Como
era norma en aquella época, las grandes novelas que gozaban del favor del
público, pronto eran adaptadas para representarse en los escenarios. “El Conde
de Montecristo”, la popular obra de Dumas, no podía escapar a la moda. Tres
décadas después de que fuera escrita, un joven y apuesto actor irlandés James
O´Neill (padre del famoso dramaturgo Eugene) empezaba a representar con gran
éxito el personaje de Edmundo Dantés. Fue tal la acogida, que pasó las
siguientes décadas volviendo a interpretar al mítico conde, hasta superar las
6.000 representaciones. En 1912, el productor Adolph Zukor consiguió
convencerlo para que lo interpretara en el cine. El actor que contaba con
sesenta y cinco años, no consiguió el mismo efecto ante la cámara
cinematográfica y la cinta estrenada casi con un año de retraso, no alcanzó el
éxito deseado.
Pese
a ello no era la primera adaptación llevada al cine, ya en 1908 y 1912 la
productora Sellig había rodado dos versiones abreviadas del relato y
seguramente habrá otras que desconozco filmadas en los rincones más inauditos
del planeta, tal era y es la fama de esta novela. En 1918 se rueda en Francia
la hasta entonces, aproximación más seria a la obra. Mediante 15 capítulos
producidos por Pathe, asistimos a una versión bastante integral de esta. Su
director Henry Poctual , sacó adelante el proyecto pese a contar con un
presupuesto bastante modesto. Como dato más curioso anotar que originalmente el
protagonista del filme iba a ser Jean Angelo, que fue llamado a filas y
sustituido por Léon Mathot. Diez años más tarde Angelo, ya convertido en una estrella, sería el
protagonista de la versión que hoy nos ocupa.
En
1922 la Fox Film rueda la primera versión hecha en Hollywood. Su protagonista
un joven John Gilbert, en su quinta película para la productora que pretende hacer
de él un nuevo Valentino. Durante muchos años considerada perdida, su visión en
la actualidad me ha decepcionado bastante. Es obvio que Gilbert mejoró
considerablemente su actuación gracias a la experta mano de Victor Sjostrom y
King Vidor. Aquí especialmente en su primera parte, lo vemos bastante exagerado
en su interpretación del prisionero del castillo de Iff. Con todo es una
producción agradable, con suntuosos decorados y lujoso vestuario, que incluye
un final feliz entre la pareja protagonista de Edmundo y Mercedes, diferente
del de la novela.
John Gilbert en la versión de 1922
Ese
falso “Happy end” tan propio del cine de Hollywood, ha sido por desgracia
habitual en numerosísimas adaptaciones,
desde la protagonizada por Robert Donat en 1934, hasta la miniserie con Gerard Depardieu.
Una de las pocas que respetan el final de la obra, es la versión mexicana de
1941, con un Arturo de Córdova en plenitud. Y por supuesto esta maravillosa
película francesa rodada a caballo entre 1928 y 1929, que tanto me ha impresionado.
Al
frente Henry Fescourt, un talentoso director francés, cuya obra vuelve a
ponerle en el lugar de honor que merece. Rebuscando en antiguas enciclopedias
del cine, no encontré la más mínima referencia a este gran narrador, mientras
detallaban con todo lujo de detalles la trayectoria en el cine mudo de Renoir y
Clair, cuyas obras en ese periodo distaban mucho de ser perfectas, o el tedioso
Abel Gance, cuyas películas son poco digeribles para un espectador normal.
Afortunadamente Fescourt, parece que vuelve a estar de moda, como en aquellos
años veinte, cuando sus películas causaban sensación.
El asesinato del Duque de Guisa de 1908
Durante
muchos años Fescourt ha sido reconocido más como teórico del cine, o
memorialista. Las páginas de Le foi et les montagnes, son un relato en primera
persona de los orígenes del cine francés. Aunque descubrió el cine en un burdel
en 1902, empezó a interesarse por el nuevo medio tras asistir a una proyección
de “El asesinato del Duque de Guisa”, una nueva experiencia de trasladar temas
complejos al cine, con la novedad de una partitura musical escrita exprofeso
para el filme obra del prestigioso Camille Saint-Saëns.
Edmundo Dantés a punto de ser prendido en la versión de 1929
Sus
inicios en el cine fueron en la empresa Gaumont, que comandaba Louis Feuillade. Auténtico titán de esa
primera época en el cine, Feuillade, también había empezado como periodista al
igual que Fescourt, que comienza a realizar varios guiones para la compañía
hasta ser elevado en 1912 a la categoría de director. En su aludido libro de
recuerdos evoca al patrón de la compañía León Gaumont, enfadándose cuando por
equivocación se filmaba un plano medio, o un primer plano. Muy enfadado
bramaba: “Sabed que las cabezas no caminan solas”.
Mathias Shandorf el primer gran éxito de Fescourt
En
este medio en continuo cambio, Fescourt va filmando sus primeras obras,
comedias cortas en su mayor parte. Al año siguiente rueda sus dos primeros
seriales, La Marquise de Trévenec y La mariquita, ambas en cinco partes. Es la
edad de oro, un género el del cine por capítulos de quien es máximo exponente
Feuillade, autor de los populares Fantomas y Judex. En Norteamérica el serial
más popular fue sin duda “Los peligros de Paulina”. Al igual que su mentor
Fescourt será llamado a filas, pero mientras Feuillade vuelve pronto al cine,
incapacitado para el servicio activo, Fescourt pasará prácticamente toda la
guerra. Cuando regresa, empieza un filme con la prestigiosa compañía Le filme
d´art titulada “Un toast a la lune” que queda inacabada.
Carteles alemanes de la película
Dos
años después conocerá a Louis Nalpas, un productor radicado en Niza, que será
fundamental en su carrera. Nalpas que lleva en el cine desde 1912, apoya a
Fescourt para que ruede una adaptación en 9 episodios de la novela de Verne “Mathias
Sandorf” donde el propio Nalpas ejercerá de montador. El serial tiene una gran
acogida, lo que da impulso de nuevo a la carrera de Fescourt, quien por otro
lado sigue aportando textos sobre teoría cinematográfica. Ese mismo año 1921
viaja a Italia donde rodará “La bambola del Miliardario”.
El imponente Castillo de Iff
“Rouletabille
chez les bohémiens” otro serial de diez episodios, basado en la novela de Gaston
Leroux, utilizará con amplitud los paisajes de la Costa Azul, como en Mathias
Sandorf empleara los de la Provenza. Un rodaje en exteriores poco habitual en
la época y que se convertirá en santo y seña del cine de Fescourt. “Mandrin
caudillo de leyenda” será su segunda producción con Nalpas, en ella también se
reencontrará con un viejo amigo de los tiempos de Gaumont, el escritor Arthur
Bérnede creador del personaje de Judex y autor de novelas de misterio de éxito.
Será el último serial de Fescourt, en esta ocasión ocho capítulos.
Tras
dirigir dos largometrajes, en 1925 emprenderá
junto a Nalpas y con guion de Bérnede, la película por la que es más
recordado “Los miserables”. Empleando más de seis horas divididas en cuatro
partes, recreó para muchos críticos la novela de Victor Hugo con gran
sensibilidad y pulso narrativo. Fue una epopeya el rodaje, utilizando en
multitud de ocasiones las auténticas localizaciones descritas por la novela.
Pese a los problemas de financiación, finalmente pudo llevar a cabo esta
monumental obra de arte que acaba de ser restaurada.
Jean Angelo de Edmond Dantés a Conde de Montecristo
Pasaran
otros tres años, con filmes que tienen una buena acogida, pero Fescourt desea
volver a realizar otra gran epopeya como su aclamada “Los miserables”. Así que
vuelve a reunirse con Nalpas, para realizar este magnífico Monte Cristo.
Utilizando estupendos escenarios naturales y suntuosos decorados, supo mover la
cámara con gran sencillez no exenta de virtuosismo, como en la magnífica escena
de la ópera. Puede que al público español choque la representación de una
colonia catalana de la que son naturales Mercedes y Mondegó, más parecida a un
tablao flamenco, pero ya sabemos que para los espectadores internacionales,
España es Andalucía. No obstante ese momento folklórico está rodado con gracia
y riqueza de medios. También contiene momentos de gran intensidad dramática, como el asesinato del
joyero, donde la influencia del cine expresionista alemán es evidente. Pero
quizás lo más brillante son esos rápidos flas-back que por momentos vienen a
los personajes, unos pocos segundos montados vertiginosamente que nos hacen
recordar instantes claves de la historia.
La excelente ambientación de la película
La
mayoría del reparto se adapta con pasmosa naturalidad a la sustancia de sus
personajes. Encabezándolo estaba Jean Angelo, al quien mencionamos al principio
de la entrada, quién en un principio iba a protagonizar la versión estrenada en
1918 y que su intervención en la gran guerra cercenó. Angelo que llevaba desde
1908 en el cine, ya había protagonizado para 1910 un Fra Diavolo donde exponía
sus virtudes de galán. Pero sería la exitosa cinta de Feyder “La Atlántida”
quien le catalpultará a la fama. A partir de entonces su nombre se hará popular
en toda Europa, rodando filmes también en Austria y Alemania. Su
caracterización de Edmundo Dantés sorprende por la complejidad que imprime al
personaje, desde el joven enamorado del principio, al hombre amargado en que se
convierte. Todo ello sin aspavientos, contenido pero con una pasión interior
que desprende su presencia. El momento del final de la primera parte, en que
después de la sorpresiva llegada del bergantín Faraón, queda solo sentado en
una roca rumiando su venganza, tras lo que abandona la pantalla, es fantástico.
Lil Dagover de Mercedes a Condesa de Morceff
Otro
actor que ralla a gran nivel es Gaston Modot, secundario de lujo del cine
francés, actuó bajo las órdenes de cineastas tan conocidos como Buñuel, Renoir
o Carné. Su Fernand Mondego no es el de un villano unidimensional al uso. Henri
Debain que tendrá una larga carrera en el cine, ya había trabajo con Fescourt
en dos de sus grandes filmes de la década de los veinte: Les Grands y Un fils d´Amérique,
su caracterización del borracho Caderousse es asimismo notable. En cuanto al
reparto femenino, al igual que en la novela sus intervenciones son de menor
relieve. Interpretando a Mercedes tenemos a Lil Dagover, una auténtica diva del
cine alemán que ya había intervenido en el cine francés, con una amplia carrera
que se extendió hasta un año antes de su
muerte a los 93 años. Uno de sus primeros papeles protagonistas fue en el
famoso filme “El gabinete del Doctor Caligari” apareciendo también en películas
de Lang y Murnau. Su composición de Mercedes es mucho menos ñoña de lo
habitual, acorde con la madurez de la película. En el papel de la esclava
griega Haydée, cumple Tamara Stezenko una bella actriz de la que no se supo
más. Marie Glory otra actriz francésa de amplio recorrido, supo encarnar
brillantemente a la juvenil hija de Villefort.
Tamara Stezenko
Marie Glory
Jean Toullon como Monsieur de Villefort
Bernhard Goetzke como el Abate Faría
La
película fue un gran suceso, pero era el canto del cisne del cine mudo francés.
Las películas habladas estaban a la vuelta de la esquina, un sistema al que su
director no acabo de acoplarse. Lo mismo sucedió con su protagonista Jean
Angelo, que moriría muy poco después en 1933 tras protagonizar una nueva
versión de la película que lo convirtió en estrella“La Atlántida”. Fescourt
casi le sobreviviría tres décadas, dedicadas al magisterio con alumnos tan
brillantes como Alain Resnasis. De él dijo François Truffaut, que su curiosidad no tenía
límites, siempre abierto a la novedad. Como novedad para el público del siglo
XXI es este maravilloso filme que viene
a reivindicar a su director como uno de los grandes maestros del cine galo.
La revista francesa Cine Mirois dedicó su portada a la película
AQUÍ TENÉIS UN EXTRACTO DE LA PELÍCULA CON LA
ESCENA DEL BAILE DE LA ÓPERA
Hello!
ResponderEliminarI am a long time looking for information about Tamara Stezenko and I am very glad that you found her picture. Can you help me to learn something about the fate of this woman?
Best regards,
Marina
Vladikavkaz
Russia
I´m sorry, it´s impossible, thank you for your message
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