Cuando
conocí en persona a Imperio Argentina, su figura estaba en pleno proceso de
reivindicación. Un completo ciclo emitido por televisión española y su
participación en la película de José Luis Borau "Tata mía" le habían
devuelto a la actualidad. Pese a su edad, todavía mantenía esa aureola de
auténtica estrella, que combinaba con una gran sencillez.
De Margarita Nile del Río, todo
el mundo siempre habló bien, con la única excepción de Alfredo Landa, quien en
su libro de memorias "Alfredo el Grande" la puso de chupa de dómine,
vamos como a casi todo el mundo. Vino a Logroño con motivo de la proyección de
la que seguramente será su segunda cinta más famosa "Nobleza
Baturra", pues nadie pone en discusión que su título más célebre es la
película de la que hoy hablamos "Morena clara".
La obra
homónima había sido un gran éxito tanto en España como en la América hispana.
Sus autores Quintero y Guillén, habían caminado por los senderos del sainete
andaluz cuyo mayor exponente eran los hermanos Álvarez-Quintero. Una Andalucía
tradicional, con un mensaje eminentemente conservador. Quintero y Guillén eran
también los responsables de "La copla andaluza", la más famosa de las
obras de la en aquel tiempo exitosa "Ópera Flamenca", que dio a
conocer entre otros a figuras tan importantes como Angelillo y el Niño de
Marchena. En el post que dedicamos a "La hija de Juan Simón" protagonizada
por Angelillo, poníamos de relieve los evidentes toques progresistas de esa
producción de Filmófono, de quien era supervisor Luis Buñuel. "Morena
Clara" en cambio fue producida por su rival, CIFESA, propiedad de la
familia valenciana Casanova, quién tenía un matiz más conservador en su
mensaje. Muchos han tildado a CIFESA, como productora paradigma del régimen
franquista, pero si somos honestos, ni fue la empresa cinematográfica más
privilegiada del franquismo, ni sus orígenes están en él, pues ya en el periodo
republicano se había convertido en la primera productora nacional, por prestigio
y popularidad de sus estrellas.
El cine
sonoro en España, al igual que en la mayoría de naciones europeas, si
exceptuamos quizás a Francia y Alemania, había tenido un nacimiento largo y
complicado. En un principio fueron las empresas norteamericanas, especialmente Fox
y Paramount, quienes se llevaron a los mejores talentos para realizar versiones
en nuestro idioma de sus títulos más populares. Aunque dos de los títulos más
recordados son las versiones de Drácula y El presidio producidas por dos de las
major más erráticas con el cine de versiones, Universal y MGM, que conocieron
prestigio y éxito a la par.
Pero su alto costo y ante todo la
invención del doblaje, acabaron con esa moda pasajera. Nuevas estrellas como
Miguel Ligero e Imperio Argentina se habían forjado en esas películas y ahora
se convertían en las impulsoras del nuevo cine nacional, quién después de
muchos titubeos en 1934 empezó a caminar con cierta regularidad. De entre todas
las productoras CIFESA contaba con los servicios de los dos cineastas más
populares del cine hispano: Benito Perojo y Florián Rey. Ambos antes de
participar en las películas sonoras producidas por Hollywood ya habían
realizado una obra estimable en el periodo silente. Perojo había dirigido
películas de la calidad de "La Bodega" protagonizada por Conchita
Piquer. Cuando la artista valenciana se puso a las órdenes de Perojo, ya era
una estrella en ciernes que pese a su juventud contaba con el aprendizaje
efectuado en Estados Unidos durante cuatro años, durante su estancia en Nueva
York rodó algunos cortos con un sistema sonoro ideado por Lee De Forest que
pese a su calidad no fue finalmente adoptado, se cree que estos fueron las
primeras películas sonoras rodadas en español. Frente a ese bagaje, Imperio
Argentina era una novata cuando rodó con Florián Rey la versión muda de La
hermana San Sulpicio, poco después el director aragonés rodaría la que se
considera obra maestra del cine mudo hispano "La aldea maldita".
