Cuando en 1931
“Red Dust” (título original de la obra de teatro y del filme) subió a los
escenarios de Broadway tan sólo aguantó ocho representaciones. Era algo poco
habitual que una obra de Wilson
Collison, no lograra el éxito tras doce años contando con el favor del
público. No obstante su historia de amor a tres bandas en un paraje exótico,
parecía el idóneo para una típica película de Hollywood. MGM adquirió los
derechos de la obra pensando en utilizarla como vehículo para John Gilbert, cuya carrera había
empezado a caer en picado desde el inicio del sonoro.
No obstante
finalmente se decidió que fuera una joven promesa quien encabezara el cartel.
Su nombre era Clark Gable y estaba a
punto de convertirse en la estrella masculina por antonomasia de la época.
Gable como otros colegas había empezado desde los peldaños más bajos su ascenso
al estrellato. Junto a él estaba Jean
Harlow, la rubia platino que había sido bautizada así por unos ejecutivos
de la Fox. Contratada por el excéntrico multimillonario Howard Hughes, intervino en “Los
ángeles del infierno” espectacular cinta sobre el mundo de la aviación.
Pese al considerable éxito de la cinta, los críticos se burlaron de la
actuación de la actriz, lo que no le impidió seguir consiguiendo paulatinamente
mejores papeles en títulos tan populares como “El enemigo público” emblemático filme de gangster junto a James
Cagney y “La jaula de oro” de Frank
Capra donde compartía cartel con otra futura gran estrella de la pantalla “Loreta Young”.
Tras comprar
MGM su contrato al magnate Hughes, Harlow finalmente empezó a emprender la
senda del éxito. “Tierra de pasión” sería su tercer filme en su nuevo contrato
para el estudio del león, tras protagonizar
“The beast of the city” y “La pelirroja”. Un año antes había coincidido ya
con Gable en “Los seis misterios” otra cinta del género criminal, escrita por
la prestigiosa Frances Marion a
mayor gloria de Wallace Beery, en
ese instante en el pináculo de su fama. Ahora juntos Gable y Harlow serían los
protagonistas de una película que finalmente los colocaría entre los favoritos
del público.
Otro de los
cambios efectuados fue encomendar la dirección del filme a Victor Fleming, en
detrimento del originalmente designado Jacques
Feyder. Fleming también era un recién llegado a Metro, donde demostraría su
versatilidad y oficio. Como muestra decir que su primer filme para la
productora “The wet parade” era una
alegato antialcohólico en forma de drama. Con 42 años el director era un hombre
de acción que había empezado en el mundo del cine como extra. Su asociación con
Douglas Fairbanks donde fue su
cámara habitual, le llevó finalmente a lograr rodar su primera película en 1919 “When the Clouds Roll by”. Si Fleming debía a “Doug” gran parte de
su fortuna en el negocio del cine, otro de los astros más brillantes “Gary Cooper” tenía su deuda con él al
darle la oportunidad de protagonizar “El
virginiano”, auténtico lanzamiento de Cooper en el cine, tras varios años
durante la etapa muda de insigne secundario.
Durante el
rodaje de la película acaeció la muerte de Paul
Bern, mentor y desde hacía dos meses marido de Harlow. Bern era asistente
de producción de Irving Thalberg y el principal valedor para que Harlow firmara
por MGM, donde él había alcanzado una gran reputación. La policía declaró que
había sido un suicidio, pero a día de hoy son muchas las dudas que envuelven un
caso plagado de incógnitas, algunas realmente sórdidas, que para nada tienen
que ver con el espíritu de este blog.
Con su
insensibilidad habitual, el estudio decidió sustituir a la rubia platino por Tallulah Bankhead, pero ésta haciendo
alarde de un gran sentido del compañerismo, se negó en redondo. Harlow volvió
al rodaje que transcurrió sin
incidentes, fascinando a todos por su estupenda interpretación de la
prostituta Vantine. Suyas son las mejores frases del agudo guión de John Lee Mahin, un estupendo escritor
de cuya máquina de escribir salieron los diálogos de un puñado de grandes
películas como “Scarface”, ·Capitanes
intrépidos”, “Piloto de pruebas” o “Misión de audaces” de John Ford.
Precisamente Ford volvería a rodar veinte años después un remake de la cinta
que hoy nos ocupa, volviendo a ser el protagonista un talludito “Clark Gable” y
que se tituló “Mogambo”.
En esta primera
versión se mantiene la misma trama que en la más famosa versión en color. Las
mayores diferencias entre ambas se deben al diálogo más explícito de la película
de Fleming, ya que el código Hays tardaría todavía dos años en ponerse en
práctica. También la localización, una plantación de caucho en la Conchinchina,
que hace que el ambiente sea mucho más claustrofóbico que los bellos parajes
africanos, donde se desarrolla “Mogambo”.
Nos dejamos
para el final, a la tercera punta del triángulo amoroso, la puritana esposa
interpretada por Mary Astor, una
actriz que con el sonoro encarnaría a mujeres de compleja personalidad,
olvidando ya las virginales doncellas a las que había encarnado en el periodo
silente. Al marido de esta lo encarnó Gen Raymond un actor de agradable físico
conocido sobre todo por ser el esposo de Jeanette
McDonald.
Casi olvidada
por la versión en Technicolor de Ford, “Tierra de pasión” nos devuelve a los
inicios del cine hablado, donde todavía la censura no había hecho mella y los
actores se convertían en estrellas de un día para otro. Unas estrellas que
siguen brillando gracias a sus películas décadas después de haber desaparecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario