lunes, 12 de febrero de 2018

Dinamita (1929) La encrucijada de Cecil B. DeMille




El 2 de Agosto de 1928 Cecil B. DeMille firmaba contrato con Metro-Goldwyn-Mayer. Así terminaba su andadura como director independiente cerca de un lustro. Había salido de las garras de la Paramount de Zukor y ahora llegaba a su nuevo y más directo competidor M.G.M. Pese al rotundo éxito de "Rey de Reyes" finalmente había tenido que dejar sus sueños de independencia. Hoy en día se cree que las películas de DeMille fueron grandes éxitos comerciales. Y realmente si lo fueron pero no en la escala a la que hoy estamos acostumbrados. El antiguo sistema de estudios que poseían una amplia red de teatros propios funcionaba de una manera muy diferente. Las productoras realizaban muchos filmes de bajo coste que eran los que realmente hacían rentables los estudios. Luego venían los filmes de prestigio que aunque por lo general no dejaban déficit tampoco por sus elevados costes podían conseguir grandes ganancias. Eran tiempos en que la televisión no existía y la gente visitaba el cine muy asiduamente gracias a los precios bajos de sus entradas. El mayor problema que tuvo la productora de DeMille es que si observamos los costes de sus películas (no sólo las de DeMille si no la producción total) observamos que el coste de la mayoría de ellas estaba bastante por encima de la media habitual. Esa falta de compensación fue una de las causas principales por las que sus financiadores (Joseph P. Keneddy y la productora Pathé) no siguieran con la aventura. Los taquillazos de DeMille surgirían después de la segunda guerra mundial cuando Hollywood tuvo que enfrentarse a la televisión  utilizando grandes superproducciones. Desde "Los Inconquistables" las cintas de DeMille adquirieron cifras vertiginosas de espectadores, pero esa realidad distaba mucho de la que sufría DeMille casi veinte años antes.
                                            DeMille en el rodaje de Dinamita

Y es que en aquél momento Hollywood se encuentra inmersa en la mayor convulsión de su historia, la aparición del sonido. Lo que al principio se creyó una moda pasajera en pocos meses estaba transformando la industria del cine. La última película que rodara DeMille para su estudio "La incrédula" fue retirada de la exhibición y se le añadieron  unas escenas habladas ya sin la participación de su director. Así que cuando DeMille se dispuso a dirigir su primera película MGM tuvo que enfrentarse con un nuevo medio totalmente desconocido.



Las condiciones con las que el director entró en la nueva compañía se correspondían con el estatus que tenía pese a todo en la industria. MGM  a decir verdad le puso una alfombra roja a la entrada. Su contrato le permitía escoger el argumento que debía rodar y traerse consigo a buena parte de sus colaboradores. Entre ellos figuraba el modisto Adrian quién al contrario que DeMille tendría una larga estancia en el estudio del león. Otro era Mitchell Leisen decorador, modisto y hombre para todo que terminaría volviendo a Paramount con DeMille y convirtiéndose poco después en uno de los grandes directores de las siguientes dos décadas. Y como no estaba Jeannie McPherson, la pareja sentimental más estable del director y su colaboradora de más confianza. Autora de la mayor parte de las historias de sus anteriores cintas, aquí se encargó de elaborar la historia sugerida por hechos reales. Durante la década de los veinte hubo algún caso de condenados a muerte que contraían matrimonio poco antes de ejecutarse la sentencia. En uno de esos casos se halló al culpable y el prisionero fue liberado. Partiendo de esa premisa McPherson  elaboró una historia a caballo entre la comedia y el drama que no difería mucho de las tragicomedias rodadas por DeMille desde los tiempos en que Gloria Swason era su principal estrella. El argumento ´rocambolesco es desde luego lo menos atractivo de la película, con diálogos claramente pasados de moda. La película refleja en su primera parte un mundo que estaba desapareciendo reventado por el crack bursátil acaecido pocos meses después de terminar su rodaje.
 
 


En cambio la película nivela considerablemente la balanza por el moderno uso que hace del sonido. Aunque DeMille, antes de convertirse en director de cine  lo había sido antes de escena no decidió caer en la trampa de teatro filmado en que incurrieron muchas de las primeras cintas sonoras. La pericia de Mitchell Leisen y del nuevo director de sonido de MGM Douglas Shearer consiguieron adoptar medidas imaginativas para combatir el estatismo de la cámara. Esto permitió que la película gozara de una buena realización visual y que se usara el sonido como recurso en varias escenas. La más famosa de ellas es claro está la boda in extremis en la penitenciaria. El preso tras los barrotes, la novia nerviosa y el repiqueteo de los martillos con que se construye la orca. También resuena una lánguida canción de Dorothy Parker que entona un por entonces desconocido Russ Columbo. El cantante no tardaría en ser el más claro adversario de Bing Crosby hasta su repentina muerte en 1934 víctima de un trágico accidente con un revolver.
                                       De Mille con la nueva cámara sonora en Dinamita

