En una América acechada por la peor depresión económica que había
conocido nunca el país, el escapismo ante la cruda realidad originó una edad de
oro del cine fantástico y de terror. La radio que se encontraba en una época de
gran desarrollo empezó a emitir seriales de aventuras que cautivaron al público
de la época. Uno de los más populares
rivalizando con el mítico Fu Man Chu fue Chandú, un aventurero
occidental que había aprendido la magia del lejano oriente. El éxito del serial
hizo que la Fox compraro los derechos y decidiera poner en imágenes lo que se
preveía un éxito seguro. Y es que si la radio daba a sus oyentes la posibilidad
de vivir fabulosas aventuras Hollywood no se quedaba atrás.
Fueron unos años en que el cine escapista no había pasado todavía a ser
posesión casi única de las productoras de serie B, en este periodo las Major
llevaron a la pantalla películas que sin eludir la más delirante fantasía,
utilizaban recursos de gran calidad. Quizás el ejemplo cimero de esto sea King
Kong (1933) y la serie de Tarzán
producida por MGM, especialmente Tarzán y su compañera (1934) pero hubo
muchas más, por ejemplo en el mismo estudio del león Charles Brabin dirigió La
espada de Fu Man Chu (1932) protagonizada por una bella y malvada Mirna Loy y
Boris Karloff entonces en la cúspide de su fama.
Si Karloff debía su celebridad a los filmes de terror que interpretaba
en Universal, el otro príncipe del terror del estudio era sin duda Bela Lugosi.
La Fox lo contrató para que interpretara al malvado Roxor un científcico loco
que quiere destruir el mundo. Unos años después Lugosi interpretaría al héroe
Chandú en un serial de serie B, pero en
la película original el papel recayó en Edmund Lowe, un apuesto y elegante
actor que podía dar el halo romántico del que Lugosi carecía. Gracias
especialmente al personaje de Drácula, Bela Lugosi ha permanecido en el
imaginario del público, mientras que Lowe pese a que nunca dejó de trabajar
primero en el cine y luego en la televisión hoy está completamente olvidado. Es
el tributo que pagan los actores que brillaron en un cine que rara vez se emite
en tv y que unicamente los muy aficionados visionan, aunque afortunadamente hoy
se pueden encontrar las más destacadas cintas de su filmografía. Estas son sin
duda El precio de la gloria (1926) dónde competía en medio de la gran guerra
por el amor de Dolores del Río con el fortachón Victor McLaguen y En el viejo Arizona donde interpretaba al
soldado que intentaba cazar al bandido Cisco Kid en la piel de Warner Baxter.
Lowe esta más que correcto en su interpretación a pesar de tener que lidiar con
un director de vesturario empeñado en colocarle un enorme Salacott con el que
parece que puede sacar un ojo a su bella amada. Os puedo asegurar que yo que me
he visto casi todas las películas clásicas de aventuras coloniales, jamás he
visto un gorro de explorador de un tamaño tan grande, afortunadamente en otras
escenas lleva un turbante bastante más cómodo de llevar.
La bella dama nada menos que una princesa egipcia está encarnada por
Irene Ware, que había quedado segunda en un concurso internacional de belleza,
lo que me extraña es que no lo ganara. Con el dinero que recibió de premió se
fue como muchas otras a la meca del cine para intentar ser una estrella.
Desgraciadamente las películas que hizo con la Fox en su contrato de dos años
exceptuando Chandú pasaron sin pena ni gloria. Luego tras volverse a reunir con
Lugosi en El Cuervo, su carrera al igual que la de este acabó en las cintas de
serie b, c, o d. Al menos supo retirarse a tiempo y los últimos 53 años de su
vida los pasó totalmente alejada del cine. Y es una pena pues tenía
condiciones, creo que hubo unas cuantas estrellas de su época que aparte de ser
menos bellas heran bastante peores actrices.
Estupendo como siempre está Herbert Mundin que interpreta al asistente
de Chandú. Mundin fue uno de los mejores secundarios cómicos de la época y su
película más famosa es Robín de los Bosques (1938) donde al igual que aquí pone
la nota simpática. Su papel es el de un borrachín empedernido al que trata de
curar el mago haciendo que vea un personaje diminuto igual que el con el que
dialoga. Este es uno de los muchos efectos especiales que tiene la película y
que están muy por encima de la media de la época. Aquí se ve la mano de William
Cameron Menzies co director de la película. Menzies no pasará a la historia
como un gran narrador pero si como el más célebre de sus directores de arte.
Nadie puede imaginarse El Ladrón de Bagdad en sus dos maravillosas versiones de
1924 y 1940 sin los efectos especiales y la iconografía que Menzies les aportó,
y por supuesto su intervención en la película más famosa de todos los tiempos
Lo que el viento se llevo. Y es que para hablar de Cameron Menzies
necesitaríamos muchos post. Por sólo referirnos a este filme, como antes he
aludido os sorprenderá los más que brillantes efectos visuales y agradará los
fantásticos decorados que van desde un templo indú, a un Egipto de pura
fantasía junto a futuristas maquinas igual de bellamente falsas. De ayuda fue
también la intervención del gran cámara James Wong Howe quién ese mismo año
creaba uno de sus mejores trabajos en la mítica El Expreso de Shangai y el mago
de los efectos especiales Fred Sanders.
Mi escena preferida de la cinta es la que se desarrolla en un mercado de
esclavos, allí se dispone a ser vendida la sobrina de Chandú por culpa del
malvado Roxor. Todo el kistch bien entendido está en esta escena, incluyendo
los insinuantes ropajes de las esclavas blancas. En el papel de la joven
sobrina impacta el físico de June Lang (entonces todavía June Vlasek su auténtico
apellido) en su primera aparición con un papel algo largo después de sus breves
momentos en tres filmes anteriores. Si se hubiera rodado esta escena
dos años más tarde, con el código censor en vigor, hubiera sido bastante
más pudorosa. June aparte de sus encantos físicos parecía otra estrella en
ciernes pero al igual que con su compañera de reparto por determinadas
circunstancias no llegó a alcanzar el tan deseado estatus. Había empezado sobre
las tablas de los escenarios con 13 años, aquí sólo contaba con quince, a
partir de entonces fue apareciendo en películas bastante populares como Dos
Fusileros sin Balas (1935) con Laurel y Hardy y La Mascota del Regimiento
(1937) una de las mejores cintas de Shirley Temple donde interpretaba a su
madre. En 1938 la Fox la envió a Inglaterra a rodar una película, pero asustada
por el ambiente prebélico decidió abandonarla. La productora entonces rescindió
su contraro y su reputación quedo malparada. Su boda con un atractivo gangster
tampoco contribuyó mucho a que se recuperara su carrera y acabó realizando
anuncios para la televisión.
Chicas guapas, momentos divertidos, un malo malísimo...en sus 71 minutos
de duración Chandú el Mago nos rescata ese cine inocente y divertido. Unas
películas en que los héroes eran capaz de desdoblarse en dos o de apartar una
nube para que brille luminosa la Luna sobre la suave noche de Egipto. Para mi
ha sido un más que agradable descubrimiento, espero que algunos más se animen
en seguir esta deliciosa aventura.
June Lang y Helen Ware luciendo el bañador
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