Anteponer
la cantidad a la calidad, fue la máxima de los estudios Universal desde sus
inicios. Todo lo cambió la llegada de Erich Von Stroheim, con sus megalómanos
proyectos y un jovencísimo pariente del jefe Carl Laemme, llamado Irving
Thalberg, que convenció a su tío para embarcarse en producciones de prestigio,
aunque sin caer en el descontrol financiero del genial director.
Foto publicitaria del filme
Un
prestigio que se elevó gracias a Carl Laemme jr., vástago del patrón en una
sucesión de éxitos (Sin novedad en el frente, Drácula, Frankenstein, Imitación
de la vida etc.) que se cerró abruptamente en 1936, cuando el excesivo costo de
la primera versión sonora de Show Boat (1936) acabó con Laemme su flamante jefe
de producción y su director estrella James Whale, fuera del estudio.
Los
nuevos propietarios de Universal, se centraron en las películas de género y
potenciaron las producciones de serie B. Querían huir lo más posible de los
riegos y se embarcaron en películas en serie que en la mayoría de los casos
gozaron del favor del público. Una de las más prolongadas en el tiempo fue la
saga sobre Sherlock Holmes, protagonizada por Basil Rathbone y Nigel Bruce.
Pero sobre todo utilizaron a los monstruos que tanta fama habían dado a
Universal, en producciones menores que explotaban un personaje cuyos derechos
ya poseía el estudio.
Los ojos de la momia de Ernst Lubitsch
En
el caso de “La momia”, se trataba de un personaje que producía fascinación en
el público desde que un siglo antes empezaran las excavaciones de antiguas
tumbas egipcias. El escritor francés Théophile Gautier, fue uno de los primeros
en adentrarse en este fantástico mundo con su
obra “La novela de la Momia” quien resulta ser la bella Tahoser, hija de
un gran sacerdote. Publicada en 1856, fue seguida por multitud de relatos,
algunos de ellos realizados por escritores tan populares como Louisa May
Alcott, la célebre autora de Mujercitas, o Sir Arthur Conan Doyle. Claro está
que el cine seguiría explotando este fenómeno, una criatura llegada del pasado
que vence a la muerte, llamaba la atención de las audiencias. En 1909 con “La
momie du roi” se realiza la primera película seria sobre el tema. Una cinta de
tan sólo diez minutos en que la momia del rey Ramses vuelve a la vida. Lo
cierto es que aunque en el periodo silente, existen muchos filmes que de una
manera u otra abordaban el tema, ninguno de ellos puede destacarse. Pese a su
título “Los ojos de la momia” una de las primeras producciones de importancia
rodada por Ernst Lubitsch en 1918, tan sólo era un drama con un típico
triángulo sentimental. Trataba sobre unos embaucadores que fingían en un
espectáculo que una momia cobraba vida, la chica tercera en discordia,
proporcionaba esos ojos a la momia.
Howard Carter con el sarcófago de Tutankamón
Dick Foran como un arqueólogo Made in Hollywood
En
1922 se descubre la famosa tumba del faraón Tutankamón por el arqueólogo Howard
Carter. La supuesta maldición que acarreó su descubrimiento, por haber violado
su sepulcro, se alimentó gracias a que varios de los componentes de la
expedición fallecieron poco después en extrañas circunstancias, o al menos eso
fue lo que vendió la prensa del momento, no solo diarios sensacionalistas, el
Times de Londres y su homólogo de Nueva York también propagaron esas historias.
Esa
terrorífica leyenda, fue utilizada como la base del argumento del filme más
famoso rodado sobre la momia. Nos referimos claro está a la cinta dirigida por
Karl Freund y protagonizada por el mayor icono del cine de terror Boris
Karloff. Una historia que mezclaba fatalismo, amor a través de los siglos y
terror sutilmente demostrado. La caracterización que el gran maquillador Jack
Pierce hizo era realmente estremecedora, pero tan sólo ocupa unos pocos
segundos de la película, ya que la momia recupera su estado vital y se convierte
en un ser humano.
El gran Jack Pierce preparando a Tom Tyler como Kharis
Cuando
Universal decide retomar la historia de la momia en 1940, como dijimos en la
introducción, se planteó como una película de bajo presupuesto y con
diferencias evidentes con su predecesora. A decir verdad la cinta de Karloff,
aunque hoy está considerada como una obra maestra, en su tiempo tuvo una
acogida tibia tanto de crítica como de público, así que los creadores del
estudio decidieron transformar gran parte de la historia.
De
entrada introducirían variadas
situaciones cómicas. Un estilo de humor muy similar al de una pareja de cómicos
que ese mismo año ficharía por Universal, Abbott y Costello quienes acabarían
por desfigurar los iconos del terror, pero esa es otra historia. Aunque la
película se desarrolla en un evidente tono de comedia, continúa siendo una
cinta de aventuras, con su punto de suspense, cuando aparece al final del
filme…la momia.
Por
mucho que adoremos la cinta protagonizada por Karloff, la imagen que ha quedado
de la momia en el cine, pertenece a esta saga de filmes. Una momia de aspecto
menos amenazador, pero que anda vacilante tras los protagonistas del filme.
Mientras en la cinta de 1932, la momia luego se transmutaba en el gran
sacerdote que había sido en un pasado, en esta nueva versión son dos personajes
completamente diferentes. Por un lado tenemos al sacerdote que hace revivir a
la momia y luego a la propia momia en sí, que no es más que una marioneta
movida por los malvados hilos del sumo sacerdote egipcio. De nuevo Jack Pierce
se ocupó de caracterizar a la momia, con el hándicap que ahora tenía que tener
mover su cuerpo envuelto en vendas. En el referido filme de Karloff, sólo se
veía su imagen en el sarcófago y el movimiento de sus brazos, más una mano.
