El día de
nochebuena de 1951, se estrenó en la capital de España, esta comedia familiar
realizada a mayor gloria de Clifton Webb.
El actor estadounidense estaba en su máximo momento de popularidad tras
encarnar al excéntrico Mister Belvedere. Realizada en medio de la trilogía del
personaje: Niñera moderna (1948), Mister
Belvedere estudiante (1949) y El genio se divierte (1951), en esta ocasión
también interpretaba a un ser bastante peculiar.
Un personaje
que además no era fruto de la ficción, Frank
Bunker Gilbreth fue un experto en eficiencia, sus investigaciones
contribuyeron a aumentar la producción de las empresas, reduciendo el esfuerzo
de los trabajadores. Hoy junto a su esposa
Lillian siguen siendo reconocidos en su esfuerzo, pero la película que hoy
nos ocupa nada tiene que ver con una biografía de esas que rodó la Warner en la
década de los treinta interpretadas por Paul Muni, o la cinta de Mervin LeRoy “Madame Curie” interpretada por los señores Minniver “Greer Garson y Walter Pidgeon”.
A la que se parece y mucho es a una cinta rodada por Michael Curtiz titulada “Life
with father” donde William Powell
interpretaba a otro patriarca de numerosa familia, que administraba su hogar
como si fuera una empresa.
El éxito de
esta cinta, fue la que impulsó a la Fox a producir este vehículo para Webb y
así darle un personaje que se diferenciara algo del excéntrico Belvedere.
Porque lo cierto es que el guion obra de Lamar
Trotti, resalta la excentricidad del personaje, permitiendo al actor
desarrollar su vis cómica en escenas como en la que filma la operación de
amígdalas de todos sus hijos, o en la que acompaña al baile a su hija mayor,
donde Webb se luce en sus dotes de bailarín, empeño en el que triunfó en
Broadway en sus años mozos.
Todas estas
anécdotas proceden del libro escrito por dos de los hijos de Gilbreth: Frank y
Ernestine. Publicado por primera vez en 1948 ha sido objeto de numerosas
reediciones, en el que se mostraba el empeño del patriarca en llevar a cabo sus
experimentos de eficacia con su propia familia. El estilo del relato, a base de
simpáticas viñetas da un conjunto algo deslavazado al resultado final, lo mismo
que sucedió al ser llevada al cine.
Para
interpretar a la esposa Lillian, se eligió a Mirna Loy, que por supuesto está perfecta en la piel de esta
abnegada e inteligente mujer. Después de su arrolladora carrera en la década de
los treinta, donde fue coronada como reina de Hollywood junto a su rey Clark Gable, tras consulta popular,
había seguido en candelero tras la segunda guerra mundial, con títulos tan
prestigiosos como “Los mejores años de
nuestra vida” y refrescantes comedias del tino de “Los Blanding ya tienen casa”.
El tercer papel
más importante de la cinta, la mayor de las hijas Ann, recayó en Jeanne Crain, que llevaba siete años
en la Fox desde que debutara con un pequeño papel en “Toda la banda está aquí”, colorido musical protagonizado por Carmen Miranda y dirigido por Busby Berkley.
Además de ser la hermana buena en “El
cielo la juzgue” y una de las tres esposas posibles destinatarias de una
carta en la cinta de Mankiewicz, en su anterior filme había sido candidata al
oscar a la mejor actriz por su dramático papel en “Pinky” de Elia Kazan. Nada que ver con el agradable rol de niña
casadera que encarna en esta cinta.
El personaje de
Crain, al igual que el de Mirna Loy, aumentaría considerablemente en la secuela
filmada dos años después “Bellezas por
casar”, donde se contaban las experiencias de la familia Gilbreth tras el
fallecimiento del padre y que usaba como base, el segundo libro de memorias
publicadas por sus hijos en 1950. Cincuenta años después la Twenty Century Fox,
volvió a utilizar el conocido título de “Cheaper
by the dozen” para una comedia
interpretada por Steve Martin que
tuvo su consabida segunda parte y que está a la espera de rodarse una más para
cerrar la trilogía, cuya única coincidencia con las originales son las andanzas
de un padre “algo especial” con una docena de chicos.
Pero como
dijera Moustache, el polifacético
camarero de “Irma la dulce” esa es
otra historia. Hoy tocaba hablar de esta amable comedia, interpretada por
estupendos actores y dirigida por Walter
Lang, un estimado artesano que había comenzado un cuarto de siglo antes su
andadura como director. Vinculado desde mediados de la década de los treinta a
la Fox, dirigió en su carrera a estrellas del estudio tan populares como Shirley Temple. Además de dirigir
numerosos musicales para Betti Grable y
Alice Fay, fue el responsable de dirigir “Niñera moderna” la cinta que
convirtió en estrella a Clifton Webb.
Aunque “Trece por docena” no sea tan hilarante como esta, creo que merece la
pena verse, es hora y media de agradable entretenimiento familiar, en bello
Technicolor ¿Acaso no es suficiente?.
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