Imperio
Argentina parece deber su nombre al gran dramaturgo Jacinto Benavente, amigo de
sus padres excelentes bailarines. En un principio la artista se dedica a cantar
tangos, bonaerense de nacimiento, malagueña de sangre, parece seguir la estela
de la también argentina Celia Gámez, quien a finales de los años veinte se
convierte en figura prominente de las variedades en España. Su intervención en
revistas musicales como Las Castigadoras y especialmente Las Leandras acabaran
reconvirtiéndola en una intérprete cultivadora de la música pseudofolklórica
española, haciendo del schotis su bandera. También Imperio terminará
incorporando los ritmos españoles a su repertorio que en su inicio como hemos
indicado era fundamentalmente argentino. No obstante, en su debut
cinematográfico en el cine sonoro con "Su noche de bodas"
interpretaba un romántico vals a dúo con el tenor Manolo Russell que se
convirtió a su vez en el primer éxito discográfico de la artista. Un año
después intervino en "Melodía de Arrabal" vehículo para Carlos Gardel
rodado en los estudios de Joinville. Imperio cantaba con el morocho un dúo
campero que desgraciadamente no se llevó al disco al pertenecer los artistas a
sellos diferentes. Menos conocida que este largometraje es un corto en el que
también intervino ese verano de 1932 con Gardel titulado "La casa es
seria" y que fue destruido por los invasores alemanes en la segunda guerra
mundial, del que sólo se conserva la banda sonora.
Si la figura de Imperio era ya muy conocida, el reencuentro
con Florián Rey en la nueva versión de "La hermana San Sulpicio"
constituyó su definitiva consagración como máxima estrella de nuestro cine.
Basada en la popular novela de Armando Palacio Valdés, su argumento mezclaba
pequeñas gotas de drama con un casto romanticismo y algunas dosis de comedia a
cargo de Miguel Ligero. El papel del actor madrileño se ampliaría en la siguiente
película "Nobleza baturra" rodada parcialmente en exteriores
naturales que le dan en ciertos momentos un aire semi-documental que nos hace
recordar salvando las distancias el cine de Flaherty y Murnau que sin duda
Florián Rey conocía. Ese mismo año Miguel Ligero también en CIFESA y bajo la
dirección de Benito Perojo protagonizaría una estupenda versión del sainete
"La verbena de la Paloma", donde recrearía un Don Hilarión que ha
quedado como definitivo. La repercusión de este título colocó a Ligero al mismo
nivel estelar de coprotagonista en el siguiente proyecto "Morena Clara".
El gran Miguel Ligero
En el famoso número Échale guindas al pavo
Antes
de protagonizar el título que acabaría por consagrarlos, Imperio rodó un
cortometraje con Florián Rey que también gozó de gran popularidad, su título "Romanza
rusa", que no era otra que la archifamosa "Ojos negros" que la
artista cantaba a ritmo de tango. Para entonces la versatilidad estilística de
la actriz y cantante le habían hecho cantar flamenco en "La hermana San
Sulpicio" y jota en "Nobleza baturra" saliendo bien parada en
ambos y constituyendo éxitos discográficos sus canciones. Con "Morena
Clara" la artista ingresa definitivamente en el mundo de la copla
andaluza, canción española o como quieran ustedes denominarlo. Un género
híbrido, que bebe de las fuentes folklóricas populares, pero también de la
zarzuela y que adopta ritmos tomados de aquí y allá, casi siempre con
excelentes resultados. Una generación de autores, músicos y poetas que en las
siguientes décadas propiciarían una serie de temas que han pasado al imaginario
colectivo de la España del siglo XX. Los compositores de las canciones de esta
película Quintero, Guillén y Juan Mostazo, escribieron a Imperio unas canciones
que además de estar bien integradas en el desarrollo del filme, consiguieron
convertirse en clásicos del género. El género musical era sin duda el más
popular en nuestro país, ya en el periodo mudo habían sido numerosas las
zarzuelas que se habían llevado a la pantalla, pese a su silencio, así qué al
contar ahora con el soporte sonoro, constituyeron el núcleo principal de las
realizaciones hispanas. Sin duda fueron muy numerosos los títulos zarzueleros
adaptados a la pantalla, a lo que habría que sumar las operetas de nuevo cuño
que pretendían emular a las que en Hollywood realizaba Ernst Lubitsch. No es de
extrañar que la que se considera primera cinta española sonora, aunque rodada
en Inglaterra "La canción del día", fuera protagonizada por el tenor
Tino Folgar. Incluso tragicomedias como la producción de Filmófono "Don
Quintín el amargao", llevaban un tema musical que se hizo tremendamente
popular. Hasta los ritmos más novedosos fueron incorporándose paulatinamente al
cine nacional, como en "El negro que tenía el alma blanca" y
"Centinela alerta" ambas con Angelillo. Pero la comedia musicalmente
más avanzada sería "El bailarín y el trabajador" con argumento de
Jacinto Benavente, donde brillaba la orquesta de Andrés Moltó.