Aquí debía recrear un monstruo de torpes movimiento, claramente influenciado
por la más famosa creación de Pierce, el monstruo de Frankenstein. De hecho
Karloff aparece en el flas-back del inicio cuando se cuenta la historia de la
maldición del príncipe Karhis, para lo que se utilizó las filmadas en la
película de 1932, del antiguo Egipto, donde se narraba la historia del sacerdote
Inhotep, exceptuando los primeros planos donde Karloff era reemplazado por su
sucesor.
Divertida foto de Tyler con Peggy Moran
Para
encarnarlo se eligió a un actor menor llamado Tom Tyler que en su juventud había sido un notable atleta. Habitual de
filmes menores, hizo un pequeño papel en La diligencia de Ford. El auténtico
malvado de la película era el sumo sacerdote, interpretado por Eduardo
Ciannelli un actor napolitano con una biografía cuanto menos curiosa, después
de graduarse en medicina, empezó su carrera como barítono en la ópera, luego
prosiguió como actor de carácter, primero en las tablas y luego en el cine. Se
especializó en papeles de mafioso o de villano exótico como el pérfido caudillo
Sij de Gunga Dinn, o como científico malvado en “El misterioso Dr. Satán”, un
serial de 15 episodios producido por la Republic. Con ese título poco hay que
añadir, parecía predestinado para tan maléfico personaje.
Al gran Eduardo Ciannelli siempre le tocaba hacer de malo
La
parte cómica corría por cuenta de dos célebres actores de reparto. Wallace
Ford, actor británico, quien participó en más de 200 películas, siendo uno de
los habituales de las cintas de John Ford, aquí encarna a Babe Jenson compañero
de fatigas del chico protagonista. El otro era Cecil Kellaway, oriundo de Australia
en cuya industria cinematográfica trabajó con asiduidad hasta 1939, en que William Wyller le requirió
para Cumbres borrascosas. Aquí encarna uno de sus papeles más cómicos como el
famoso mago “El gran Solvani” padre de la chica.
Cecil Kellaway con su hija en la ficción Peggy Moran
Wallace Ford en la película
El padre de la protagonista Earl Moran, famoso ilustrador, pintó
cuando todavía era Norma Jane a la famosa Marilyn Monroe
Hemos
dejado para el final a la pareja de protagonistas, compuesta por Dick Foran y
Peggy Moran. El primero como el osado arqueólogo Steve Banning, era el
prototipo de joven americano. Atleta y cantante, comenzó como vocalista en
bandas menores hasta que decidió buscar suerte en Hollywood. Allí además de
papeles menores, en películas de relieve como la serie de Cuatro hijas de la
Warner, obtuvo papeles protagonistas como vaquero cantante, en western de serie
B. En ese contexto haría amistad con el vaquero cinematográfico por excelencia,
John Wayne. La valiente Marta Solvani fue interpretada por Peggy Moran, hija de
un famoso ilustrador de la época Earl Moran, consiguió escaldar peldaños en los
estudios Universal, gracias a su esposo, el realizador Henry Koster, quién le
dio su primer papel importante en el vehículo para Deanna Durbin “El primer
amor”. Anteriormente había aparecido como una coqueta cigarrera en Ninochtka de
Ernest Lubitsch. Como anécdota referir que cuando se proyectó esta cinta en su
localidad natal Clinton, se anunció el filme así “Peggy Moran en Ninochtka, con
Greta Garbo”. Pese a los esfuerzos de su esposo, su carrera nunca alcanzó como
muchas otras la senda del estrellato. Además de su papel en “La mano de la
momia”, su otra película más recordada es “Noche en el trópico” pensada para el
lucimiento de Allan Jones, supuso el debut de los cómicos más famosos del
estudio Abbott y Costello. Dick Foran y Peggy Moran volvieron a coincidir al
año siguiente en otra cinta de terror y aventuras que hoy a quedado casi
olvidada “Horror Island”.
Dick Foran en su época de cantante
Uno de los numerosos western que Foran protagonizó
La bella Peggy Moran
Junto a Abbott y Costello
Después
del éxito de “La mano de la momia”, el estudio filmó en los siguientes tres
años, tres películas más, aunque del reparto original sólo sobrevivió en la
segunda de ellas “La tumba de la momia” Dick Foran y Wallace Ford, ocupándose a
partir de entonces del papel de la momia Karhis, Lon Chaney jr. quién repetiría
en las dos restantes. Poco a poco, las películas fueron perdiendo el brillo de
esta primera, que aunque de presupuesto exiguo, estaba por encima de los
estándares habituales de la serie B. Mucha culpa del éxito la tuvo uno de los
artesanos más prolíficos de la historia del cine Christy Cabanne. Llevaba en el
cine desde los tiempos en que la actividad cinematográfica se desarrollaba en
la costa este. Allí conoció al mítico "DW" Griffith, del que aprendió
la profesión. Especializado en filmes menores, Cabanne todavía tenía cierto
prestigio en Hollywood cuando firma a finales de los años treinta por
Universal, realizando sus últimos trabajos de relieve, siendo este quizás el
más recordado. Una película sin duda menor, divertida y de gran influencia. Sin
ella el personaje de la momia en el cine no sería el mismo.
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