Wilfrid J. Holroyd jr., fue un hábil esgrimista que dio muestras de su
talento, en multitud de películas de los años treinta, aunque no figurase en
ningún título de crédito. El doblaba en las escenas de acción a los
protagonistas, como es el caso de Ronald Colman en este magnífico filme.
“El prisionero de Zenda” formaba parte de esas lecturas juveniles, que
solíamos frecuentar en nuestra época. Su autor Anthony Hope no es ni de lejos
tan célebre como otros autores de ese subgénero como Salgari o Verne, pero lo
cierto es que para mí resulto una novela muy divertida, donde prevalecía un
sentido del humor muy británico.
Escribiendo este post he descubierto que
esta, la más famosa de sus novelas, tuvo una continuación titulada Rupert de
Hentzau, que por su sinopsis parece mucho más dramática. Esa es quizás la causa
de que exceptuando un telefilme británico de 1957, no haya sido llevada a la
gran pantalla en la época sonora.
Henry Ainley interpretó el doble papel en la versión británica de 1915
Las adaptaciones
cinematográficas, comienzan en 1913, con una versión rodada por la Famous
Players en Norteamérica. Dos años después en Gran Bretaña se rodaran con el
mismo reparto “El prisionero de Zenda” y su secuela “Rupert de Hentzau”. Un
caso único que no volverá a repetirse, ya que las siguientes adaptaciones mudas
de ambas novelas, serán producidas por dos estudios diferentes.
Imágenes de la versión de Rex Ingram para Metro en 1922
La versión rodada
en 1922 de “El prisionero de Zenda” por Metro Pictures, es la única que he
podido visionar. Su protagonista es Lewis Stone, un actor ya veterano, conocido
por actuar en muchas películas de Greta
Garbo, para interpretar a su rival Hentzau, se contó con los servicios de Ramón
Novarro, en su primera gran oportunidad en el cine. En el papel de la Princesa
Flavia apareció Alice Terry, esposa del director, el genial Rex Ingram. Pese a
su estupendo diseño de producción, la cinta no es de las mejores del cineasta
irlandés, le falta la chispa que el mismo elenco lograría con “Scaramouche”,
rodada dos años después.
Rupert de Hentzau rodada por Selznick en 1923
En 1923, se
estrenaba la continuación “Rupert de Hentzau”. Sus protagonistas Bert Lytell, Helaine
Hammerstein y Lew Cody muy populares en su tiempo, no pudieron superar el
ascenso del sonoro y quedaron en el olvido. También tuvo una suerte funesta su
productor Lewis J. Selznick, que ese mismo año declaraba la bancarrota de su
productora.
Catorce años
después, su hijo David acababa de fundar su propia productora Selznick
International Pictures, después de aprender todo sobre el mundo del cine en la
Paramount, RKO y la MGM que comandaba su suegro Louis B. Mayer. Su primera
película como independiente “El pequeño Lord”, fue un éxito considerable, a
ella le siguieron otras dos rodadas en el nuevo sistema Technicolor de tres
bandas: “Ha nacido una estrella” y “El jardín de Alá”.
Así se iba a rodar
esta nueva versión de “El prisionero de Zenda”, siendo una de las causas por
las que Colman se decidió a interpretarla. Ronald Colman ya había coincidido
con David O´Selznick, cuando este produjo para MGM, una estupenda adaptación de
“Historia de dos ciudades”. Por desgracia, finalmente tuvo que rodarse en blanco
y negro. Los problemas financieros de la empresa Pioneer que era la que hasta
ahora había brindado a Selznick la oportunidad de rodar en Technicolor, se unió
con una imperiosa necesidad de obtener liquidez por parte de Selznick, ya que
el resto de inversores querían ver resultados inmediatos. Recordemos que el
productor llevaba un año con los preparativos de “Lo que el viento se llevó”, invirtiendo
una importante suma en ello. La opción de rodar en blanco y negro, además de
más económica, permitiría poner la cinta en circulación lo antes posible.
Pero este no fue
el último de los problemas a los que se enfrentó la nueva versión. Selznick
quería que fuera el prestigioso Frank Borzage quien se ocupara de la dirección,
pero Warner Bross que lo tenía en contrato, se negó a prestarlo. Finalmente
sería John Cromwell, quien se encargó de una de las mejores producciones de
Selznick para RKO “Cautivo del deseo” y director asimismo de “El pequeño Lord”
el elegido. De todas formas, el auténtico artífice de la película era el joven
productor, quién no sólo utilizó a Cromwell. Para la escena más famosa del
filme, el brillante duelo final, pidió prestado a su suegro Mayer, a W.S. Van
Dyke, famoso por su ritmo dinámico. Su gran amigo George Cukor, se encargó de
dirigir la conmovedora escena final entre la princesa Flavia y el impostor
inglés.
No era esta la
primera ocasión en que Ronald Colman interpretase un doble papel. Ya en su
etapa muda lo hizo en 1927, con “La llama mágica” en la que el actor
interpretaba a un payaso y un noble, una película de Henry King con su habitual
pareja en el cine de aquella época Wilma Banky. Un filme del que
lamentablemente sólo se conserva su primera parte. El segundo de los títulos
con duplicidad de papeles, pude verlo hace muchos años cuando TVE emitió un
buen número de películas de Samuel Goldwyn, estudio para el que trabajó durante
una década el actor inglés. Se titulaba “La máscara del otro” (1933) y
tiene bastantes paralelismos con sus
papeles en “El prisionero de Zenda”. Al igual que en la novela de Hope, Colman
interpreta a un miembro prominente de la sociedad, si en la cinta que hoy nos
ocupa se trata de un rey, en este drama contemporáneo, interpreta a un
destacado miembro del gobierno británico, que al igual que el gobernante de
Ruritania tiene un problema de adicción, en este caso las drogas. Su “sosias”
es también un primo lejano, quien asimismo se enamora de la mujer de este. En
la anterior colaboración entre Selznick y Colman, “Historia de dos ciudades” sin
existir un parecido físico, también asumirá la identidad de un noble francés.
