Pocas personas habrán tenido una actividad tan
polifacética en el mundo del espectáculo como Edgar Selwyn. Actor de teatro y
de cine, dramaturgo, guionista, productor teatral y cinematográfico, director
de cine, en sus 68 años de vida estuvo vinculado a personalidades de gran
influencia en el mundo artístico norteamericano.
Edgar Selwin en la primera versión de El árabe rodada por DeMille
En
1915 protagoniza la adaptación cinematográfica de una obra que cuatro años
antes había sido un gran éxito de público. “El árabe”, fue rodada por un
director que ya llamaba la atención en el gremio “Cecil B. de Mille”. Su
argumento donde el hijo del Caid de una tribu beduina, salva a la hija de un
pastor de las malvadas intenciones de un
gobernador turco, que quiere asesinar a unos niños cristianos, sirvió de base
para una nueva adaptación dirigida por Rex Ingram.
Ramón Novarro y Alice Terry en la versión de 1924
La
producción fue una de realizada por una nueva compañía, fruto de la fusión de
Metro Pictures, Louis B. Mayer Productions y Goldwyn Pictures. Precisamente
Selwyn fue uno de los fundadores junto a Samuel Goldwyn de la última de ellas.
La nueva productora MGM heredó de esta la imagen de un león envuelto en
celuloide con un lema Ars Gratia Artis. Mientras tanto la Jessi Lasky
Productions, encargada del primer proyecto en 1915, acabó integrándose en la
todopoderosa Paramount, quién puso otra vez de moda las cintas de árabes con
“El Caid”, todo un fenómeno de masas, aupando definitivamente a Rudolph
Valentino como máxima estrella.
El equipo de rodaje en África
Como
si se tratara de cuadros convergentes, decir que Valentino había logrado llegar
a ese status, gracias precisamente a Rex
Ingram, con su emblemático filme “Los cuatro jinetes del apocalipsis”. Su
protegido actual, Ramón Novarro, sería el protagonista de esta nueva versión,
rodada en escenarios naturales del norte de África.
Después
de filmar su última película con Ingram, Novarro rodó el personaje por el que
ha pasado a la historia del cine: Judá Ben-Hur. Cuando en 1933, el actor
mexicano decide ponerse nuevamente en la piel del beduino Jamil, Hollywood ha
cambiado y el también. La irrupción del sonoro se ha llevado a muchas de las
grandes estrellas del estudio. Sólo Garbo y Norma Shearer, mantienen su estatus
como grandes figuras del estudio, en el polo opuesto está John Gilbert, que de
ser la estrella principal de la Metro, ha pasado a estar defenestrado pese a
que ese mismo año Greta Garbo le reclamará para acompañarle en su última gran
película “La Reina Cristina de Suecia”.
Cartel belga de Devil May Care el primer filme sonoro de Novarro
Ramón
Novarro está nadando entre esas dos corrientes, ya no es junto a Gilbert el
actor masculino más popular de MGM, pero todavía sus películas gozan del
aprecio del público. Contrariamente a lo que se dice, la irrupción del cine
sonoro, no constituyó de entrada un problema para el actor. Dotado de una
hermosa voz de tenor, sus primeras películas musicales gozaron del favor del
público. Pero esta cascada de títulos, por parte de todos los estudios, hizo
que los espectadores acabaran cansados de esas operetas. Incluso las filmadas
por la Paramount con Chevalier y McDonald bajo la dirección de Lubitsch, que en
un principio habían causado furor, fueron perdiendo fuelle y sus últimos filmes
juntos, perdieron dinero en taquilla.
No hay que olvidar que la llegada del
sonoro, no sólo había modificado la
manera de hacer películas, también su costo aumentó de forma significativa. La
barrera idiomática que en un principio motivó el que se rodaran versiones en
otros idiomas, contribuyó todavía más al incremento de estas. Ramón Novarro
rodó con “Sevilla de mis amores” tres versiones. La original en inglés, más
otras dos en español y francés. Y es que otra de las cosas que no se suelen
contar, es la enorme popularidad que tenía Novarro en Europa. Al igual que
Garbo, los ingresos de taquilla provenían en gran parte del viejo continente,
una estrella más popular que Novarro en Estados Unidos como Gilbert, tan sólo
solía recaudar el veinticinco por ciento de sus ganancias en Europa, durante
sus años de bonanza en el periodo silente.
