie pone en discusión que su título más célebre es la película de la que hoy hablamos "Morena clara".

 

                La obra homónima había sido un gran éxito tanto en España como en la América hispana. Sus autores Quintero y Guillén, habían caminado por los senderos del sainete andaluz cuyo mayor exponente eran los hermanos Álvarez-Quintero. Una Andalucía tradicional, con un mensaje eminentemente conservador. Quintero y Guillén eran también los responsables de "La copla andaluza", la más famosa de las obras de la en aquel tiempo exitosa "Ópera Flamenca", que dio a conocer entre otros a figuras tan importantes como Angelillo y el Niño de Marchena. En el post que dedicamos a "La hija de Juan Simón" protagonizada por Angelillo, poníamos de relieve los evidentes toques progresistas de esa producción de Filmófono, de quien era supervisor Luis Buñuel. "Morena Clara" en cambio fue producida por su rival, CIFESA, propiedad de la familia valenciana Casanova, quién tenía un matiz más conservador en su mensaje. Muchos han tildado a CIFESA, como productora paradigma del régimen franquista, pero si somos honestos, ni fue la empresa cinematográfica más privilegiada del franquismo, ni sus orígenes están en él, pues ya en el periodo republicano se había convertido en la primera productora nacional, por prestigio y popularidad de sus estrellas.

 
 

                El cine sonoro en España, al igual que en la mayoría de naciones europeas, si exceptuamos quizás a Francia y Alemania, había tenido un nacimiento largo y complicado. En un principio fueron las empresas norteamericanas, especialmente Fox y Paramount, quienes se llevaron a los mejores talentos para realizar versiones en nuestro idioma de sus títulos más populares. Aunque dos de los títulos más recordados son las versiones de Drácula y El presidio producidas por dos de las major más erráticas con el cine de versiones, Universal y MGM, que conocieron prestigio y éxito a la par.

 

Pero su alto costo y ante todo la invención del doblaje, acabaron con esa moda pasajera. Nuevas estrellas como Miguel Ligero e Imperio Argentina se habían forjado en esas películas y ahora se convertían en las impulsoras del nuevo cine nacional, quién después de muchos titubeos en 1934 empezó a caminar con cierta regularidad. De entre todas las productoras CIFESA contaba con los servicios de los dos cineastas más populares del cine hispano: Benito Perojo y Florián Rey. Ambos antes de participar en las películas sonoras producidas por Hollywood ya habían realizado una obra estimable en el periodo silente. Perojo había dirigido películas de la calidad de "La Bodega" protagonizada por Conchita Piquer. Cuando la artista valenciana se puso a las órdenes de Perojo, ya era una estrella en ciernes que pese a su juventud contaba con el aprendizaje efectuado en Estados Unidos durante cuatro años, durante su estancia en Nueva York rodó algunos cortos con un sistema sonoro ideado por Lee De Forest que pese a su calidad no fue finalmente adoptado, se cree que estos fueron las primeras películas sonoras rodadas en español. Frente a ese bagaje, Imperio Argentina era una novata cuando rodó con Florián Rey la versión muda de La hermana San Sulpicio, poco después el director aragonés rodaría la que se considera obra maestra del cine mudo hispano "La aldea maldita".

 
 

                Imperio Argentina parece deber su nombre al gran dramaturgo Jacinto Benavente, amigo de sus padres excelentes bailarines. En un principio la artista se dedica a cantar tangos, bonaerense de nacimiento, malagueña de sangre, parece seguir la estela de la también argentina Celia Gámez, quien a finales de los años veinte se convierte en figura prominente de las variedades en España. Su intervención en revistas musicales como Las Castigadoras y especialmente Las Leandras acabaran reconvirtiéndola en una intérprete cultivadora de la música pseudofolklórica española, haciendo del schotis su bandera. También Imperio terminará incorporando los ritmos españoles a su repertorio que en su inicio como hemos indicado era fundamentalmente argentino. No obstante, en su debut cinematográfico en el cine sonoro con "Su noche de bodas" interpretaba un romántico vals a dúo con el tenor Manolo Russell que se convirtió a su vez en el primer éxito discográfico de la artista. Un año después intervino en "Melodía de Arrabal" vehículo para Carlos Gardel rodado en los estudios de Joinville. Imperio cantaba con el morocho un dúo campero que desgraciadamente no se llevó al disco al pertenecer los artistas a sellos diferentes. Menos conocida que este largometraje es un corto en el que también intervino ese verano de 1932 con Gardel titulado "La casa es seria" y que fue destruido por los invasores alemanes en la segunda guerra mundial, del que sólo se conserva la banda sonora.