En esta ocasión logró una de las mejores interpretaciones de su carrera, lo
cual es decir mucho, dando la profundidad y empaque que el personaje requería.
Además del
brillante actor británico, la producción destaca por un reparto casi perfecto.
Para el papel de la princesa Flavia, se pensó en un principio en la joven Anita
Louise, quien ya había intervenido como actriz secundaria en películas
importantes como “El sueño de una noche de verano” y “El caballero Adverse” ambas
protagonizadas por Olivia de Havilland. Pero finalmente pensó que Madeleine Carroll,
con su melena platino, encajaba mejor con el aura principesca del personaje.
Británica, de madre francesa y padre irlandés, antes de iniciarse en el teatro,
consiguió licenciarse en bellas artes. Una mujer inteligente, que supo aprender
el oficio de actriz cinematográfica, hasta convertirse en poco tiempo, en la
estrella más popular del Reino Unido.
Ella fue la primera rubía gélida, del gran Alfred Hitchcock. Su primera
colaboración juntos en Treinta y nueve escalones (su siguiente filme con el
maestro fue El agente secreto), la convirtió en una actriz de fama mundial.
Cuando Selznick decide darle el papel de Flavia, Madeleine llevaba un año en
Hollywood, tras firmar un contrato con Paramount donde ya había actuado con dos estrellas una
prometedora y la otra en la cima: Tyrone Power en Lloyds de Londres y Gary
Cooper en “El General murió al amanecer”.(Anteriormente Carroll en 1934 ya
había estado en Hollywood, rodando para la Fox una película de Ford que fue un
gran fracaso, “Paz en la tierra).
Anita Louise en El sueño de una noche de verano
Madeleine Carroll y Robert Donat en 39 escalones
Si Colman está
perfecto en la película, puede decirse lo mismo de Douglas Fairbanks Jr., quién
en un principio no estaba dispuesto a interpretar el papel de Rupert ya que no
era el protagonista. Finalmente, el buen consejo de su progenitor hizo que
aceptara, logrando la interpretación por la que hoy es más recordado. Frente al
grave y calmado Colman, Fairbanks contrasta con su personaje nervioso y amoral.
Un villano, que pese a todo nos cae bien. No sucede lo mismo, con el cínico y tortuoso Michael el Negro, al que da
vida uno de los villanos por antonomasia Raymond Massey. Massey había tenido su
primer papel protagonista en el cine interpretando a Sherlock Holmes, pero a
partir de su papel de Ducelin en “La pimpinela escarlata” empezó a hacerse
imprescindible como malvado. El actor canadiense había proseguido con villanos
históricos como Felipe II en Fuego sobre Inglaterra y El Cardenal Richelieu en
Bajo el manto escarlata, hasta llegar a su brillante interpretación del pérfido
hermano del monarca. La estupenda Mary Astor, también estaba genial como su
sufrida compañera Antoinette.
No menos apropiado
como el Coronel Sharp está C. Aubrey Smith. Encarnación perfecta del militar
veterano, nadie mejor que el para este papel. Como su ayudante, un juvenil David
Niven, que sólo tres años antes hacía de esclavo en “Cleopatra” de DeMille,
donde Aubrey Smith interpretaba a un guerrero britano amigo de Cesar.
Otro de los
aciertos de la cinta, fue su espléndido guion a cargo de un nutrido grupo de
escritores, bajo la supervisión como era habitual de Selznick. Su principal
responsable fue John L. Balderston, uno de los mejores guionistas de su época, que
empezó su carrera en el cine en Universal, donde firmo los guiones de los
grandes clásicos del estudio (Frankestein, Drácula, La momia, La novia de
Frankestein). En el género de aventuras, ya había destacado en un título tan
popular como “Tres lanceros bengalíes”.
Para rematar la
estupenda fotografía de James Wong Howe, cuya pericia hizo posible que Colman
apareciese por partida doble en el mismo plano. Los estupendos decorados de Casey
Roberts, fueron el marco perfecto donde lucir el estupendo vestuario. Su autor,
el modisto austríaco Ernest Dryden, acababa de ocuparse de la otra gran
película de Colman ese año “Horizontes perdidos” de Frank Capra.
Desgraciadamente fallecería sólo un año después víctima de un ataque al
corazón.
El lanzamiento de
la película, coincidió con la abdicación del monarca británico Eduardo VIII,
para casarse con la norteamericana Wallis Simpson. Este acontecimiento, hizo
aún más interesante para los espectadores el filme, que tuvo un resonante
éxito. Todo el mundo alabó esta maravillosa cinta de aventuras, que sigue
siendo una de las mejores del género de capa y espada. Unos grandes actores, un
prestigioso equipo técnico y el genio indómito de un productor irrepetible
David O´Selznick. Si sólo habéis visto la versión que quince años después
realizó MGM con Stewart Granger y que copia fotograma a fotograma esta película,
os animo a que descubráis el original, os aseguro que ganaréis con el cambio.
P.D. La estupenda banda
sonora de Alfred Newman, fue utilizada nuevamente en el preestreno de “Lo que
el viento se llevó” ya que su autor Max Steiner todavía no la había concluido.
Precioso amor.mio
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