viernes, 2 de mayo de 2014

Tres hombres malos (1926) Las apariencias engañan


La imagen a contraluz de tres siluetas a caballo, es una de las presentaciones más míticas que hayan podido tener unos personajes en la historia del cine. Evidentemente, son los tres hombres malos que dan título al filme, seguramente el mejor rodado por Ford durante el periodo silente. Curtido durante años realizando western de bajo presupuesto, el éxito alcanzado por “La caravana de Oregón” de James Cruze, motivó el que William Fox asignara un gran presupuesto a Ford para que rodara “El caballo de hierro”, la película que definitivamente consagró al director de origen irlandés y le dio un puesto de preminencia en el estudio, donde permanecería casi un cuarto de siglo más.

 
Tras seis películas en las que abundan los melodramas, Ford puede rodar otro gran espectáculo disponiendo de grandes medios para realizarla. El argumento se inspiraba en una novela de  Herman Whitaker titulada “Over the border” publicada en 1916. Whitaker quién alcanzó gran notoriedad como escritor de relatos en las más prestigiosas revistas de la época, había sido otro europeo más que había emigrado primero a Canadá y luego a California, en busca de un futuro mejor para su familia.
 
En estos dos años de intervalo, el estilo de Ford había conseguido una soltura que eliminaba el visible envaramiento que posee la notable “El caballo de hierro”. Aquí incorporó las escenas humorísticas con especial acierto, que servían de contrapunto a los momentos más dramáticos. El mayor defecto del filme es sin duda la cantidad de intertítulos bastante superior a los que utilizaban coetáneos suyos como Borzage o Walsh. Pero la grandeza de los planos del maestro y la sinceridad con que se expresan sus actores, hacen que la acción no decaiga en ningún momento. El espectacular momento de la carrera, para tomar posesión de las tierras de Dakota, sigue maravillando por su espectacularidad, superando a escenas similares como las que contienen las dos versiones de “Cimarron”.
 
El galán de la película era George O´Brian, por entonces el actor fetiche cineasta, después de pequeños papeles en las populares películas de Tom Mix fue Ford quien le dio la oportunidad de protagonizar “El caballo de hierro”. Además de las películas con Ford, el título por el que es más recordado es “Amanecer” de Murnau. La chica que interpretaba a Lee Carlton era natural de Virginia como su personaje. La bella Olive Borden tuvo una de las ascensos más vertiginosos, como igualmente acelerada fue su caída. Al igual que O´Brian con el que estuvo fugazmente comprometida en 1929, sus carreras cayeron en picado con el cine sonoro, pero mientras él se refugiaba en los western de serie B, ella se vio despojada de trabajos que pudieran ayudarla a llevar su desmesurado tren de vida. Después de caer en la espiral del alcoholismo, falleció en una misión de caridad a los cuarenta años.
 
En cuanto a los “tres hombres malos” que se convertirán en ángeles protectores de Lee, estaban interpretados por Tom Santschi, J. Farrell MacDonald y Frank Campeau. Mientras MacDonald y Campeau nunca abandonaron su rol de característicos, Santschi si tuvo papeles de más envergadura, protagonizando junto a William Farnum una de las peleas más cruentas del cine mudo, en la primera versión de “Los usurpadores” filmada en 1914. Santschi vecino y amigo de Ford supo insuflar simpatía al malvado de buen corazón Bull Stanley. Por el contrario el villano de la función era el sheriff Layne Hunter. Ford burlándose de los estereotipos hizo que el bueno de la función, el noblote irlandés Dan O´Malley, llevara sombrero negro, mientras el malvado agente de la ley lo interpretaba un atractivo hombre de impoluto sombrero blanco. Este era Lou Tellegen, de tumultuosa vida amorosa (estuvo casado cuatro veces una de ellas con la diva de la ópera Geraldine Farrarr) que empezó siendo famoso, al aparecer en los primeros filmes protagonizados por  la eximia Sara Bernhardt, que lograron fama en medio mundo. Después de quedar desfigurado tras un accidente, publicó sus memorias amatorias en 1931, para al final suicidarse tres años más tarde. Santschi también falleció repentinamente de un ataque al corazón en 1931, el mismo año en que la Fox hizo un remake sonoro de la cinta, protagonizado por Victor McLaguen.
 
 
 
Pese a las evidentes virtudes del filme, “Tres hombres malos” no supuso el éxito rotundo que preveía el magnate William Fox. El público decidió dar la espalda al género del western que con honrosas excepciones quedó relegado al estado del que venía, las películas de bajo presupuesto. Sería nuevamente John Ford el que devolviera a las películas del oeste al olimpo de Hollywood, cuando trece años después rodara la mítica “La diligencia” pero esa ya es otra historia, como diría Moustache en “Irma la dulce”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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