 
 

Si la figura de Imperio era ya muy conocida, el reencuentro con Florián Rey en la nueva versión de "La hermana San Sulpicio" constituyó su definitiva consagración como máxima estrella de nuestro cine. Basada en la popular novela de Armando Palacio Valdés, su argumento mezclaba pequeñas gotas de drama con un casto romanticismo y algunas dosis de comedia a cargo de Miguel Ligero. El papel del actor madrileño se ampliaría en la siguiente película "Nobleza baturra" rodada parcialmente en exteriores naturales que le dan en ciertos momentos un aire semi-documental que nos hace recordar salvando las distancias el cine de Flaherty y Murnau que sin duda Florián Rey conocía. Ese mismo año Miguel Ligero también en CIFESA y bajo la dirección de Benito Perojo protagonizaría una estupenda versión del sainete "La verbena de la Paloma", donde recrearía un Don Hilarión que ha quedado como definitivo. La repercusión de este título colocó a Ligero al mismo nivel estelar de coprotagonista en el siguiente proyecto "Morena Clara".

El gran Miguel Ligero
 
En el famoso número Échale guindas al pavo
 

                Antes de protagonizar el título que acabaría por consagrarlos, Imperio rodó un cortometraje con Florián Rey que también gozó de gran popularidad, su título "Romanza rusa", que no era otra que la archifamosa "Ojos negros" que la artista cantaba a ritmo de tango. Para entonces la versatilidad estilística de la actriz y cantante le habían hecho cantar flamenco en "La hermana San Sulpicio" y jota en "Nobleza baturra" saliendo bien parada en ambos y constituyendo éxitos discográficos sus canciones. Con "Morena Clara" la artista ingresa definitivamente en el mundo de la copla andaluza, canción española o como quieran ustedes denominarlo. Un género híbrido, que bebe de las fuentes folklóricas populares, pero también de la zarzuela y que adopta ritmos tomados de aquí y allá, casi siempre con excelentes resultados. Una generación de autores, músicos y poetas que en las siguientes décadas propiciarían una serie de temas que han pasado al imaginario colectivo de la España del siglo XX. Los compositores de las canciones de esta película Quintero, Guillén y Juan Mostazo, escribieron a Imperio unas canciones que además de estar bien integradas en el desarrollo del filme, consiguieron convertirse en clásicos del género. El género musical era sin duda el más popular en nuestro país, ya en el periodo mudo habían sido numerosas las zarzuelas que se habían llevado a la pantalla, pese a su silencio, así qué al contar ahora con el soporte sonoro, constituyeron el núcleo principal de las realizaciones hispanas. Sin duda fueron muy numerosos los títulos zarzueleros adaptados a la pantalla, a lo que habría que sumar las operetas de nuevo cuño que pretendían emular a las que en Hollywood realizaba Ernst Lubitsch. No es de extrañar que la que se considera primera cinta española sonora, aunque rodada en Inglaterra "La canción del día", fuera protagonizada por el tenor Tino Folgar. Incluso tragicomedias como la producción de Filmófono "Don Quintín el amargao", llevaban un tema musical que se hizo tremendamente popular. Hasta los ritmos más novedosos fueron incorporándose paulatinamente al cine nacional, como en "El negro que tenía el alma blanca" y "Centinela alerta" ambas con Angelillo. Pero la comedia musicalmente más avanzada sería "El bailarín y el trabajador" con argumento de Jacinto Benavente, donde brillaba la orquesta de Andrés Moltó.