Aunque
la música como hemos dicho era un reclamo fundamental para el público, el mayor
acierto de "Morena clara" reside en las estupendas interpretaciones de
sus artistas. Imperio Argentina tiene un magnetismo y un nivel interpretativo
muy superior a las luego conocidas como folklóricas. Pese a que las estrellas
más famosas de la música nacional, pasaron algunas en numerosas ocasiones por
la pantalla, ninguna logró acercarse a la calidad de Imperio. Tanto su voz como
su técnica interpretativa han alcanzado su definitiva madurez expresiva, es
evidente que el magisterio recibido de Florián Rey la ha convertido en una
auténtica estrella del cine, perfectamente homologable con las que entonces
modelaban los estudios de Hollywood. Los excesos en los que cayeron sus
imitadoras, aunque en su momento pudieran otorgarles fama hoy quedan
absolutamente pasados de moda en comparación con el magisterio de Malena, cuya
imagen es un icono que permanece tan fresco y moderno como en la época de su
mayor gloria.
Otro
de los aciertos del filme fue colocarla junto a Manuel Luna, un estupendo actor
de carácter qué si carecía de la apostura de un galán al uso, tenía una
actuación natural muy superior a la de la mayoría de estos, frecuentemente
envarados y cursis. Sin ir más lejos,
uno de los fallos más evidentes de "Nobleza baturra" era el actor
protagonista, un endeble Juan de Orduña, que luego se revelaría como uno de los
directores más brillantes de CIFESA. Todo lo que no tiene de guapo Luna, lo
suple con su gran personalidad. Gracias a este papel de fiscal aburrido y
solterón, Manuel Luna alcanzaría una fama merecida que no decaería, sino al contrario
en la década siguiente. Eficaz tanto en el drama como en la comedia, abarcó
todos los géneros posibles en el cine de la época saliendo siempre con nota del
empeño. Por sólo citar alguno de ellos Torbellino (1940) junto a Estrellita Castro,
"A mí la legión" (1942) y "El crimen de la calle
bordadores" (1945) como muestra de su gran versatilidad. Todavía en la
década de los cincuenta nos regalaría una de sus últimas apariciones como el
benévolo policía municipal de "El piyayo". Si grande fue la fama de
Manolo Luna, todavía mayor era la de Miguel Ligero, especialmente hasta
mediados de los años cuarenta. En Morena Clara interpretó a una de sus más celebradas
creaciones, Regalito, un gitano perezoso y de buen corazón, al que doto de gran
desparpajo y gracia. En "Suspiros de España" filmada por Perojo en
los estudios berlineses durante la contienda civil, interpretaba un personaje
calcadito a este, en esta ocasión su pareja era Estrellita Castro, promocionada
por Perojo a quién quería convertir en una nueva Imperio Argentina. A mediados
de la década de los cuarenta su fama se fue apagando, pese a protagonizar una
estupenda comedia donde la influencia de Capra era notoria titulada "La
luna vale un millón" dirigida por Florián Rey. En las postrimerías de su
carrera, se dedicaría a intervenir en nuevas y menos afortunadas versiones en
color de sus mayores éxitos Morena Clara y La verbena de la Paloma.
Genial Manuel Luna
Porfiria Sanchiz colaboró en 42 películas aquí interpretaba a una abogada defensora
El
director aragonés también en esa época comenzaba su declive ante el empuje de
los nuevos realizadores como Rafael Gil y Juan de Orduña. Su enorme fama en los
años treinta le había proporcionado un prestigio por obras como la que hoy nos
ocupa. En "Morena clara", pese a utilizar bastantes exteriores
rodados en la capital sevillana, dejó el aspecto más etnográfico que como
señalamos había mostrado en "Nobleza baturra", poniendo todas sus
energías en una eficaz puesta en escena y una adecuada dirección de actores.
Estrenada poco antes de la guerra civil, Morena clara alcanzó un éxito sin
precedentes exhibiéndose durante toda la contienda en los cines de ambos
bandos. En unos tiempos tan terribles que mejor bálsamo que esta bienintencionada
comedia, trufada de una estupenda música. La película era el máximo exponente
de los enormes avances cosechados por el cine español quién en menos de media
década había dado por fin películas que se podían codear de tú a tú con la
omnipresente maquinaria de Hollywood. El reciente mega éxito de "Ocho
apellidos vascos" y su inevitable secuela siguen poniendo en evidencia que
cuando el cine español decide hacer un producto eminentemente popular, el
público responde ahora y hace ochenta años cuando en tan tumultuosas
circunstancias nuestros antepasados hacían cola para admirar a la simpar
Imperio Argentina, nuestra gran estrella del cine clásico.