La paeja Loy-Novarro funcionó a la perfección
Hablábamos
de la caída de las películas musicales, al inicio de la década de los treinta,
esto hizo que el actor mexicano buscara nuevas formas de atraer al público. La
más arriesgada fue convencer al estudio, a que le diera el papel protagonista
de “Mata Hari” junto a Greta Garbo. No le importo renunciar a que su nombre no
fuera desde que era una estrella en primer lugar, y lo que era más importante
para MGM, reducir significativamente su salario. Aunque Thalberg ya tenía
apalabrado, a una joven promesa Robert Montgomery, finalmente Novarro se hizo
con el papel. El gran éxito que tuvo la película y las excelentes críticas
recibidas, le volvieron a poner en un lugar preponderante en el estudio.
Por primera vez en 1932 dos películas de Novarro fracasaron en taquilla
Pero
sus dos películas posteriores fracasaron, en parte por ser inadecuadas para su
imagen cinematográfica. Ni el papel de obrero italoamericano en Huddle, ni
mucho menos el de chino en Canción de oriente, lograron encandilar al público,
pese a que la segunda era una producción de nivel, dirigida por Clarence Brown
y protagonizada por la entonces prestigiosa actriz Hellen Hayes.
Es
al menos curioso, que estos dos papeles poco apropiados, coincida con el
rechazo del actor a una disminución de su salario pedida por Louis B. Mayer. De
otro lado, la preocupación cada vez mayor de Novarro por su carrera musical,
puede ser la causa por la que no luchara por papeles más atractivos. Así se
hallaba la estrella en caída moderada, cuando volvía a adentrarse en las arenas
del desierto.
Pese
a que tomara la obra de Selwyn como referencia, la nueva película cuyo
título provisional era “Man of the Nyle”
tenía muchas diferencias con “El árabe”. La principal es que está mucho más
cerca de la comedia que del drama filmado con anterioridad. El guion como era
norma habitual en MGM tuvo numerosos autores, entre los que destacaría a
Leonore Coffee y Anita Loos dos de las mejores guionistas de la historia del
cine, además de la célebre novelista Vicki Baum. Esta cuota femenina en la historia,
puede muy bien explicar el contradictorio pero progresista personaje de la
protagonista Diana, una turista británica acostumbrada a vivir de fiesta en
fiesta, prometida con un aburrido ingeniero, ocupado por construir un puente en
Egipto. Y claro está el personaje de Jamil, un guía embaucador y tramposo, que
hará todo lo posible por enamorarla. Luego en el desierto vendrá la parte
bizarra de la función, donde el beduino se transforma en príncipe y da y recibe
latigazos, para terminar la función en la alocada comedia en que había
comenzado. No doy más detalles para no destripar el argumento, que aunque
desquiciante es sumamente divertido.
Pese
a que su anterior experiencia con Sam Wood, había sido un fracaso (la
anteriormente aludida Huddle) esta vez, con un personaje mucho más apropiado,
Novarro hizo una estupenda actuación, dando rienda suelta a esa vis cómica,
generalmente desaprovechada por el estudio. A su lado tenemos a una de las
actrices más queridas en nuestro blog, Mirna Loy, en ese periodo anterior a “El
enemigo público número uno” que le aupará al estrellato. La actriz está muy
bella y proporciona dos de los momentos más célebres del cine pre-code. En una
escena, cuando está con una combinación muy corta, mientras es observada
descaradamente por Jamil. La otra, con diferencia la imagen más famosa del
filme, es el baño con pétalos de rosas que convenientemente cubren partes de su
cuerpo. Años después la actriz afirmó que utilizó un traje de baño color carne
para dar la sensación de desnudez que es obvia, gracias a la estupenda
fotografía de Harold Rosson, quién venía de firmar dos de las películas más
taquilleras de MGM: Tarzán de los monos y Tierra de pasión.
La famosa escena del baño
Por
supuesto, como en la mayoría de los filmes de la época, no se fueron a África a
rodar exteriores. Todo lo más a Yuma, Arizona, pero la mayor parte del rodaje
se efectuó en los estudios de Culver City, con un desierto de arena sin apenas
grosor. Con todo el rodaje estuvo amenizado por un temblor de tierra de 6,4
grados de magnitud y una camello llamada Rosie bastante indisciplinada. Pese a
todo se llevó a buen término la filmación, con un elenco que incluía además a
Reginald Demmy como el apocado novio de la protagonista, a C. Aubrey Smith a su
aristocrático tío Cecil y un irreconocible Edward Arnold como un lascivo pacha
egipcio.
Una escena de voyeurismo
Mención
especial para Louise Closser Hale, quién interpreta a la típica señora de edad
que acompaña a Diana, dando una de las mejores actuaciones de la cinta. Louise
Closser que era una de las mejores actrices de teatro del momento, en sus
últimos años de vida participó en numerosísimas películas, alternando con
estrellas tan famosas como Jean Harlow y Harold Lloyd. Tanto Closser como Mirna
Loy en las escenas a caballo fueron dobladas por Audrey De Scott, que acababa
de doblar a Greta Garbo en “La Reina Cristina de Suecia” y Marlene Dietrich en “Capricho
imperial”.Fallecería poco después de rodar “Una noche en El Cairo”, apareciendo
brevemente en su última película, nada menos que “Sopa de ganso”.
La
película se estrenó el 12 de mayo de 1933, con Novarro de gira por Europa,
actuando además de Londres y París, en España, Suiza y Bélgica. Entretanto el
estudio favoreció el rumor de un romance entre Loy y Novarro, que potenciara la
taquilla del filme. Una circunstancia que enfado y mucho al actor, en una
entrevista concedida muchos años después en 1965, todavía guardaba un amargo
recuerdo de ese episodio. Celoso de su intimidad, él no había hecho como muchos
otros homosexuales notorios, que se casaban para dar una imagen de masculinidad.
No era la primera vez que se contaban chismes parecidos, siendo quizás el más
sonado el de Greta Garbo, pero esta vez le molestó particularmente, quizás por
la gran amistad que el actor trabó con Mirna Loy, en ese momento novia del
prometedor productor Arthur Hornblow Jr., con el que se casaría tres años
después.
Mirna Loy de novia árabe y occidental
Aunque
contaba con la publicidad del romance de sus protagonistas, la cinta tuvo que
enfrentarse con la censura cada vez más latente. En varios estados se
suprimieron las escenas más picantes, causa seguramente de que la recaudación
en USA fuera bastante pobre, afortunadamente el tirón en Europa de Novarro,
supuso que la película obtuviera más de 100.000 dólares de la época de
beneficios, una cifra más bien pequeña pero que coincidió con un bajón en la
asistencia de espectadores, sin duda debido a que la depresión estaba en su
fase más álgida.
Esta
ha sido la radiografía de un actor que se aferraba a seguir manteniendo su
status estelar. Hoy más de ochenta años después “Una noche en El Cairo” sigue
siendo una agradable película, con un punto de locura pre-code que contiene una
hermosa balada “Love song of the Nile” compuesta por los habituales
compositores de canciones en MGM, Nacio Her Brown y Arthur Freed, que Ramón
Novarro entona a lo largo del filme. Un nuevo homenaje que brindamos en este
blog, al probablemente más popular actor latino de todos los tiempos…y que no
será el último.
Curiosidades: Al inicio de la película,
como turista norteamericana vemos a Hedda Hooper, reina del periodismo de
cotilleos en Hollywood cuando todavía se dedicaba a actuar.