lunes, 25 de agosto de 2014

Quo Vadis? (1951) Comienza el espectáculo.

 

         Esta película de la que hoy hablo era la preferida de mi madre, por eso este es un post muy especial. Siempre recordaba cuando la vio por primera vez en su estreno en Valladolid. Ese día le habían extirpado las amígdalas y como premio le llevaron al Teatro Calderón donde se proyectaba. Para una niña criada en el campo, pese a que iba habitualmente al cine, debió de ser impactante la visión de esta gran epopeya, no había visto nada parecido en su vida.

         Sesenta años después de su estreno en nuestro país, la espectacularidad de esta película sigue impresionando. Fue una larga gestación que empezó a finales de la década de los treinta cuando MGM, adquirió los derechos de la obra a los hijos del autor Henry Sienkiewicz. A diferencia de la otra gran obra pseudobíblica “Ben-Hur”, cuyo autor era Lew Wallace un general norteamericano, el escritor polaco fue un reputado novelista, cuyos logros fueron reconocidos con la obtención del prestigioso premio Nobel en 1905. Pese a los valores de su narrativa, especialmente los dedicados a su tierra natal, su mayor éxito fue una novela ambientada en Roma, durante el reinado del emperador Nerón y publicada en 1896 con el nombre de “Quo Vadis?”
         En 1913 la productora italiana CINES llevó por primera vez a la gran pantalla la obra bajo la dirección de Enrico Guazzoni. Proyectada en medio mundo, su triunfo en Estados Unidos fue crucial para que la industria norteamericana se decidiera a embarcarse en proyectos de magnitud. Doce años más tarde una coproducción Germano-Italiana pese a estar protagonizada por Emil Jannings en el papel de Nerón, no logró el éxito de su antecesora, algo que sí consiguió en 1932 Cecil B. DeMille con “El signo de la cruz”. Una obra de teatro escrita por el actor británico  Wilson Barrett contemporánea de “Quo Vadis?”, que tiene tantas coincidencias con esta (el incendio de Roma, Nerón, los amores de un centurión romano y una cristiana etc.) que para muchos bien podría tratarse de una adaptación espuria de la novela de Sienkiewicz.
         Lo cierto es que los ejecutivos de MGM parecían dispuestos a dar forma a una nueva versión de “Quo Vadis?” a comienzos de los años cuarenta, pensando en rodar los exteriores en México, pero la entrada de Estados Unidos en el conflicto mundial, cercenó aún más su mercado exterior, crucial para afrontar una inversión de estas características. Así que otra vez se vuelva a meter en el cajón el proyecto que se había pensado encabezara Robert Taylor quién acababa de protagonizar “El puente de Waterloo” junto a Vivien “Escarlata” Leigh.
 
 
 
 
         Tras terminar la guerra el ansiado proyecto de “Quo Vadis?” vuelve a estar sobre la mesa. Son tiempos convulsos para el estudio, que después de encabezar año tras año los mayores beneficios, ha ido reduciendo estos ante la competencia de la televisión y de productoras que conectan más con el público. Esta situación hace tambalear el hasta hace poco indiscutible reinado de Louis B. Mayer. Los propietarios deciden incorporar a un productor joven que ha realizado una gran labor en RKO “Dore Schary”. La tensión entre ambos hace que el estudio de pasos dubitativos entre las renovadoras ideas de Schary, a las que el viejo Mayer intenta boicotear.
 
 
 
 
 
         En 1949 se puso de nuevo toda la maquinaria en acción. La cinta producida por Arthur Hornblow, la dirigiría John Huston y para los papeles de Marco Vinicio y la cristiana Ligia, se pensó en Gregory Peck y Elizabeth Taylor. Todo se fue al traste cuando Gregory Peck sufrió una lesión ocular que le impedía actuar, motivo que adujo Huston para desligarse de un proyecto que no acababa de satisfacerle, junto a Hornblow se encargaría de hacer “La jungla de asfalto”. Por otro lado Elizabeth Taylor, cada vez más enemistada con Mayer aceptó entusiasmada ser cedida a Paramount para rodar “Un lugar en el sol” con George Stevens.
 
 
         Definitivamente parecía que MGM nunca iba a producir “Quo Vadis?”. Entonces Louis B. Mayer dio las riendas de la producción a Sam Zimbalist quién llevaba en el estudio desde comienzos de la década de los veinte, cuando era montador en la vieja productora METRO antes de que se fusionara y convirtiera en la flamante MGM. Su carácter afable y la energía que  había demostrado estando al frente de los más variopintos filmes, le  hacía perfecto para hacer frente a un desafío de ese calibre. Acababa de encargarse de la producción de “Las minas del rey Salomón”, rodada en escenarios naturales africanos (República Democrática del Congo) todo un desafío para la época.
 
         Los altos costos que tendría la película, hacían aconsejable el realizar el rodaje fuera de los estudios de Culver City. En un principio se pensó realizarla en las instalaciones que MGM tenía en Borehamwood, Inglaterra. Estos estudios habían sido adquiridos y ampliados por la productora en 1947, que así retomaba sus producciones en la isla británica interrumpidas por la guerra. Pero finalmente la cinta sería rodada en los renovados estudios Cinecitta de Roma. Nacidos del megalómano régimen de Mussolini quien quería dotar al nuevo cine fascista de unas instalaciones adecuadas, los bombardeos y ocupaciones durante el conflicto armado, degradaron de tal forma el conjunto que fueron necesarios dos años para que pudieran ser nuevamente utilizados en toda su plenitud.
 
         Los beneficios fiscales propulsados por la ley Andreotti, unidos al menor costo de producción, hicieron que MGM desembarcara con toda su maquinaria en la ciudad eterna, donde comenzaría el rodaje el 22 de mayo de 1950. Ahora estaba al mando Mervin Le Roy, un director que llevaba muchos años en el oficio y que había sido reclutado por MGM con la intención de suplir a Irving Thalberg. Pero pese a dirigir títulos tan emblemáticos como “El mago de Oz” Le Roy, lo que deseaba era dirigir por lo que volvió a su antigua ocupación. Al igual que Zimbalist se había enfrentado a una gran variedad de temas a lo largo de toda su filmografía, pero lo cierto es que nunca se había enfrentado a una producción de estas proporciones.
 
         Ante las dudas que le surgían, decidió pedir consejo a DeMille, el máximo especialista en superproducciones. El veterano director le animó a que se aventurara “No puedes desperdiciar dos mil años de propaganda” le respondió socarrón. Así que se puso manos a la obra junto a Zimbalist, lo primero era confeccionar el reparto. Para interpretar al joven Marco Vinicio se eligió a Robert Taylor, algo mayor para el papel y que había sido la primera opción diez años atrás. En cuanto a la virginal Ligia, Le Roy quería que la interpretara una actriz desconocida, recientemente le habían hablado de una chica que tenía un gran talento Audrey Hepburn, pero la Metro se negó en redondo. Al final el papel recayó en una bella actriz británica que llevaba casi una década delante de las pantallas y que acababa de protagonizar la última producción de Zimbalist “Deborah Kerr”. Aunque firmó su contrato con MGM en 1947, ninguno de los títulos hasta entonces protagonizados le habían elevado al estatus de estrella. La cinta de aventuras africana y sobre todo “Quo Vadis?” finalmente lo consegurian.
 
 
 
 
 
         Pero al que haya leído la novela, no se le escapará que los personajes que vertebran la acción no son la joven pareja, sino dos figuras históricas que el escritor polaco dibujo de forma tan precisa, que sólo podían ser encarnados por dos actores de grandes cualidades. Para interpretar a Petronio “Arbitro de la elegancia” se eligió a Leo Genn. El actor londinense tenía un gran bagaje tanto en el teatro como en el cine (Pigmalyon, Cesar y Cleopatra, Enrique V), pese al lapsus de la guerra donde llegó al rango de Teniente Coronel y le fue otorgada la Cruz de Guerra, su carrera siguió en orden ascendente. Y a decir verdad que Genn estuvo perfecto en su cometido, recreando un Petronio de referencia.
 
