“Bette Davis ha
ofrecido seguramente, la mejor interpretación de una actriz americana en la
historia del cine.”
Al menos eso era lo que afirmaba la
crítica de la revista Life ante la estupefacta reacción de Jack Warner,
mandamás del estudio que acababa de suspender de empleo y sueldo a Davis. La
actriz se había negado a participar en “El caso del perro aullador” primera de
las cintas que el estudio rodó sobre el abogado Perry Mason, donde le encomendó
el breve papel de su fiel secretaria.
Aunque estaba atada de pies y manos por
un leonino contrato que no le permitía tener el más mínimo control sobre su
carrera, esto había llegado demasiado lejos. No obstante, si “Cautivo del deseo”
no hubiera sido un éxito, quizás la carrera de Bette y desde luego la historia
del cine, serían bien distintas.
Una jovencísima Bette Davis
Pero llegó el 27 de junio de 1934 y
todo el mundo alabó la interpretación que realizó de la malvada Mildred hizo
que Warner cambiara de opinión y así la actriz volvió a los platós de rodaje.
Mildred fue la primera gran criatura a la que sólo Bette podía insuflar esa
esencia maligna que se convertiría en marca de la casa.
Pero volvamos a los orígenes, empezando
por la novela “Servidumbre humana”, quizás la mejor que escribió el prolífico
William Somerset Maugham. La obra publicada en 1915 mientras el escritor servía
en la unidad de ambulancias del ejército británico vino a dar el definitivo
espaldarazo al autor en el ámbito de la narrativa, tras labrarse una gran
reputación como autor de comedias teatrales que recordaban a las escritas por
su admirado Oscar Wilde. Yo que prácticamente he leído todas sus obras, debo de
reconocer que Servidumbre humana fue la que más me llegó al alma. Dotada de
ciertos elementos autobiográficos, pese a su longitud, en absoluto me resultó
pesada.
Para cuando RKO decidió acometer la
adaptación de la novela, su autor era uno de los más llevados a la pantalla, de
algunas de sus obras como “El círculo” y “Lluvia” en pocos años se habían
rodado versiones mudas y sonoras, en ocasiones con estrellas de la fama de
Gloria Swason y Joan Crawford. Incluso la Divina Garbo estaba a punto de rodar
su adaptación de El velo pintado. Pero la glamurosa Katrin que se redime por el
amor, no tenía nada que ver con la
vulgar Mildred que intenta destruir al pobre lisiado Phillip. Seguramente
ninguna estrella de Hollywood hubiera deseado tan desagradable papel, pero
Bette era diferente. Cuando a fines del verano de 1932 el guionista Wilson
Mizner le entregó un ejemplar de la novela, ella quedó fascinada con el
personaje. Cuando la película fue finalmente asignada a John Cronwell, quedó
impresionado con la actuación de Bette en una película titulada Esclavos de la tierra. Fue por casualidad,
pero enseguida pensó en que Davis era perfecta para el papel. Más había un gran
problema, había que esperar a que la Warner cediera su actriz a la RKO. Durante más de seis meses Bette estuvo insistiendo a
Jack Warner para que le dejara rodar el filme. El magnate no entendía como
quería interpretar un personaje tan desagradable, pero ya harto ante la
insistencia de esta, acabo cediendo no antes de sentenciar “Anda, ahórcate
sola”.
Era el primer papel realmente
importante que obtenía Davis desde que llegara a Hollywood. Primero en
Universal, donde primaba la improvisación, luego en Warner un estudio que
realizaba películas como si fueran salchichas en tiempo record, la actriz
apenas tuvo oportunidad para poder desarrollar sus enormes actitudes como intérprete.
Para ella era de tal relevancia, que no dudó en abortar en Enero de 1934, ya
que si no le hubiera sido imposible incorporarse al rodaje que empezaría el mes
siguiente. Bette estaba casada con su primer marido Ham, un compañero de los
tiempos de instituto que después de perder su trabajo de trompetista, se había
unido al número de personas que vivían a costa de ella, entre las que
destacaban su posesiva madre y su hermana.
