Lon
Chaney era uno de los actores más rentables de Metro Goldwyn Mayer. “Mr.
Wu” con una inversión de tan sólo 267.000 dólares, obtuvo 439.000 de beneficio.
Este dato contable, es concluyente para analizar la causa por la que Chaney
tuvo tanta libertad por parte del estudio.
Para 1927 era un actor más que consolidado, su anterior filme “Tell into the marines”, donde
encarnaba al sargento O´Hara fue su mayor éxito entre las películas que
protagonizó para el estudio del león, y su posterior cinta “Garras humanas” es en la actualidad la más recordada de sus
actuaciones junto al Erik de “El
fantasma de la ópera”.
Precisamente su
encarnación del mítico fantasma, ha encasillado a la figura de Chaney como un
precursor de las estrellas de terror de la Universal como Boris Karloff o Bela Lugosi. Esta afirmación es del todo incierta,
pues una somera aproximación a la filmografía de Chaney, nos haría ver que sus
incursiones en ese género son episódicas, siendo los melodramas bizarros, los
que constituyen el núcleo central de esta. Además que por supuesto ni Karloff,
ni Lugosi, ni tan siquiera Christopher Lee, alcanzaron el estatus de estrella
de Chaney “El hombre de las mil caras”.
Porque uno de los puntos fuertes en
la actuación de Lon Chaney, era su prodigiosa capacidad para el maquillaje. En
esta ocasión interpretaba un doble papel de mandarines, abuelo y nieto
respectivamente. Era la cuarta vez que interpretaba a un chino, primero lo hizo
en “Fuera de la ley” su primera
colaboración con Tod Browning, luego
lo hizo en “Bits of life” donde
encarnaba a Chin Chow en una cinta donde su esposa era Anna May Wong, la artista oriental por excelencia del Hollywood
clásico. En “Shadows” filmada el
mismo año 1922 por la productora independiente de B.P. Schulberg, Chaney logró
una de sus mejores actuaciones hasta entonces. Nada tenía que ver el humilde y
sensible lisiado Yen Sin, con los
aristocráticos personajes de Mr. Wu, donde Chaney se recreó en la creación del
personaje del anciano mandarín y potenció con este los orgullosos ademanes de
su vengativo nieto.
El argumento de la película, se
basaba en una obra estrenada en Londres en 1914, original de Henry Maurice Vernon y Harold Owen. Su
éxito se debió en gran parte al ser encarnada por Matheson Lang uno de los actores favoritos del público británico.
Famoso por encarnar los más reputados papeles de Shakespeare, fue este papel de
Mr. Wu el que le aumento su popularidad, tras su vuelta a Inglaterra, después
de una gira por rincones tan lejanos del imperio como India, Sudáfrica y
Australia. Ya en 1919 Lang llevaría su personaje a la gran pantalla, algo que
ya no era ajeno para el puesto que desde 1916 lo venía haciendo, siendo pionero
en estas lides, ya que en ese tiempo pocos actores reputados decidían actuar en
películas. Antes de que MGM rodara su versión en América se rodaron otras dos
adaptaciones en Alemania e Italia.
Esta historia nos habla de respeto a
las tradiciones, por muy duras que nos puedan parecer y de los amores entre
personas de culturas diferentes. La crueldad de Mr. Wu no es gratuita como la
de un Fu-Man-Chu, sino basada en un código de honor. El grado de comprensión
del personaje es mayor que el habitual en otras películas de la época, donde
los estereotipos son más acusados. El mandarín no es en absoluto un villano,
son las circunstancias las que le impelen a comportarse así. Un aura de
fatalismo que también envuelve el amor de los jóvenes, encarnados por Ralph
Forbes, un actor británico en cuya anterior película había aparecido como John,
uno de los hermanos Geste, en la primera versión de Beau Geste rodada por Herbert
Brenon y Renée Adorée.
Su composición de la tierna hija de
Wu, Nang Ping es conmovedora. La actriz francesa se convirtió en estrella
después de cinco años de lucha. Tras pasar por la Fox como John Gilbert, ambos
acabarían recalando en MGM, donde se convertirían en estrellas con “El gran desfile”. Pero al contrario
que con Gilbert, Adorée vio como pronto su carrera se estancaba. Este fue uno
de sus últimos grandes papeles en el cine, el año anterior ya había coincidido
con Chaney en la estupenda “Maldad
encubierta”. También fue una magnífica Musetta en la adaptación que de la
ópera de Puccini realizó su mentor en “El
gran desfile”, King Vidor. Uno de sus últimos papeles fue en “El pagano” donde interpretaba a una
prostituta de buen corazón. La tuberculosis terminaría con su carrera y con su
vida a la temprana edad de 35 años.
La dirección de la película corrió a
cargo de William Nigh, un prolífico
director que durante más de treinta años dirigió filmes de todo tipo. Acabó
dirigiendo en productoras menores como Monogram, pero a mediados de los veinte
y durante cinco años pudo dirigir en MGM a muchas de sus principales estrellas.
Por citar algunas a Ramón Novarro y Joan
Crawford en “Across to singapore” nueva versión de “Todos los hermanos
valientes”, en la anterior filmada cinco años antes en 1923 curiosamente actuaba
Lon Chaney. Volvió a dirigir a Crawford en esta ocasión acompañada por John Gilbert en Four walls. Nigh
repetiría con Lon Chaney en la que sería la última película muda de ambos “Thunder”.
El director compartió muchos años antes
que Orson Welles, los títulos de
crédito con su director de fotografía John
Arnold. Arnold era el más prestigioso cámara del estudio, alcanzando rango
de notoriedad a partir de “El gran desfile” y autor de la fotografía de esa
obra maestra que es “El viento”.
Después de intervenir en sus dos únicos filmes sonoros (La melodía de Broadway y The Hollywood revue of 1929) se convirtió
en director de fotografía del estudio, designando a los cámaras necesarios para
cada filme de MGM durante un cuarto de siglo. También ganaría dos oscar por los
avances obtenidos por su labor investigadora.
Siempre se nos quedan cosas en el
tintero, como la actuación de Louise
Dresser, una actriz de carácter que en su juventud fuera muesa de George M. Cohan y que estaría en la
lista de nominadas a mejor actriz, en la primera edición de los premios de la academia,
por su papel en “Emigrantes” y que a la postre se llevara Janet Gaynor. También los maravillosos decorados a cargo de Cedric Gibbons y Richard Day, junto a
los no menos exquisitos trajes diseñados por Lucia Coulter, una de las pioneras vistiendo a las estrellas que
llevaba en Metro desde 1919, aunque su labor solo esté acreditada en el periodo
1926-1929. Todos unidos para una peli que aunque comienza morosa y vacilante,
va adquiriendo fuerza a lo largo de su proyección. Es una pena que la música
que acompaña la edición en DVD de Warner Archive no ayude en nada, a decir
verdad he oído pocas bandas sonoras tan espantosas. Pese a ello está el gran
Chaney y Reéne Adorée, una excelente actriz que merece ser más recordada y a la
que dedico esta entrada. Han pasado más de ochenta años desde que nos dejó,
pero su arte sigue vivo.
P.D. Dejo para el final un dato más que curioso. En 1930 MGM
realizó una versión sonora de Mr. Wu en español. Los motivos por los que el estudio
decidió realizar este filme, cuando la película de Chaney se había estrenado en
los principales países que hablamos esta lengua se nos escapa. Se tituló “Wu Li Chan” dirigida por el chileno Carlos F. Borcosque y protagonizada por
Ernesto Vilches, un actor
tarraconense que se había iniciado en el cine en 1909, aunque fue famoso en las tablas,
protagonizando obras de Benavente y
Eduardo Marquina entre otros.
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