sábado, 28 de junio de 2014

Días sin vida. El último amor de Scott Fitzgerald

         La primera vez que tuve la oportunidad de leer a Scott Fitzgerald, fue en una recopilación de cuentos titulada “El precio fue demasiado alto”. En el prefacio el autor de la compilación, afirmaba que el exceso de producción de relatos, para mantener su tren de vida, había terminado por minar al talentoso escritor. El y su esposa fueron dos glamurosos personajes cuya fama excedía el ámbito de la literatura. El matrimonio Fitzgerald era una auténtica celebridad en aquel París de los años veinte, igual que Oscar Wilde había epatado a la sociedad europea a finales del siglo XIX.
 
 
 

         Todo eso se rompió cuando Zelda tuvo que ser internada en un hospital psiquiátrico y el mundo de Scott se desmoronó. Urgido por los problemas económicos marchó a Hollywood donde podría ganar dinero como guionista. Es en ese preciso momento de su vida, cuando mermadas sus capacidades por su adicción al alcohol, entra en escena Sheilah Graham, una escritora inglesa especializada en difundir chismes sobre los famosos.
 
         Aquí comenzaría la acción de la película de Henry King, un director que estaba al final de su carrera que terminaría con la figura de Fitzgerald. Aquí contaba su vida y en su siguiente y último trabajo adaptaría una de sus mejores novelas “Suave es la noche”. La acuciante necesidad de fondos por parte del escritor le hizo vender casi inmediatamente los derechos de sus novelas y relatos al medio cinematográfico. Ya en 1926 solo un año después de publicada, Paramount produjo la primera versión de “El gran Gatsby” con Warner Baxter como protagonista. Uno de los más famosos filmes perdidos.
 
         Pese a todo este pórtico glosando la vida de Scott Fitzgerald, lo cierto es que “Días sin vida” es en esencia un melodrama romántico, género donde se había especializado Jerry Wald. El productor que había comenzado con duras cintas al servicio de Bogart, Cagney  y Bette Davis durante su estancia en la Warner, había tenido sus más aclamados éxitos produciendo una serie de brillantes melodramas en Technicolor y Cinemascope en la Twenty Century Fox. Con libertad total por parte del estudio, sus películas entre ellas títulos tan famosos como “Tu y yo” y “Vidas borrascosas” eran la respuesta de la Fox a los melodramas que realizaba en Universal el genial Douglas Sirk.

         Esta apuesta decididamente sentimental, hizo que el proyecto pasara de puntillas, por la actividad creativa de Fitzgerald, centrándose como he dicho en la relación sentimental entre Graham y el afamado escritor. Para encabezar el reparto se eligió a dos de los actores más famosos del momento, obviando el nulo parecido físico con los personajes reales. Lo cierto es que tanto Gregory Peck como Deborah Kerr están muy convincentes en sus respectivos papeles. Tanto en las escenas más relajadas, bordeando la comedia, como en las más dramáticas originadas por las crisis alcohólicas de Scott, ambos mantienen su nivel. Peck incluso está muy gracioso, cuando empieza a lanzar su verborrea de borracho y Kerr luce espléndida en las luminosas escenas de la playa de Malibú.
 
         Eddy Albert raya a gran altura en el papel de Bob Carter, un remedo del personaje real Robert Benchley, estilizado escritor humorístico que alcanzó cierta fama con sus cortos de Como….(Como comportarse, Como pasear un perro, Como dormir) que se han convertido en clásicos. En el filme intenta mostrar una manera muy especial de como abrir una lata. Albert ya había coincidido con Peck en una de sus películas más exitosas “Vacaciones en Roma” donde interpretaba a Irving Radovich su inseparable amigo fotógrafo.
 
 
         La excelsa fotografía de Leon Shamroy junto a la brillante partitura de Franz Waxman, contribuyen al impecable acabado del filme. Un hermoso melodrama que se ve con agrado, ideal para las calurosas tardes de estío.
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario