Nicolai Gogol fue un escritor que dicho
de forma coloquial le pegó a “Todos los palos”. Desde la sátira a la burocracia
en “El inspector General”, a la
denuncia de los más desfavorecidos en su inacabada y probablemente mejor obra “Almas muertas”, es también autor de
una novela de aventuras titulada “Taras
Bulba”. Uno de esos relatos que cautivaban la imaginación de los más
jóvenes, guardando un lugar de privilegio junto a los libros de Stevenson, Dumas o Julio Verne.
A diferencia de
otros clásicos juveniles, la novela de Gogol
no cuenta con demasiadas adaptaciones al cine. En 1924 se filmó una
versión en Alemania y en 1936 el ruso Alexis
Granowsky dirigió en Francia una cinta protagonizada por Harry Baur como el cosaco Taras y Jean Pierre Aumont en el papel de su hijo Andrei. Dos años más
tarde Baur volvió a interpretar el papel homónimo en una versión inglesa
producida por Korda bautizada como “The
son rebel”.
En 1960 se
comenzó la preproducción de una nueva adaptación, eran los tiempos de las grandes
producciones con amplias pantallas, miles de extras y glamurosas estrellas. El
ágil relato del autor ucraniano, parecía a propósito para proporcionar un gran
espectáculo, pero también eran tiempos donde la guerra fría estaba en su punto
más álgido, por lo que la filmación en Ucrania, era una quimera. Después de
descartar parajes a lo largo de todo el mundo, finalmente se decidió por la
provincia de Salta en el noroeste de Argentina.
La llegada de
toda esa troupe proveniente de Hollywood, impactó sobremanera en la región
argentina, una de las más tradicionales y aisladas del país. Mientras en otras
zonas de la nación, llevaban décadas recibiendo a inmigrantes especialmente
europeos, en la provincia salteña fueron mínimas las migraciones. Dos meses antes
de iniciarse el rodaje, apareció toda la maquinaria de producción, de una
película que iba a ser todo un acontecimiento en la República Argentina.
El Valle de
Lerma se asemejaba mucho a las estepas donde se desarrollaban la historia, esa
fue la causa por la que se decidió llevar la producción al país latino.
Tradicionalmente Argentina había sido escenario de muchas cintas clásicas de
Hollywood como “Gilda”, pero en
raras ocasiones las cámaras se habían acercado a la república rioplatense.
“Martín el Gaucho” filmada una década antes por Jacques Tourneur, que adaptaba libremente el mítico “Martín Gaucho” era hasta entonces la
película norteamericana de más relevancia rodada en La Argentina.
La repercusión
como hemos dicho del rodaje de la cinta fue enorme, incluida una recepción en
La Casa Rosada a los principales actores de la cinta. Un reparto que encabezaba
un Yul Brynner en el mejor momento
de su carrera cinematográfica. El actor ruso llevaba un variopinto recorrido a
sus espaldas. Empezó como trapecista y luego actor de teatro en Francia. En
1941 llegó a Estados Unidos donde pronto comenzó a actuar en los primeros tiempos
de la televisión, primero como intérprete y luego como director. El encuentro
con la famosa diva de Broadway “Mary
Martin” fue crucial en su carrera, pues ella apostó por el para encarnar al
rey de Siam, al no estar disponible Rex Harrison, que tenía compromisos
cinematográficos.
Aunque Brynner
debutó en el cine en 1949, el éxito del musical de Rodgers y Hammerstein hizo
que encarnando el mismo papel volviera a las cámaras siete años después. Esa
cinta junto a “Los diez mandamientos” de
DeMille estrenada ese mismo 1956, lo
colocaron como uno de los actores más populares de su tiempo. En 1960 cuando se
le contrata para interpretar al rudo cosaco, acababa de estrenar una de los
éxitos más considerables de su época “Los siete magníficos”. A su lado pese a
ser sólo cinco años más joven que él, Tony Curtis interpretaba a su hijo Andrei.
Curtis era asimismo una estrella contrastada con triunfos tan resonantes como
la mítica comedia “Con faldas y a lo
loco”. Siempre deseoso de participar en los mejores títulos, no le importo
compartir cartel aunque su papel tuviera menor relieve con actores de la talla
de Kirk Douglas (Los vikingos y
Espartaco) o Burt Lancaster (Chantaje en Broadway).
Aunque no
figurase en el reparto, causó sensación entre el público argentino, la llegada
de Janet Leigh. La esposa de Curtis
que tenía muy reciente su intervención en Psicosis
de Hichtcock, vio cómo su matrimonio se tambaleaba ante el tempestuoso amor
de su esposo con la adolescente Christine
Kaufmann, quién estaba a punto de cumplir dieciséis primaveras. Una actriz
que llevaba desde los siete años haciendo películas, siendo protagonista de una
coproducción hispano-alemana titulada “Un
trono para Cristie” dirigida por el argentino Luis Cesar Amadori. Curtis rompió su matrimonio tras más de una
década para unirse con la bella actriz austríaca. El revuelo originado dio más
popularidad a la cinta que terminó su rodaje tres meses después una vez
incendiado el magnífico castillo de cartón piedra, réplica del original de Dubnov.
Harold Hecht acometía en solitario la
producción de la cinta, tras su exitosa colaboración con el actor Burt
Lancaster, con quien produjo películas de la talla de “Marty”, “Chantaje en Broadway” y “El hombre de alcatraz” su última
colaboración con el famoso actor. La labor de dirección fue encomendada a J.
Lee Thompson, un realizador acusado de
impersonal pero que siempre fue un eficiente profesional. Lo cierto es que sus
dos anteriores cintas “Los cañones de Navarone” y “El cabo del terror”
obtuvieron un gran éxito y siguen siendo recordadas como excelentes clásicos.
Hoy cuando ha
pasado más de medio siglo desde su estreno, “Taras Bulba” sigue siendo un gran
espectáculo. Con una bella historia de amor y unas buenas interpretaciones a
cargo de todo el elenco. El guion de
Karl Trumberg (ganador del oscar por Ben-Hur) y Waldo Salt quién volvía a firmar un texto para una gran película
tras estar incluido en las listas negras, sigue con fortuna la novela de Gogol.
Otro elemento importante de la película es la excelente música a cargo del
veterano Franz Waxman que fue nominada justamente para los oscar.
La película a
mi entender no tuvo el éxito que merecía. Es una bella película de aventuras,
rodada con grandes medios, que en sus dos horas de duración consigue mantener
el interés del espectador. Las bellas imágenes del gran cámara Joseph MacDonald (Niágara, Viva Zapata, El
Yang-Tsé en llamas) nos transportan a esta Ucrania del siglo XVI, recreadas
en el norte de ese gran país llamado República Argentina, a cuyos maravillosos
seguidores de este blog dedico esta entrada.
P.D. El mismo año que se estrenó esta cinta hubo otra
adaptación de la novela de Gogol “Taras Bulba il Cosaco” coproducción
italo-francesa dirigida por Ferdinando Baldi con Lorella De Luca, Mirko Ellis y
Jean Francois Poron.
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