lunes, 17 de octubre de 2016

El Secreto del Candelabro - 1937. La resaca de dos oscar

 

La película que hoy nos ocupa, no tuvo un gran éxito en su momento pese a ser una gran producción y estar encabezada por un reparto fantástico. Así que como muchas otras quedó relegada al olvido. Afortunadamente gracias al mercado videográfico ha sido rescatada. Estoy seguro que su mala suerte en las taquillas se debió en su momento a las maravillosas cintas que se rodaban. Tanta cantidad y calidad serían la causa de este relativo fracaso, porque vista hoy ochenta años después sigue siendo un filme francamente divertido. Hoy que tenemos la oportunidad de acceder a una cantidad de títulos realmente portentosa, podemos poner en duda muchos juicios realizados por los críticos sobre ciertas películas sobrevaloradas y rescatar asimismo otras que se convierten en felices descubrimientos. El Secreto del Candelabro merece seguro estar en esta lista.

 
 
 
 
El argumento (una comedia de espías ambientado en Europa en las postrimerias del siglo XIX) se deba a la por entonces popularísima novelista Baronesa de Orzcy. Esta noble húngara había visto como su padre había perdido su fábrica, destruida durante las revueltas de la turbulenta década de los 60. Emigrados a Inglaterra no lograron posicionarse y Emma empezó a escribir. Su primera novela publicada en  1899 fue precisamente El Candelabro del Emperador, pero el gran éxito le llegaría cuando junto a su marido escribiría una pieza teatral titulada La Pimpinela Escarlata en 1903. El éxito sobre los escenarios propició que trasladara el personaje al ámbito de varias novelas.
Su popularidad aumentó cuando en 1935 Alexander Korda decidió llevarla al cine protagonizada por dos de las estrellas emergentes del cine británico Leslie Howard y Merle Oberon junto al malvado Raymond Massey. Esta fue la razón principal por la que MGM adquirió los derechos de su primera novela en vista del multitudinario éxito que consiguió en el mundo entero las aventuras de Sir Percy Blakeney en plena Revolución Francesa. Además el año anterior 1936 se rodó otra versión de la novel a en Austria.
 
Y es que Hollywood intentaba capturar lo mejor del cine europeo para ponerlo al servicio de su arrolladora maquinaria de entretenimiento. En 1935 también MGM decidió realizar una nueva versión del gran éxito europeo del momento. Se trataba de Mascarada (1934) una producción austríaca dirigida por Willy Forts que consiguió poner de acuerdo a crítica y público. Para lanzar la versión americana se pensó en la pareja de moda del estudio William Powell y Mirna Loy. Pero la actriz en ese momento estaba enfrentada con la productora que no se avenía a mejorar su salario pese a los pingues beneficios que habían reportado sus últimas actuaciones. Sin Mirna Loy en el reparto el estudio estaba barajando varias posibilidades hasta que William Powell pidió expresamente que dieran  una oportunidad a una actriz alemana que había contratado la Metro y que llevaba meses esperando una oportunidad.
 
Se trataba de la alemana Luise Rainer, un descubrimiento del mago de la escena Max Reinhart, bajo cuya batuta había participado interpretando lo más selecto del teatro contemporaneo como O´Neill y Pirandello. También había incursionado en el cine, pero su gran pasión seguía siendo el teatro. Siendo judía el advenimiento del régimen nazi le hizo ver con buenos ojos la oferta que un cazatalentos de MGM le ofreció, siguiendo así el paso de su mentor que también había emigrado a Hollywood contratado por la Warner para poner en imágenes El Sueño de una Noche de Verano de Sakhespeare. Su debut en América sorprendió a todos, la profundidad de su interpretación quedaría reforzada por su segundo filme donde volvía a encontrarse con Powell, se trataba de El Gran Ziegfeld. Su composición de Anna Held pareja durante muchos años del célebre productor resaltaba por encima del gran espectáculo que el filme suponía. Su escena escuchando por teléfono como Ziegfeld le comunica que se va a casar con otra (Billy Burke en el cine Mirna Loy) desprende un patetismo que impresionó a los miembros de la Academia que no sólo la nominaron por primera vez sino que le dieron su primer oscar.
 
 
 
 
 
Al año siguiente repetiría interpretando a una campesina china en la última gran producción de Irving Thalberg "La Buena Tierra" junto al hombre de las mil caras de la Warner Paul Muni. Fue su segundo oscar con tan sólo tres películas rodadas en Hollywood y el comienzo de su declive. Aunque parezca increible a Rainer le pasó lo mismo en MGM que a los Hermanos  Marx, la muerte de su protector Irving Thalberg precisamente durante el rodaje de La Buena Tierra quebró su carrera. El ahora omnímodo director del estudio Louis B. Mayer no estaba interesado en los personajes adultos que Rainer deseaba desarrollar en la pantalla y se vió involucrada en proyectos suntuosos, divertidos, que no acababan de saciar la ambición puramente artística de la actriz. El que ninguno de los siguientes títulos fueran éxitos de taquilla acabó con la rescisión por parte de ambos del contrato que les unía.
 
