miércoles, 13 de agosto de 2014

Tierra de pasión (1932) Gable y Harlow listos para el estrellato

 
 

         Cuando en 1931 “Red Dust” (título original de la obra de teatro y del filme) subió a los escenarios de Broadway tan sólo aguantó ocho representaciones. Era algo poco habitual que una obra de Wilson Collison, no lograra el éxito tras doce años contando con el favor del público. No obstante su historia de amor a tres bandas en un paraje exótico, parecía el idóneo para una típica película de Hollywood. MGM adquirió los derechos de la obra pensando en utilizarla como vehículo para John Gilbert, cuya carrera había empezado a caer en picado desde el inicio del sonoro.

 
         No obstante finalmente se decidió que fuera una joven promesa quien encabezara el cartel. Su nombre era Clark Gable y estaba a punto de convertirse en la estrella masculina por antonomasia de la época. Gable como otros colegas había empezado desde los peldaños más bajos su ascenso al estrellato. Junto a él estaba Jean Harlow, la rubia platino que había sido bautizada así por unos ejecutivos de la Fox. Contratada por el excéntrico multimillonario Howard Hughes, intervino en “Los ángeles del infierno” espectacular cinta sobre el mundo de la aviación. Pese al considerable éxito de la cinta, los críticos se burlaron de la actuación de la actriz, lo que no le impidió seguir consiguiendo paulatinamente mejores papeles en títulos tan populares como “El enemigo público” emblemático filme de gangster junto a James Cagney y “La jaula de oro” de Frank Capra donde compartía cartel con otra futura gran estrella de la pantalla “Loreta Young”.
 
         Tras comprar MGM su contrato al magnate Hughes, Harlow finalmente empezó a emprender la senda del éxito. “Tierra de pasión” sería su tercer filme en su nuevo contrato para el estudio del león, tras protagonizar “The beast of the city” y “La pelirroja”. Un año antes había coincidido ya con Gable en “Los seis misterios” otra cinta del género criminal, escrita por la prestigiosa Frances Marion a mayor gloria de Wallace Beery, en ese instante en el pináculo de su fama. Ahora juntos Gable y Harlow serían los protagonistas de una película que finalmente los colocaría entre los favoritos del público.
 
         Otro de los cambios efectuados fue encomendar la dirección del filme a Victor Fleming, en detrimento del originalmente designado Jacques Feyder. Fleming también era un recién llegado a Metro, donde demostraría su versatilidad y oficio. Como muestra decir que su primer filme para la productora “The wet parade” era una alegato antialcohólico en forma de drama. Con 42 años el director era un hombre de acción que había empezado en el mundo del cine como extra. Su asociación con Douglas Fairbanks donde fue su cámara habitual, le llevó finalmente a lograr rodar su  primera película en 1919 “When the Clouds Roll by”. Si Fleming debía a “Doug” gran parte de su fortuna en el negocio del cine, otro de los astros más brillantes “Gary Cooper” tenía su deuda con él al darle la oportunidad de protagonizar “El virginiano”, auténtico lanzamiento de Cooper en el cine, tras varios años durante la etapa muda de insigne secundario.
 
         Durante el rodaje de la película acaeció la muerte de Paul Bern, mentor y desde hacía dos meses marido de Harlow. Bern era asistente de producción de Irving Thalberg y el principal valedor para que Harlow firmara por MGM, donde él había alcanzado una gran reputación. La policía declaró que había sido un suicidio, pero a día de hoy son muchas las dudas que envuelven un caso plagado de incógnitas, algunas realmente sórdidas, que para nada tienen que ver con el espíritu de este blog.
 
         Con su insensibilidad habitual, el estudio decidió sustituir a la rubia platino por Tallulah Bankhead, pero ésta haciendo alarde de un gran sentido del compañerismo, se negó en redondo. Harlow volvió al rodaje que transcurrió sin  incidentes, fascinando a todos por su estupenda interpretación de la prostituta Vantine. Suyas son las mejores frases del agudo guión de John Lee Mahin, un estupendo escritor de cuya máquina de escribir salieron los diálogos de un puñado de grandes películas como “Scarface”, ·Capitanes intrépidos”, “Piloto de pruebas” o “Misión de audaces” de John Ford. Precisamente Ford volvería a rodar veinte años después un remake de la cinta que hoy nos ocupa, volviendo a ser el protagonista un talludito “Clark Gable” y que se tituló “Mogambo”.
 
         En esta primera versión se mantiene la misma trama que en la más famosa versión en color. Las mayores diferencias entre ambas se deben al diálogo más explícito de la película de Fleming, ya que el código Hays tardaría todavía dos años en ponerse en práctica. También la localización, una plantación de caucho en la Conchinchina, que hace que el ambiente sea mucho más claustrofóbico que los bellos parajes africanos, donde se desarrolla “Mogambo”.
 
         Nos dejamos para el final, a la tercera punta del triángulo amoroso, la puritana esposa interpretada por Mary Astor, una actriz que con el sonoro encarnaría a mujeres de compleja personalidad, olvidando ya las virginales doncellas a las que había encarnado en el periodo silente. Al marido de esta lo encarnó Gen Raymond un actor de agradable físico conocido sobre todo por ser el esposo de Jeanette McDonald.
 
 
         Casi olvidada por la versión en Technicolor de Ford, “Tierra de pasión” nos devuelve a los inicios del cine hablado, donde todavía la censura no había hecho mella y los actores se convertían en estrellas de un día para otro. Unas estrellas que siguen brillando gracias a sus películas décadas después de haber desaparecido.
 
 
 
 
 
 

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