miércoles, 9 de septiembre de 2015

Trafalgar (1929) El final de una época

 
 

       Acabo de ver “Trafalgar” curioso título español para “The divine lady”, parece que  los distribuidores de la época pensaron que para el público español era más familiar el nombre de la batalla naval, que los amores de Eva Hamilton y el Almirante Nelson.

 

       Tampoco hacía demasiado tiempo que había revisitado la versión de Korda con Vivien Lehig y Laurence Oliver, así que me resultaba estimulante visionar este filme, del que tuve noticia hace más de una década de la manera más extraña.

 
 
 
Página del catálogo de Odeón de Julio de 1930 donde se anuncia la versión de Marcos Redondo
 

       Resulta que soy un gran aficionado a la ópera y la zarzuela, sería el año 2.002 cuando adquirí un estuche de cinco cd´s dedicado al insigne barítono Marcos Redondo. El último de ellos venía dedicado a canciones populares, algunas de ellas provenían del cine, entre ellas estaba Divina mujer de Trafalgar, aunque a decir verdad no indicaba el estuche que perteneciera a la banda sonora de algún filme. Ese fue mi primer contacto con esta película.

 

       Por cierto que esta versión originalmente se encuentra en la sección titulada: “Películas sonoras”, Divina mujer de Trafalgar ocupaba la cara A de uno de los discos, siendo la cara B la popular canción Pagan love song aquí convertida en “El pagano de Tahití”, tal como refleja el catálogo de Odeón de julio de 1930.


 
       Aunque estaba catalogada en esa sección, donde también aparece otro título mucho más conocido como es “El desfile del amor”, Trafalgar, no es realmente una película con diálogos, pertenece a ese género de filmes que se realizaron en los inicios del sonoro,  que cuenta sólo con partitura y efectos sonoros más algunas canciones.



       Una experiencia de transición pero que en poco más de dos años dio como fruto filmes tan maravillosos como Amanecer, El séptimo cielo y Soledad por poner sólo algunos ejemplos. Mucho menos conocida que estos, la película que hoy nos ocupa es un título más que estimable, realizado a mayor gloria de una de las actrices más populares de su época.

 
Fotografiada por el gran Edwin Bower Hesser
 

       Aunque hoy está totalmente olvidada Corinne Griffith, fue una de las mayores estrellas del cine mudo. Tenía una legión de admiradores y todo el mundo resaltaba su belleza. Pero el no  haber participado en ninguna película memorable del periodo silente le ha llevado al más injusto de los olvidos. Porque Corinne no era sólo una cara bonita, era una actriz diferente en muchos aspectos, tanto por su modesta forma de vida, como por el cuidado y control que tuvo de su carrera.

 
 

       King Vidor recordaba en su autobiografía como conoció a la luego famosa estrella, en un popular balneario de Texas, el estado natal de ambos. Allí comenzaron a hablar de su afición en común por el mundo del cine, en un futuro los dos serían primeras figuras de esa nueva industria que iniciaba sus primeros pasos.

 
 

       Con todo fue Corinne la primera en llegar a Hollywood, en esa época de continuos cambios, donde predominaban las cintas de dos bobinas y cuyo mayor exponente era D.W. Griffith de quién Corinne adoptó su apellido de estrella. Poco a poco fue escalando la cumbre hasta convertirse en la máxima estrella de la Firts National en 1923.

 
 

       Mientras otros actores se compraban mansiones de gran lujo y llevaban una vida tan extravagante como onerosa para sus finanzas, Corine se limitó a adquirir una estupenda casa en Hollywood, cómoda y elegante pero razonablemente cara. Su modo de vida, carente de excentricidades le permitió ir acumulando una fortuna en bienes raíces, la cual siguió aumentando una después de su prematura retirada del cine.
 

 

       Otra de sus características, fue el control que tuvo una vez llegado al estrellato sobre su carrera. No sólo tenía voz y voto sobre el tema, director y reparto de sus películas, también asistía a las proyecciones diarias sobre el material filmado y podía opinar sobre el montaje final.




       Ese afán de perfeccionismo, derivaba en ocasiones en una actitud colérica, seguramente esa sería la razón por lo que se decidió encargar a Frank Lloyd la dirección de la película. Pues una de las virtudes del realizador era conseguir domesticar a sus estrellas. Se cuenta que sin él, hubiera sido imposible rodar “Rebelión a bordo”, debido a la mala relación que existía entre los dos actores protagonistas, Charles Laughton y Clark Gable. Ese clásico de 1935, sin duda su filme más famoso, tiene en común con Trafalgar el épico mundo del mar. Otra de sus especialidades, filmar batallas marítimas como ya demostró en la adaptación muda de “El halcón del mar”.

Frank Lloyd durante el rodaje del filme
 

       Las principales virtudes del filme, son por un lado la excelente interpretación de Corinne Griffith, tanto en las escenas más divertidas como en las románticas, un idilio bellamente fotografiado por John F. Seitz, en la primera de sus siete nominaciones a este galardón nunca concedido y eso que fue el responsable de filmar las primeras obras maestras de Billy Wilder durante su etapa en la Paramount incluyendo la mítica “El crepúsculo de los dioses”. Seitz que se había hecho un nombre al principio de la década, gracias a su colaboración con el gran Rex Ingram, culminaba su etapa muda con este título que es una magnífica muestra del extraordinario nivel que había alcanzado el lenguaje del cine.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

       El historiador cinematográfico Anthony Slide, autor del único libro dedicado a Frank Lloyd del que tengo conocimiento, considera a “Trafalgar” como su mejor obra, destacando además de la lírica emanada de su protagonista, el virtuosismo técnico del que hace gala, prodigándose en movimientos de cámara y excelencias de montaje, que se utilizan al servicio de la narración, no como un ejercicio de megalomanía. Pues Lloyd era un hombre sencillo, que huía de la publicidad, puede que esa humildad sea una de las causas por las que su figura no obtenga la rehabilitación que si han tenido otros colegas de menos méritos.

Frank Lloyd recibiendo su primer oscar
 

En esta película Lloyd recibió su primer oscar al mejor director, luego lograría otra estatuilla por “Cabalgata” que también sería galardonada como la mejor película dos años, al igual que Rebelión a bordo. Pero hoy os invitaría a que conocierais esta bella película, que cuenta además de Corinne Griffith con la participación de dos estupendos actores como Marie Dressller y H. B. como la madre y el esposo de Emma Hamilton. También me parece estimable la actuación de Victor Varconi, quien interpreta a Nelson. Varconi precisamente había sido Pilatos en Rey de Reyes donde Warner interpretaba a Cristo. Este actor nacido en la actual frontera entre Hungría y Rumanía, había triunfado en el cine austríaco antes de que DeMille le trajera a Hollywood.

Marie Dresller
 
H. B. Warner
 
Victor Varconi
 

Mientras H. B. Warner seguiría trabajando habitualmente durante el nuevo periodo de cine sonoro y Marie Dressller llegaba incluso a ser cabeza de cartel, las estrellas de la película Corinne Griffith y Victor Varconi, quedaran arrinconados como vestigio de una época pasada. Pero la magia del cine les da de nuevo vida y uno no puede menos que emocionarse cuando escuchamos a Corinne, cantar con triste voz Loch Lomond mientras Victor se aleja en busca de su destino.

 
 
 

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