 
 
 
Fue una lástima para el cine porque Rainer era una actriz fantástica, tanto en el drama como en la comedia, pero ella no se sentía a gusto en ese mundo para ella frívolo. No obstante creo que las películas que rodó son todas de gran dignidad y aunque no colmaran las expectativas artísticas de la intérprete siguen siendo un magnífico ejemplo del cine de diversión  de la época de oro de Hollywood.
 
 
 
 
 
Volviendo a El Secreto del Candelabro, su cuarto filme norteamericano diría que muchas actrices del momento hubieran deseado protagonizarlo, sin ir más lejos a la encantadora Maureen O´Sullivan que aquí realiza un pequeño papel como María la hija de un patriota polaco. Es una pena que su personaje junto al de Robert Young que encarna al hijo del Zar y que son los que comienzan el filme no tuvieran un desarrollo mayor en el filme. Ambos jóvenes y bellos no tuvieron las oportunidades que merecían por su hermosa presencia y su saber estar en la pantalla. A Robert Young se le recuerda principalmente por la romántica Cenizas de Amor de Vidor y Paso del  Noroeste, aunque en esta el auténtico protagonista era Spener Tracy. Con la actriz irlandesa sucedió más de lo mismo. Exceptuando la serie de Tarzán donde creó la Jane definitiva de la pantalla, sus intervenciones en los grandes títulos del estudio fueron en papeles secundarios como en las adaptaciones de David Copperfield y Orgullo y Prejuicio. Actualmente aparte de sus aventuras en la jungla la película por la que más se la recuerda es precisamente la que acababa de rodar antes de la película que hoy nos ocupa, Un Día en las Carreras mi título preferido de Los Hermanos Marx.
El maravilloso vestuario de Adrian y los fantásticos decorados de Gibbons, marca MGM dan el perfecto envoltorio en el que se desarrollan las peripecias de estos espías de altos vuelos. Dos aristócratas, el uno polaco la otra rusa a los que Powell y Rainer dan perfecta caracterización. Ambos actores tan elegantes, vuelven a demostrar la estupenda química que habían tenido en sus dos anteriores filmes. El director era George Fitzmaurice un buen artesano que dirigió dos veces a la Garbo (Mata Hari y Como tú me deseas) que llevo por buen camino este delicioso entretenimiento que a mí me ha hecho disfrutar una buena hora y media. Una burbujeante copa de champán que nos recuerda un mundo ya desaparecido pero al que gracias al cine podemos volver. Volver a Empezar, como el título de Garci a quién entregó precisamente una exultante Luise Rainer el oscar a la mejor película extranjera.
 
 

domingo, 2 de octubre de 2016

Chandú el mago (1932 Fantasía Pre-Code

En una América acechada por la peor depresión económica que había conocido nunca el país, el escapismo ante la cruda realidad originó una edad de oro del cine fantástico y de terror. La radio que se encontraba en una época de gran desarrollo empezó a emitir seriales de aventuras que cautivaron al público de la época. Uno de los más populares  rivalizando con el mítico Fu Man Chu fue Chandú, un aventurero occidental que había aprendido la magia del lejano oriente. El éxito del serial hizo que la Fox compraro los derechos y decidiera poner en imágenes lo que se preveía un éxito seguro. Y es que si la radio daba a sus oyentes la posibilidad de vivir fabulosas aventuras Hollywood no se quedaba atrás.
 
 
Fueron unos años en que el cine escapista no había pasado todavía a ser posesión casi única de las productoras de serie B, en este periodo las Major llevaron a la pantalla películas que sin eludir la más delirante fantasía, utilizaban recursos de gran calidad. Quizás el ejemplo cimero de esto sea King Kong (1933) y la serie de Tarzán  producida por MGM, especialmente Tarzán y su compañera (1934) pero hubo muchas más, por ejemplo en el mismo estudio del león Charles Brabin dirigió La espada de Fu Man Chu (1932) protagonizada por una bella y malvada Mirna Loy y Boris Karloff entonces en la cúspide de su fama.
 
Si Karloff debía su celebridad a los filmes de terror que interpretaba en Universal, el otro príncipe del terror del estudio era sin duda Bela Lugosi. La Fox lo contrató para que interpretara al malvado Roxor un científcico loco que quiere destruir el mundo. Unos años después Lugosi interpretaría al héroe Chandú en  un serial de serie B, pero en la película original el papel recayó en Edmund Lowe, un apuesto y elegante actor que podía dar el halo romántico del que Lugosi carecía. Gracias especialmente al personaje de Drácula, Bela Lugosi ha permanecido en el imaginario del público, mientras que Lowe pese a que nunca dejó de trabajar primero en el cine y luego en la televisión hoy está completamente olvidado. Es el tributo que pagan los actores que brillaron en un cine que rara vez se emite en tv y que unicamente los muy aficionados visionan, aunque afortunadamente hoy se pueden encontrar las más destacadas cintas de su filmografía. Estas son sin duda El precio de la gloria (1926) dónde competía en medio de la gran guerra por el amor de Dolores del Río con el fortachón Victor McLaguen  y En el viejo Arizona donde interpretaba al soldado que intentaba cazar al bandido Cisco Kid en la piel de Warner Baxter. Lowe esta más que correcto en su interpretación a pesar de tener que lidiar con un director de vesturario empeñado en colocarle un enorme Salacott con el que parece que puede sacar un ojo a su bella amada. Os puedo asegurar que yo que me he visto casi todas las películas clásicas de aventuras coloniales, jamás he visto un gorro de explorador de un tamaño tan grande, afortunadamente en otras escenas lleva un turbante bastante más cómodo de llevar.
 
 
 
 
La bella dama nada menos que una princesa egipcia está encarnada por Irene Ware, que había quedado segunda en un concurso internacional de belleza, lo que me extraña es que no lo ganara. Con el dinero que recibió de premió se fue como muchas otras a la meca del cine para intentar ser una estrella. Desgraciadamente las películas que hizo con la Fox en su contrato de dos años exceptuando Chandú pasaron sin pena ni gloria. Luego tras volverse a reunir con Lugosi en El Cuervo, su carrera al igual que la de este acabó en las cintas de serie b, c, o d. Al menos supo retirarse a tiempo y los últimos 53 años de su vida los pasó totalmente alejada del cine. Y es una pena pues tenía condiciones, creo que hubo unas cuantas estrellas de su época que aparte de ser menos bellas heran bastante peores actrices.

 
 
Estupendo como siempre está Herbert Mundin que interpreta al asistente de Chandú. Mundin fue uno de los mejores secundarios cómicos de la época y su película más famosa es Robín de los Bosques (1938) donde al igual que aquí pone la nota simpática. Su papel es el de un borrachín empedernido al que trata de curar el mago haciendo que vea un personaje diminuto igual que el con el que dialoga. Este es uno de los muchos efectos especiales que tiene la película y que están muy por encima de la media de la época. Aquí se ve la mano de William Cameron Menzies co director de la película. Menzies no pasará a la historia como un gran narrador pero si como el más célebre de sus directores de arte. Nadie puede imaginarse El Ladrón de Bagdad en sus dos maravillosas versiones de 1924 y 1940 sin los efectos especiales y la iconografía que Menzies les aportó, y por supuesto su intervención en la película más famosa de todos los tiempos Lo que el viento se llevo. Y es que para hablar de Cameron Menzies necesitaríamos muchos post. Por sólo referirnos a este filme, como antes he aludido os sorprenderá los más que brillantes efectos visuales y agradará los fantásticos decorados que van desde un templo indú, a un Egipto de pura fantasía junto a futuristas maquinas igual de bellamente falsas. De ayuda fue también la intervención del gran cámara James Wong Howe quién ese mismo año creaba uno de sus mejores trabajos en la mítica El Expreso de Shangai y el mago de los efectos especiales Fred Sanders.
 
Mi escena preferida de la cinta es la que se desarrolla en un mercado de esclavos, allí se dispone a ser vendida la sobrina de Chandú por culpa del malvado Roxor. Todo el kistch bien entendido está en esta escena, incluyendo los insinuantes ropajes de las esclavas blancas. En el papel de la joven sobrina impacta el físico de June Lang (entonces todavía June Vlasek su auténtico apellido) en su primera aparición con un papel algo largo después de sus breves momentos en tres filmes anteriores. Si se hubiera rodado  esta escena  dos años más tarde, con el código censor en vigor, hubiera sido bastante más pudorosa. June aparte de sus encantos físicos parecía otra estrella en ciernes pero al igual que con su compañera de reparto por determinadas circunstancias no llegó a alcanzar el tan deseado estatus. Había empezado sobre las tablas de los escenarios con 13 años, aquí sólo contaba con quince, a partir de entonces fue apareciendo en películas bastante populares como Dos Fusileros sin Balas (1935) con Laurel y Hardy y La Mascota del Regimiento (1937) una de las mejores cintas de Shirley Temple donde interpretaba a su madre. En 1938 la Fox la envió a Inglaterra a rodar una película, pero asustada por el ambiente prebélico decidió abandonarla. La productora entonces rescindió su contraro y su reputación quedo malparada. Su boda con un atractivo gangster tampoco contribuyó mucho a que se recuperara su carrera y acabó realizando anuncios para la televisión.
 
 
 
Chicas guapas, momentos divertidos, un malo malísimo...en sus 71 minutos de duración Chandú el Mago nos rescata ese cine inocente y divertido. Unas películas en que los héroes eran capaz de desdoblarse en dos o de apartar una nube para que brille luminosa la Luna sobre la suave noche de Egipto. Para mi ha sido un más que agradable descubrimiento, espero que algunos más se animen en seguir esta deliciosa aventura.
 
June Lang y Helen Ware luciendo el bañador