Con “El tesoro de Sierra Madre”, John Houston mostró que era posible
otro cine de aventuras. Donde los protagonistas dejaban de ser caballeros de
reluciente armadura, y nos ofrecían el lado más oscuro del alma humana. Con
este memorable filme, el género entraba en un territorio adulto, hasta ese
momento vedado. El director argentino Hugo
Fregonese siguiendo la misma senda había realizado “Soplo salvaje” con una pareja de campanillas Gary Cooper y Barbara Stanwyck (http://ramonnovarr.blogspot.com.es/2013/12/soplo-salvaje-1953-aqui-hay-petroleo.html)
y ese mismo año 1953 Henri-Georges Clouzot, nos brindaba la desasosegante “El
salario del miedo”.
Ambientado, al igual que las
restantes cintas en Hispanoamérica, “El secreto de los incas” pese a ser un
filme de aventuras en glorioso Technicolor, también compartía aunque matizado,
ese lado oscuro que hace muy tenue la línea divisoria entre héroes y villanos. Su
director Jerry Hopper, antiguo
montador en Paramount no puede decirse que hiciera una gran carrera en el mundo
del cine, hoy se le recuerda casi exclusivamente por los tres filmes que rodó
con Charlton Heston (El triunfo de Búfalo
Bill y La guerra privada del Mayor Benson fueron las otras) y que dedicó la
mayor parte de su actividad al mundo televisivo, dirigiendo capítulos de series
de gran popularidad como “El fugitivo”, “La
familia Addams”, “Perry Mason” y “La isla de Gilligan”.
Por el contrario los guionistas de la
cinta tienen un estupendo curriculum, Ranald
MacDougall (Alma en suplicio, Objetivo Birmania, El rey del tabaco, Cuando ruge
la marabunta) y Sydney Boehm (Cuando los mundos chocan, Los sobornados,
Barreras de orgullo), procurándonos un héroe tan atípico como Harry Steele .
Un arqueólogo o más bien diríamos, un cazatesoros sin escrúpulos que ejerce de
falso guía turístico en Perú. Su amigo
se convertirá en su mayor antagonista, cegado por la codicia de un fabuloso
tesoro.
Charlton Heston, con su indumentaria
de cazadora de cuero, y sombrero de ala
ancha, es un claro precedente de Indiana Jones. Ese es el motivo por el que
actualmente se la recuerde, desdeñando una cinta de aventuras, seca y oscura,
con un excelente villano de la mano del gran Thomas Mitchell. Completaban el reparto el elegante Robert Young,
en su último papel para el cine y la bella actriz francesa Nicole
Maurey. Una actriz que ya había intervenido durante su primer etapa en su país
natal,en un filme tan prestigioso como “Diario
de un cura de pueblo” de Bresson y en la popular “Cita en Grenade” con Luis Mariano. Justo después emprendió una
fugaz carrera en Hollywood donde además de la cinta que hoy nos ocupa
coprotagonizó con Bing Crosby “El niño
perdido”.
Por cierto que una ceremonia
tremendamente kitsch, ambientada en el mítico Machu Picchu, surge la maravillosa cantante Yma Sumac, una artista que aseguraba
ser una auténtica princesa inca y que se hizo muy popular en Estados Unidos al
mezclar su prodigiosa voz con ritmos afro-cubanos. Otro aliciente más para
disfrutar de esta entretenida cinta de aventuras, que es mucho más que el
precedente de Indiana Jones.
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