Ross Lockridge Jr., autor de "Raintree County" la novela
en que se basa el filme, se había suicidado con tan sólo 33 años. Era un 6 de
marzo de 1948, cuando preso de una depresión nerviosa, abandonó este mundo
dejando a una mujer y cuatro hijos, más un libro que había despertado la
admiración de muchos, antes de que se publicara. Tanto que la productora
Metro-Goldwyn-Mayer concedió un premio de 150.000 dólares, pensando en una
futura adaptación cinematográfica.
El telón de
fondo de la historia “La guerra civil americana” había proporcionado al estudio
su mayor éxito, cuando coprodujo junto a David
O´Selznick la archifamosa “Lo que el
viento se llevó”. El marco histórico y su larga extensión era el único
paralelismo entre ambas novelas. Mientras el libro de Margaret Mitchell era un típico folletín, donde recreaba de forma
idealizada y partidista el conflicto secesionista y cuya protagonista era una
mujer valiente que se sobreponía a todo, la obra de Lockrige por el contrario
es una novela de amplia penetración psicológica, que huye de todo tipo de
maniqueísmos, protagonizada por un idealista profesor del medio rural yanqui.
Estructurada en
varios flash-back a lo largo de un solo día, remedando la novela de Joyce “Ulises”, era una novela compleja
y amarga que pese a ser seleccionada para el popular “Libro del mes” estaba
lejos de ser un best-seller al uso. Pasarían unos cuantos años hasta que el
popular estudio del león se decidiera a producir su nuevo “Lo que el viento se
llevó” en la época de las grandes pantallas. Y finalmente fue Raintree County
la gran apuesta de la productora que no escatimó medios para lograr un éxito
que se preveía clamoroso.
El año en que
empieza a rodarse el filme 1956, había sido el de las grandes superproducciones
de sus estudios rivales. Paramount había estrenado “Los diez mandamientos”, Warner “Gigante” y el futuro esposo de Elizabeth Taylor “Michael Tood” una
espectacular adaptación de “La vuelta al
mundo en ochenta días”. Precisamente Liz sería la estrella de este nuevo
proyecto que buscaba volver a poner a MGM en primera línea. Ella se había
vuelto a reunir con George Stevens en
“Gigante”, el director que le había llevado a la fama por su interpretación
junto a Montgomery Cliff de “Un lugar en
el sol”.
El árbol de la
vida, suponía ahora el reencuentro con Cliff, con quien mantenía una gran
amistad. El actor llevaba tres años alejado de los platós de rodaje tras rodar
dos filmes que le habían convertido en uno de los actores más famosos de
Hollywood: Yo confieso y De aquí a la eternidad. En ese periodo de tiempo había
rechazado interpretar el papel que finalmente recayó en James Dean en “Al este
del edén”. Algo que no era nuevo para Monty, quién había desechado protagonizar
“El crepúsculo de los dioses”.
Por desgracia
para Cliff, este filme ha quedado en el recuerdo debido al accidente
automovilístico que sufrió durante el rodaje. El actor salía de una fiesta y
gracias al auxilio de su amiga Liz no falleció ahogado. Pero su hermoso rostro
quedó desfigurado. Monty ironizaba que la gente iría a ver la película para ver
cuales escenas se habían rodado antes y después del accidente. Esto detuvo el
rodaje de la superproducción, a la que volvió Montgomery aturdido por los
calmantes que tomaba, para calmar los dolores producidos por sus recientes intervenciones
quirúrgicas.
Aparte de
belleza, la operación plástica le restó expresividad a su rostro. El no
obstante luchó denodadamente por sacar a flote el papel de John Wickliff
Shawnessy. Es un personaje complejo e idealista que parecía perfecto para él.
El prestigioso guionista Millard Kaufman
(Conspiración de silencio, El señor de la guerra) intentó adaptar de la
mejor forma posible el complicado libro original. Quizás esta fuera la causa
por la que la película no acaba de ser redonda. Su director Edward Dmytryk, había tenido un
traumático periplo tras ser acusado en la famosa casa de brujas. Tras dar con
sus huesos en la cárcel, acabó delatando a varios de sus compañeros, lo que
acabó perjudicando su reputación. No obstante venia de rodar un puñado de éxitos
(El motín del Caine, La mano izquierda
de Dios, Lanza rota) que le hacían un director de garantías para tan
gigantesco proyecto.
Pese a tan
buenos mimbres “El árbol de la vida” es un filme irregular, que no llegó a
conectar con el público como hubiera deseado el estudio. Quizás su compleja
trama, no era la ideal para las audiencias mayoritarias de los años cincuenta,
pero hoy vuelta a revisar me parece una película con muchos menos defectos que
virtudes.
Entre ellas las
actuaciones del reparto, que en la mayor parte de los casos está a gran nivel.
Elizabeth Taylor interpretó de forma convincente a la atribulada dama sureña Susanna
Drake, traumatizada desde niña por incidentes de adulterio y mezcla de razas.
Un conflicto que acabará desbordándola y que Liz recrea con gran sinceridad.
Nominada para la mejor actriz, vio como la preciada estatuilla se la llevaba Joan Woodward por “Las tres caras de Eva”.
Otra actriz emergente Eva Marie Saint
interpretaba a Nell Gaither, el amor adolescente de John, que ya había recibido
el oscar en su debut cinematográfico, nada menos que “La ley del silencio”. En este caso aportó a su rol, la naturalidad
y buen hacer habitual en ella.
Tras glosar al
trio estelar del filme, no puedo dejar de aludir a dos actores muy dispares
pero que para mí quizás compongan las mejores actuaciones de la película. Se
trata de Lee Marvin y Nigel Patrick.
Marvin ya había destacado en filmes como Los sobornados y Conspiración de
silencio. Aquí interpreta al rudo Orville 'Flash' Perkins, el corredor más
rápido del condado y luego compañero de desventuras en la guerra con John.
Patrick por su parte lucía como el mujeriego profesor Jerusalem Webster Stiles,
muchas de las mejores frases del guion las pronuncia él. Un fascinante
personaje que luego será avispado corresponsal de guerra para finalmente
convertirse en un político populista.
Además de la
nominación de Liz Taylor, la película también la recibió por su dirección
artística y decorados, el vestuario de Walter
Plunkett que ya había diseñado anteriormente los de “Lo que el viento se
llevó” y la maravillosa partitura de Johnny
Green. Una banda sonora que incluía
una canción en la inolvidable voz de Nat
King Cole. Otro de los elementos a destacar es que fue la primera película
rodada con la nueva cámara MGM Camera 65.
Un nuevo procedimiento elaborado por la empresa Panavision, que luciría en todo
su esplendor dos años después en el BEN-HUR
de William Wyller.
Con todas sus
imperfecciones, “El árbol de la vida” sigue siendo una suntuosa producción que
merecería una edición de video adecuada. Hace años en Estados Unidos salió una
edición en VHS que recuperaba su metraje íntegro y ofrecía por primera vez la
película en su formato original. Sin una edición medianamente decente en DVD y
mucho menos en Blu Ray, esperamos que finalmente tengamos la oportunidad de
verla en todo su esplendor.
excelente reseña y critica, a la segunda vez que la vi recién comprendí con detalle porque de la confusión mental de suzannne, es una muy buena película psicológica...por eso que no todos la comprenden
ResponderEliminar