 
 
 

                Aunque la música como hemos dicho era un reclamo fundamental para el público, el mayor acierto de "Morena clara" reside en las estupendas interpretaciones de sus artistas. Imperio Argentina tiene un magnetismo y un nivel interpretativo muy superior a las luego conocidas como folklóricas. Pese a que las estrellas más famosas de la música nacional, pasaron algunas en numerosas ocasiones por la pantalla, ninguna logró acercarse a la calidad de Imperio. Tanto su voz como su técnica interpretativa han alcanzado su definitiva madurez expresiva, es evidente que el magisterio recibido de Florián Rey la ha convertido en una auténtica estrella del cine, perfectamente homologable con las que entonces modelaban los estudios de Hollywood. Los excesos en los que cayeron sus imitadoras, aunque en su momento pudieran otorgarles fama hoy quedan absolutamente pasados de moda en comparación con el magisterio de Malena, cuya imagen es un icono que permanece tan fresco y moderno como en la época de su mayor gloria.


 

                Otro de los aciertos del filme fue colocarla junto a Manuel Luna, un estupendo actor de carácter qué si carecía de la apostura de un galán al uso, tenía una actuación natural muy superior a la de la mayoría de estos, frecuentemente envarados y cursis.  Sin ir más lejos, uno de los fallos más evidentes de "Nobleza baturra" era el actor protagonista, un endeble Juan de Orduña, que luego se revelaría como uno de los directores más brillantes de CIFESA. Todo lo que no tiene de guapo Luna, lo suple con su gran personalidad. Gracias a este papel de fiscal aburrido y solterón, Manuel Luna alcanzaría una fama merecida que no decaería, sino al contrario en la década siguiente. Eficaz tanto en el drama como en la comedia, abarcó todos los géneros posibles en el cine de la época saliendo siempre con nota del empeño. Por sólo citar alguno de ellos Torbellino (1940) junto a Estrellita Castro, "A mí la legión" (1942) y "El crimen de la calle bordadores" (1945) como muestra de su gran versatilidad. Todavía en la década de los cincuenta nos regalaría una de sus últimas apariciones como el benévolo policía municipal de "El piyayo". Si grande fue la fama de Manolo Luna, todavía mayor era la de Miguel Ligero, especialmente hasta mediados de los años cuarenta. En Morena Clara interpretó a una de sus más celebradas creaciones, Regalito, un gitano perezoso y de buen corazón, al que doto de gran desparpajo y gracia. En "Suspiros de España" filmada por Perojo en los estudios berlineses durante la contienda civil, interpretaba un personaje calcadito a este, en esta ocasión su pareja era Estrellita Castro, promocionada por Perojo a quién quería convertir en una nueva Imperio Argentina. A mediados de la década de los cuarenta su fama se fue apagando, pese a protagonizar una estupenda comedia donde la influencia de Capra era notoria titulada "La luna vale un millón" dirigida por Florián Rey. En las postrimerías de su carrera, se dedicaría a intervenir en nuevas y menos afortunadas versiones en color de sus mayores éxitos Morena Clara y La verbena de la Paloma.

Genial Manuel Luna
 
Porfiria Sanchiz colaboró en 42 películas aquí interpretaba a una abogada defensora
 

                El director aragonés también en esa época comenzaba su declive ante el empuje de los nuevos realizadores como Rafael Gil y Juan de Orduña. Su enorme fama en los años treinta le había proporcionado un prestigio por obras como la que hoy nos ocupa. En "Morena clara", pese a utilizar bastantes exteriores rodados en la capital sevillana, dejó el aspecto más etnográfico que como señalamos había mostrado en "Nobleza baturra", poniendo todas sus energías en una eficaz puesta en escena y una adecuada dirección de actores. Estrenada poco antes de la guerra civil, Morena clara alcanzó un éxito sin precedentes exhibiéndose durante toda la contienda en los cines de ambos bandos. En unos tiempos tan terribles que mejor bálsamo que esta bienintencionada comedia, trufada de una estupenda música. La película era el máximo exponente de los enormes avances cosechados por el cine español quién en menos de media década había dado por fin películas que se podían codear de tú a tú con la omnipresente maquinaria de Hollywood. El reciente mega éxito de "Ocho apellidos vascos" y su inevitable secuela siguen poniendo en evidencia que cuando el cine español decide hacer un producto eminentemente popular, el público responde ahora y hace ochenta años cuando en tan tumultuosas circunstancias nuestros antepasados hacían cola para admirar a la simpar Imperio Argentina, nuestra gran estrella del cine clásico.