La popularidad
como estrella de Douglas Fairbanks ,cuando
acomete la gigantesca empresa que supone “El ladrón de Bagdad, sólo es superada
por Charles Chaplin. Curtido durante años en aventuras contemporáneas,
adquirirá fama universal, cuando traslade a tiempos pasados sus divertidas
peripecias. Puso su físico atlético que le permitía realizar acrobacias
espectaculares, al servicio de dinámicas producciones que sentaron las bases de
lo que en adelante se conoció como género de aventuras.
“La marca del zorro” (1920) fue la primera cinta que hizo en United Artits, la nueva productora
donde los dueños eran los artistas. Los firmantes de esta asociación fueron
además de Fairbanks: Charles Chaplin, David Wark Griffith, y
Mary Pickford esposa de Doug. La película que estaba basada en una novelita
titulada "The Curse of Capistrano",
constituyó el primer impulso a la nueva sociedad, ya que el artista estaba
libre de los compromisos contractuales que ataban al resto.
Un año después con la estupenda “Los tres mosqueteros” Fairbanks eleva
la calidad de sus películas. Dirigida al igual que “La marca del zorro” por el
eficaz Fred Niblo, presenta una
factura formal muy superior a sus filmes precedentes. La utilización de un
vestuario cuidado y de grandes decorados, impresionó a las audiencias del todo
el mundo. Su siguiente proyecto, seguía esta línea ascendente. “Robin de los bosques” en esta ocasión a
cargo de un viejo amigo de Fairbanks, el director Allan Dwan, contó con los
memorables set creados por Wilfred Buckland, junto al estupendo
vestuario diseñado por Mitchell Leisen,
en el futuro uno de los grandes directores de la etapa dorada de Hollywood. El
enorme decorado del castillo, llegó a impresionar a los espectadores que la
vieron en su estreno.
Si espectacular era la puesta en
escena de “Robin de los bosques”, para el “Ladrón de Bagdad” contó con los
servicios de William Cameron Menzies.
Influenciado por los logros artísticos del impresionismo alemán, ya había dado
cuenta de su maestría diseñando la producción de “Rosita la cantante callejera”
protagonizada por Mary Pickford, que significó el debut de Ernst Lubitsch en Hollywood. Para la
fantasía oriental de Douglas Fairbanks, Cameron Menzies creó una serie de
grandiosos decorados e innovadores efectos especiales que causaron sensación.
El momento en que el jovial ladrón junto
a la hermosa princesa, se elevan en la alfombra voladora, por encima de las cúpulas
del majestuoso Bagdad, se ha convertido en un icono que refleja toda una época
en el cine.
Las fantasías orientales que
habían triunfado en Alemania, primero en los espectáculos teatrales de Max Reinhardt y luego en el cine, con títulos tan exóticos
como “Sumurun” (1920), alcanzaron
gran resonancia. Uno de los relatos que
conformaban, una cinta memorable del cine alemán, aunque no adscrita a ese
género “El hombre de las figuras de cera”,
se dice que inspiró el argumento de la cinta de Fairbanks.
Con todos estos imaginativos
medios, sólo hacía falta un capitán que condujera a buen puerto tan colosal
nave. Un director que se llamaba Raoul Walsh, que con este filme
iniciaba una serie de obras maestras que se prolongarían durante cuarenta años
más. Lo mismo podemos decir de Cameron
Menzies que prosiguió una carrera que culminaría con el diseño de la cinta más
famosa de todos los tiempos, “Lo que el
viento se llevó”.
Por el contrario, la colosal
figura de Douglas Fairbanks, iría desvaneciéndose con el advenimiento del cine
sonoro. Pero su legado, de majestuosas producciones y su encarnación del
atlético y socarrón héroe de aventuras perdurará. Hoy en día, nuevas y lujosas ediciones en los
más modernos soportes, nos permiten disfrutar en toda su plenitud de este gran
clásico del cine de aventuras.
Anna May Wong la malvada de la película
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