En 1922 se
había estrenado “El tributo del mar”
la primera gran apuesta de Technicolor. Ya en 1917 había aparecido The Gulf Between, un título del que tan
solo quedan algunas escenas. Pese al novedoso sistema, la película producida
por Metro pictures no alcanzó el éxito esperado. Pese a que la historia era
obra de la Frances Marion, una de
las mejores guionistas de la época y de la presencia de una jovencísima Anna May Wong. Para que el nuevo
procedimiento lograra triunfar, necesitaba del apoyo de una gran estrella.
Douglas Fairbanks cumplía perfectamente
con esa condición. Dotado de una arrolladora capacidad de superación, Fairbanks
había elevado progresivamente la calidad de sus películas, sobre las que tenía
control absoluto. Tras fascinar a los espectadores de todo el mundo, con sus
extraordinarias aventuras, desarrolladas en los más exóticos rincones, pensó
que una película de piratas, sería un magnífico escenario, para dar rienda
suelta a sus acrobacias.
Lo que tuvo
también muy claro, que la rodaría en el nuevo sistema. Por fin el Technicolor
obtenía un claro espaldarazo de la industria del cine. Su co-creador y
presidente de la compañía Herbert T. Kalmus, trabajó codo a
codo con Fairbanks, hasta lograr la gama de color que el actor deseaba. Un
sistema que además implicaba un diseño específico para los decorados, vestuario
y maquillaje. Como en todas las producciones de Faibanks, todo fue realizado
con gran meticulosidad, no dejando al albur el elemento más nimio.
El género de
piratas estaba muy en boga en los años veinte, principalmente debido a la
irrupción del novelista “Rafael Sabatini” cuyas novelas “El capitán Blood” y “El halcón del mar” habían sido llevadas a la
pantalla en 1924. Pero el espíritu de la historia creada por el propio
Fairbanks es más cercana al clásico por antonomasia del género “La isla del tesoro”. Mientras en las
novelas de Sabatini, los españoles y franceses son los malos de la función, en “El
pirata negro” los malvados son unos piratas sanguinarios, sin que haya una
clara evidencia sobre la nacionalidad del héroe, cuya identidad al final del
filme “El Duque de Arnoldo” nos da a entender que no es anglosajón.
Fairbanks
piensa en una audiencia mundial, y no se
para en nacionalidades que pudieran dañar su posible mercado. Al contrario que
Errol Flynn, cuyos héroes eran indefectiblemente británicos, Fairbanks
interpretó con frecuencia héroes latinos e incluso uno árabe en la fastuosa “El
ladrón de Bagdad”. Su gira mundial al año siguiente junto a su famosa esposa es
prueba de ello, llegando incluso a visitar la Unión Soviética, algo inusual
para un representante de la capitalista América.
La película iba
a ser dirigida por Donald Crisp, hoy
conocido sobre todo en su faceta de actor, pero que en el periodo mudo había dirigido
un buen número de filmes desde que debutara en 1914. Dirigió a Buster Keaton en “El navegante” y a
Faribanks en su último filme hasta entonces “Don Q hijo del zorro”. Pero un fuerte enfrentamiento entre ambos
motivó que Fairbanks le reemplazara por
Albert Parker. Parker ya estaba acostumbrado a lidiar con estrellas como Valentino, Norma Talmadge o John Barrymore
al que dirigió en la versión muda más famosa de Sherlock Holmes.
Pero si alguien
contribuyó especialmente al resultado de la película es su director artístico “Carl Oscar Borg”. Nacido en Suecia,
fue uno de los pintores que mejor supo retratar el oeste americano,
especialmente a sus nativos, siendo magníficos los dedicados a los Hopi y los
Navajos, conviviendo con ellos y manteniendo aún después fuertes lazos
afecticos. “El pirata negro” era su primera película, donde realizó un gran
trabajo creando una iconografía que luego ha sido imitada en multitud de
filmes.
Destacar la
labor también del belga Fred Cavens,
maestro de esgrima y artífice de los vibrantes duelos que contiene el filme.
Colaborador de Doug desde “La marca del zorro” de 1920, dejó su talento en
muchos de los grandes clásicos del cine de aventuras (El cisne negro, Robin de los bosques, Ali Babá y los cuarenta ladrones
etc.). Aunque el momento más recordado de la cinta es cuando Fairbanks
desciende del navío clavando su cuchillo en la vela mayor.
El único
elemento de la película que no dejó satisfecho a Fairbanks, fue la banda sonora
encargada a Mortimer Wilson. Hubiera
querido un ritmo más frenético para las escenas de acción, tal y como habían
conseguido David Mendoza y William Axt, en el Don Juan de John Barrymore.
Una cinta donde
la figura de Fairbanks es omnipresente, convierte al resto del reparto en meras
comparsas que dan el pie para que el astro entre en acción. No obstante destacar
la vis cómica de Donald Crisp interpretando a McTavish un pirata manco que
ayudará al héroe y a su malvado rival Sam
de Grasse, especialista en villanos, no solo hizo de príncipe Juan en el
Robin Hood de Fairbaks, también fue un despiadado fariseo en “Rey de Reyes” de DeMille. La princesa
Isobel, heroína de la cinta cuenta con un papel mínimo a cargo de la bella Billie Dove. Empezó su ascenso a la
fama como chica Ziegfeld en sus lujosas extravagancias. El affaire que mantenía
con el famoso empresario, motivó el que la esposa de este consiguiera que la
mandaran al otro punto del país, a rodar películas en Hollywood. Muy popular en
la década de los veinte, con la llegada del sonoro conoció al magnate Howard Hughes, quién locamente
enamorado decidió impulsar su carrera. El interés del millonario duró poco y
Dove acabó retirándose del cine, al casarse con un rico petrolero.
A modo de
anécdota, en el único beso que se dan los protagonistas, Billie Dove fue
reemplazada por la mujer de Fairbanks, Mary
Pickford, quien se negaba a que este besara a otras mujeres aunque fuera en
la ficción. Una ficción que pese a su débil argumento, sigue manteniéndose
fresca y divertida. Más violenta que las posteriores cintas acribilladas por el
Código Hays, “El pirata negro” es una excelente película de aventuras, que merece
ser conocida pese a que hayan pasado casi noventa años después de su rodaje.
P.D. Carl Oscar Borg y Donald Crisp coincidirán en la siguiente
gran apuesta de Kalmus con el Technicolor , “El vikingo”,
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