                              De Mille en el set de Dinamita con Kay Johnson y Charles Bickford

El reparto de la película era algo fundamental. Como bien se sabe el nuevo medio hizo que muchas carreras fueran a pique ya que su voz no se adaptaba a los primitivos micrófonos de la época. El departamento de sonido se convirtió de un día  para otro en un deambular de viejas y nuevas estrellas enfrentadas al veredicto inmisericorde del micrófono. De repente los teatros de Broadway fueron tomados al asalto por los cineastas en busca de nuevas voces que además supieran decir bien un diálogo. De esta nueva hornada de estrellas llegaron dos de los protagonistas del filme Charles Bickford y Kay Johnson. Ambos habían tenido un destacado debut en el teatro y como tantos otros se aventuraron al nuevo medio. Charles Bickford en un principio pensó que no congeniaría con el autócrata DeMille. Invitado nada más llegar a Hollywood al rancho de este en su fiesta de año nuevo le pareció un semental rubicundo rodeado por sus adoradas féminas que le rendían pleitesía. Pero esta opinión cambió cuando en el set de rodaje pudo trabajar muy a gusto con el director. Cuatro años después volverían a coincidir en "La juventud manda" donde Bickford interpretaba a un gangster. Su aspecto rudo bastante apropiado para interpretar al íntegro minero falsamente acusado se adaptaba bien a las características de Bickford que tendría una larga carrera como actor de carácter.
 
 

En cuanto a Kay Johson su periplo en el cine fue mucho más corto. Casada con el director teatral y luego cinematográfico John Cromwell, pese a su lucido debut en "Dinamita" y a dos primeros años involucrada en películas de calidad como la delirante "Madame Satan" también de DeMille vio como su carrera caía rápidamente en picado. La causa fue seguramente el aluvión  de nuevas estrellas que se ganaron rápidamente el cariño de la audiencia como Claudette Colbert o Bette Davis. Con esta última y dirigida por su marido Cromwell, Kay Johnson realizaría su última interpretación de mérito en la pantalla en "Cautivo del deseo" en 1934. El tercero en discordia del reparto Conrad Nagel llevaba ya años siendo un atractivo galán del cine silente. Con el advenimiento del sonoro su carrera ya no tuvo el mismo brillo pero fue prolongada hasta terminar igual que Bickford en la televisión. De maneras elegantes Nagel es el contrapunto perfecto en una relación sentimental que no es un trío sino un  cuarteto. Tratándose de DeMille lógicamente las cosas tienen que ser a lo grande. Para interpretar a la segunda dama de sociedad después de Johnson el director hizo un exhaustivo casting entre las que estuvo la luego famosa Carole Lombard. Pese al buen ojo clínico que DeMille tenía para las estrellas en este caso falló y no acabó de convencerle la prueba que hizo a Lombard que sería muy poco después una de las mejores actrices de comedia de la época. Su elección fue Julie Faye una ya talludita actriz que había comenzado con DeMille en la década de los diez y sería una de sus amantes oficiales. La mayor virtud de Faye eran sus hermosas piernas, tal era el caso que muchas veces doblada a estrellas menos agraciadas. La actuación de Julia Faye es la más floja del cuarteto protagonista aunque resulta simpática su presencia. En la película también encontraremos como amante de Faye a Joel McCrea en uno de sus  primeros películas antes de convertirse en uno de los galanes preferidos de la época, en 1939 ya convertido en una estrella rodaría con DeMille la excelente Unión Pacific. Para terminar este repaso al reparto del filme decir como curiosidad que las dos estrellas masculinas del filme Nagel y Bickford compartieron cartel con Greta Garbo. Por su aspecto es lógico que mientras las cintas coprotagonizadas con Nagel El Beso y La Dama Misteriosa son muy románticas la cinta que Garbo realizó con Bickford "Anna Crsitie" sea desgarradamente naturalista.
                                                      Joel McCrea en el filme

                                                      Las famosas piernas de Julia Faye

Como era costumbre DeMille rodó también una versión muda algo mucho más habitual de lo que la gente cree. En aquel momento muchos cines de pequeñas localidades todavía no estaban equipados para el cine sonoro. Esto unido a una apendicitis que sufrió Kay Johnson hizo que el rodaje se demorara un poco mas de lo previsto.  Hoy vista casi noventa años después de su realización continua siendo entretenida pese a sus más de dos horas de metraje. Los vestidos de Adrian junto a los decorados de Mitchell Leisen le confieren un glamour especial. Maravillosa esa bañera de cristal con difusor para sales de baño y es que las bañeras siempre fueron importantes en las películas de DeMille desde los tiempos de la Swason. Un mundo tan irreal como maravilloso. Las creaciones de DeMille siempre son interesantes y nos transportan a un  mundo que  nunca existió...salvo en los estudios del Hollywood dorado.

                                                       La famosa bañera de cristal