 
 
         Si inolvidable fue la encarnación de Leo Genn, como el autor del célebre Satiricon, que decir de la de Peter Ustinov en la piel del emperador Nerón. Pese a que con anterioridad lo habían interpretado actores del prestigio de Emil Jannings y Charles Laugthon en “El signo de la cruz” de DeMille, Ustinov dejó para siempre grabada la imagen del tiránico monarca en el cine. Ante las dudas que el estudio tenía para otorgarle el papel, el actor envió a MGM un telegrama en que les decía: Nerón falleció con 31 años, sino se dan prisa, seré mayor para poder interpretarlo. El estudio respondió: Hemos comprobado que  los datos que nos ha dado son ciertos, el papel es suyo.
 
 
         Sin lugar a dudas Ustinov era un hombre de una gran cultura. Polifacético y políglota, fue calificado por sus múltiples habilidades como “Hombre del renacimiento”. El único lunar fue la carrera militar, donde fracasó ostensiblemente, si tenemos en cuenta la opinión de sus superiores. Pero en todo lo demás que se propuso, siempre logró el éxito. Descendiente de nobles de varias nacionalidades, tuvo una educación cosmopolita, que influyó decisivamente en su consideración de “ciudadano del mundo”. Notable autor de obras teatrales, poeta, embajador de la UNICEF, político, una somera semblanza biográfica excedería con mucho los límites de este post.
         Lo cierto es que supo utilizar sus innumerables recursos expresivos, para darnos una fascinante, compleja y divertida composición de tan contradictorio personaje. Su deliberado histrionismo, al servicio de una actuación sin fisuras, es sin duda lo más memorable de la película. Una broma final, fue incluida a petición del director. Cuando Nerón va a morir exclama: Entonces, ¿Es este, el fin de Nerón? Donde se parodia a una de las cintas más famosas de Le Roy “Hampa dorada” donde Edward G. Robinson exclama al ser abatido ¿Es este, el fin de Rocco”.
         En un reparto predominantemente británico, también destacan Patricia Laffan como la bella y cruel Popea y Finlay Currie en el papel de San Pedro. Con 72 años a sus espaldas Currie tenía una gran reputación como actor de carácter en su Inglaterra natal, aunque ya había intervenido en producciones norteamericanas como “La rosa negra”. En la siguiente década seguiría apareciendo en películas de gran formato como “Ivanhoe” y “Ben-Hur”.
         Una de las pocas diferencias entre la novela y la película, en el ágil guion obra de John Lee Mahin, S.N. Behrman y Sonya Levien, es la nacionalidad de Eunice, la esclava griega enamorada de Petronio, que en el cine se transmutó en hispana. La encarnó con convicción la hermosa Marina Berti, una actriz británica de ascendencia italiana, que tuvo una discreta pero larga carrera, su último filme fue “Amen” de Costa Gavras, el mismo año de su fallecimiento en 2002.
 
         Mientras otras producciones de estas características, tuvieron un rodaje conflictivo, siendo la “Cleopatra” de Mankiewicz la más caótica de todas, la filmación de “Quo Vadis?” fue ejemplar. Pese a los mastodónticos recursos empleados (35.000 extras, 100 decorados, 63 leones, 7 toros, 450 caballos, 32.000 trajes diseñados por Herschel McCoy de los cuales 11.000 eran diferentes) la buena sintonía entre Zimbalist y Le Roy permitieron que no hubiera ningún percance reseñable durante su filmación. Entre los asistentes de dirección, Sergio Leone tuvo su primera oportunidad y entre los miles de extras italianos, hubo dos que realizarían carreras bien distintas, “Bud Spencer” y “Sophia Loren”. También hizo un cameo “Liz Taylor” quien como hemos afirmado, en un principio iba a interpretar a Ligia.
 
 
         La dirección artística recayó principalmente en Edward C. Carfagno, que empezó en MGM como dibujante en “El mago de Oz”. Fue director artístico en MGM desde 1943 a 1970. En esta película colaboró con el sempiterno Cedric Gibbons y William A. Horning en quien recaía la parte más técnica del diseño de producción. Horning fue compañero de viaje de Carfagno en la epopeya más famosa del estudio “Ben-Hur” falleciendo durante su rodaje al igual que el productor Zimbalist.
         Otro de los aspectos más importantes de esta grandiosa película, es el de la música que corrió a cargo de Miklos Rozsa. El compositor ya había firmado 13 partituras para la MGM con la que estaba trabajando desde 1948. “Quo Vadis?” será la primera de tipo épico que realizara para el estudio, dando rienda suelta a su sentido de la espectacularidad, algo que ya había demostrado en sus inicios, cuando escribió las bandas sonoras de “Las cuatro plumas” y “El ladrón de Bagdad. Después de una intensa labor de documentación, dio la luz a una de sus más bellas partituras, después de los primeros ensayos en Hollywood, grabaría el score final en Londres junto a la Royal Philarmonic Orchestra el mes de abril de 1951.
 
 
 
 
         Tras dos años de preparación y rodaje, la película se estrenó el 8 de Noviembre de 1951 en Nueva York. La cinta fue estrenando sucesivamente en las siguientes ciudades, logrando que estos eventos fueran todo un acontecimiento. El merchandising de la época, promocionó la cinta con todo tipo de productos, incluyendo ropa interior. Pese a no igualar, las fabulosas recaudaciones que años más tarde lograría “Ben-Hur” los beneficios fueron cercanos a los cinco millones de dólares, tan sólo contando con la recaudación en Estados Unidos.
 
 
 
 
         En cuanto a su reconocimiento artístico, la película corrió peor suerte. Pese a que las críticas de la mayor parte de los periódicos de la época fueron satisfactorias, algo poco habitual tratándose de cintas de este género, en la carrera de los oscar sufrió una derrota hasta entonces sin precedentes. Nominada hasta en 8 categorías: Mejor película, Mejores actores secundarios Leo Genn y Peter Ustinov, Mejor fotografía en color, Mejor vestuario, Mejor dirección artística, Mejor montaje y partitura, no ganó ninguno de ellos. Lo cierto es que la academia no tenía por costumbre premiar este tipo de cintas, ese mismo año competía con cinco nominaciones otro título bíblico de la FOX “David y Betsabé” que tampoco consiguió ninguna estatuilla. Pero para el estudio del león todo quedó en casa, pues la ganadora fue “Un americano en París” que se alzó con el oscar a la mejor película, pese a que el mayor número de nominaciones lo encabezaban dos títulos del peso de “Un tranvía llamado deseo” y “Un lugar en el sol”.
 
Durante el rodaje de Quo Vadis? Robert Taylor hizo un tour por Italia junto a su esposa Barbara Stanwick.
 
         Galardones aparte, “Quo Vadis?” quedó como referente de película de gran espectáculo. Una cinta que fue emulada en los siguientes años, por otras faraónicas producciones, que intentaban así hacer frente al desafío de la televisión. Las hubo más pretenciosas, más rigurosas, pero creo que pocas lograron ser tan espectaculares y sobre todo entretenidas. Un exótico mundo creado, para deleite del espectador. ¿Se puede pedir más?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

2 comentarios:

  1. Es mi pelicula favorita en las llamadas historicas, junto a Ben Hur las dos son inolvidables

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  2. Es mi pelicula favorita en las llamadas historicas, junto a Ben Hur las dos son inolvidables

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