Cuando las películas de fantasías
orientales, parecían fenecer después de más de una década de éxito, iniciado
con la fulgurante producción de Korda “El
ladrón de Bagdad”, la magia del
artista del Stop-motion, logró revivir el género con esta película de un
encanto irresistible. El mítico Ray
Harryhausen, que hace menos de un año que nos dejó, era el máximo
responsable de esta producción distribuida y cofinanciada por Columbia
Pictures.
Aunque sea el oscuro artesano Nathan Juran, el que figure en los
créditos como máximo artífice de la cinta, lo cierto es que Harryhausen tenía
el control efectivo de esta, supeditando la historia, a la aparición de sus
magníficas criaturas.
Cuando rueda “Simbad y la princesa”
el creador llevaba una larga andadura a su espalda, desde que se convirtiera en
discípulo de Willis H. O'Brien, el
responsable de King Kong, con el que
realizó la divertida “El gran gorila”
ganadora del oscar a los mejores efectos especiales. Durante la primera mitad
de la década de los cincuenta, fueron utilizados
sus servicios en películas de ciencia-ficción, género nada ajeno para él, que desde hacía quince años mantenía una
estrecha relación de amistad con el célebre novelista Ray Bradbury.
Pero hasta entonces todas esas
animaciones se habían hecho en blanco y negro. Cuando su socio Charles S. Schneer, le instó a rodar
una cinta en color, pese a sus iniciales reticencias Harryhausen logró mejorar
su procedimiento estabilizando las gamas de color, por lo que se dio el
pistoletazo de salida para la producción de la cinta.
Como empezaba a ser habitual, el
rodaje de la película se hizo principalmente en España, utilizando tanto sus
bellos parajes (Isla de Colossa en Mallorca) como sus magníficos monumentos (La
Alhambra de Granada) entre otras localizaciones. El posterior trabajo de este
genio de los efectos especiales proporcionó legendarias imágenes que cautivaron
al público. El guion de la cinta, dinámico y simplista, son los que se esperan
en un divertimento de este tipo.
En cuanto al plantel protagonista Kerwin Mathews, asumía el rol de Simbad
en la primera de sus colaboraciones con Rayhausen, luego vendrían “Los viajes de Gullliver” y “Jack the giant
killer”. En esta última volvía a coincidir con el villano Torin Thatcher, que en la cinta que hoy
nos ocupa interpretaba al mago Sokurah.
En cuanto a la bella Kathryn Grant,
su incipiente carrera cinematográfica quedó detenida tras casarse con Bing Crosby. Pese a intervenir en
excelentes cintas como “Anatomía de un asesinato” su imagen quedará siempre
ligada a la de la princesa Parisa.
A esta deliciosa actriz, que mereció una carrera de más
enjundia, va dedicada esta entrada. A quien no haya tenido la fortuna de ver
esta deliciosa película, se la recomiendo fervorosamente, volverán durante hora
y media a volver a ser los niños que en un tiempo fueron.
P.D.
Especial mención merece la banda sonora obra de Bernard Herrmann, autor de
partituras tan fundamentales en la historia del cine como “Ciudadano Kane” y de
varias obras maestras de Alfred Hitchcock como “Vertigo” y “Psicosis”.
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