La inevitable foto publicitaria en bañador
Si Bette era una estrella en ciernes,
su oponente Leslie Howard ya tenía un nombre dentro de la industria del cine.
Si en la década anterior había sido uno de los actores más populares en
Broadway y Londres, su paso al cine ya le había deparado un puñado de buenos
títulos. Pero Howard no deseaba firmar en exclusiva con ningún estudio y dedicó
todo el año 1933 a pasarlo en Inglaterra, ocupado en el teatro. Ante la
insistencia de RKO, en intervenir en uno de sus filmes, Leslie Howard sugirió
que le encantaría protagonizar una película basada en la novela Servidumbre
humana. En pocos días el estudio pagó los derechos de la novela, pidiendo al
actor que volviera a Hollywood para rodarla.
Leslie Howard con el director John Cromwell
Howard con Francis Dee la buena de la película
Cuando apareció la yanqui Bette en el
set donde los británicos eran mayoría, empezaron a murmurar sobre ella. Pero
pronto convenció a todos con su peculiar acento cockney y esa manera tan
personal de interpretar. No sólo se vale de la palabra, utiliza todo su cuerpo para retratar a esta
camarera vulgar, con apariencia de fulana. Bette que en su vida personal era una
persona reprimida en lo que tocaba al sexo, se transforma en su ser claramente
obsceno para los parámetros de la época. Esa atracción primaria que hace del personaje de Howard un auténtico
esclavo.
Howard y Davis en el set de rodaje
Mildred es ante todo un personaje
cruel, odioso, esa era la causa por la que ninguna estrella de RKO había
querido interpretarla, pero Bette gracias a él se convierte en una estrella. No
obstante fue para ella una decepción el que no fuera nominada como mejor
actriz, ese año arrasó Sucedió una noche y Claudette Colbert se alzó con la
estatuilla. Cuando al año siguiente lo logró por su participación en
“Mentirosa”, pareció como una compensación del olvido de la academia.
Su primer oscar
Sólo Bette se atrevió con un personaje como el de Mildred
Pero la interpretación de Davis no es
lo único atrayente del filme. Fantástica también la interpretación de Leslie
Howard con el que volvería a coincidir en dos ocasiones más. Su relación fue
cordial, aunque no tanto como solía ser habitual en las películas del actor
inglés. Muchos años después cuando se encontró con Michael Caine, Bette le
confesó que le recordaba a Howard. Le dijo que era la única de sus compañeras
de reparto que no se había acostado con él. Donde sí le hubiera gustado
coincidir con él era en la plantación de los tres robles, donde Howard era
Ashley Wilkes y ella soñaba con ser Escarlata. La mayor decepción de su carrera
fue no protagonizar la película más famosa de todos los tiempos, “Lo que el
viento se llevó”.
Más hoy hablamos de un filme que siendo
mucho más modesto y sin lugar a dudas
infinitamente menos conocido, no por eso deja de ser estimable. Pese a las modificaciones
que hubo que hacer con respecto a la novela, ya que el Codigo Hays por fin
empezaba a realizar su labor castradora, el más que estimable realizador
John Cromwell consiguió una gran
adaptación de la novela. Pese a que volvería a ser nuevamente llevada a la
pantalla, primero en 1946 y luego ya en los liberales sesenta, ninguna de estas
nuevas versiones llegan a tener la
categoría de esta, principalmente por el genio de una de las más importantes
presencias que ha dado el cine, Bette Davis.
Por culpa de la censura el personaje de Bette pasó de prostituta a camarera
Momento cumbre de la interpretación de Bette cuando se limpia la boca de su amante
Agradecimientos:
Me fue de gran ayuda para realizar este post la fantástica biografía de Bette
Davis “Amarga victoria, la vida de Bette Davis” escrita por Ed Sikov, además
del estupendo blog “Innaferrabile Leslie Howard”, entre otras muchas consultas.
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