La imagen a contraluz de tres
siluetas a caballo, es una de las presentaciones más míticas que hayan podido
tener unos personajes en la historia del cine. Evidentemente, son los tres
hombres malos que dan título al filme, seguramente el mejor rodado por Ford
durante el periodo silente. Curtido durante años realizando western de bajo
presupuesto, el éxito alcanzado por “La
caravana de Oregón” de James Cruze, motivó el que William Fox asignara un gran presupuesto a Ford para que rodara “El caballo de hierro”, la película que
definitivamente consagró al director de origen irlandés y le dio un puesto de
preminencia en el estudio, donde permanecería casi un cuarto de siglo más.
Tras seis películas en las que
abundan los melodramas, Ford puede rodar otro gran espectáculo disponiendo de
grandes medios para realizarla. El argumento se inspiraba en una novela de Herman
Whitaker titulada “Over the border” publicada en 1916. Whitaker quién
alcanzó gran notoriedad como escritor de relatos en las más prestigiosas revistas
de la época, había sido otro europeo más que había emigrado primero a Canadá y
luego a California, en busca de un futuro mejor para su familia.
En estos dos años de intervalo, el
estilo de Ford había conseguido una soltura que eliminaba el visible envaramiento
que posee la notable “El caballo de hierro”. Aquí incorporó las escenas
humorísticas con especial acierto, que servían de contrapunto a los momentos
más dramáticos. El mayor defecto del filme es sin duda la cantidad de
intertítulos bastante superior a los que utilizaban coetáneos suyos como
Borzage o Walsh. Pero la grandeza de los planos del maestro y la sinceridad con
que se expresan sus actores, hacen que la acción no decaiga en ningún momento.
El espectacular momento de la carrera, para tomar posesión de las tierras de
Dakota, sigue maravillando por su espectacularidad, superando a escenas
similares como las que contienen las dos versiones de “Cimarron”.
El galán de la película era George O´Brian, por entonces el actor
fetiche cineasta, después de pequeños papeles en las populares películas de Tom
Mix fue Ford quien le dio la oportunidad de protagonizar “El caballo de hierro”.
Además de las películas con Ford, el título por el que es más recordado es “Amanecer” de Murnau. La chica que
interpretaba a Lee Carlton era natural de Virginia como su personaje. La bella Olive Borden tuvo una de las ascensos
más vertiginosos, como igualmente acelerada fue su caída. Al igual que O´Brian
con el que estuvo fugazmente comprometida en 1929, sus carreras cayeron en
picado con el cine sonoro, pero mientras él se refugiaba en los western de
serie B, ella se vio despojada de trabajos que pudieran ayudarla a llevar su
desmesurado tren de vida. Después de caer en la espiral del alcoholismo,
falleció en una misión de caridad a los cuarenta años.
En cuanto a los “tres hombres malos”
que se convertirán en ángeles protectores de Lee, estaban interpretados por Tom Santschi, J. Farrell MacDonald y Frank
Campeau. Mientras MacDonald y Campeau nunca abandonaron su rol de
característicos, Santschi si tuvo papeles de más envergadura, protagonizando
junto a William Farnum una de las
peleas más cruentas del cine mudo, en la primera versión de “Los usurpadores” filmada en 1914.
Santschi vecino y amigo de Ford supo insuflar simpatía al malvado de buen
corazón Bull Stanley. Por el contrario el villano de la función era el sheriff
Layne Hunter. Ford burlándose de los estereotipos hizo que el bueno de la
función, el noblote irlandés Dan O´Malley, llevara sombrero negro, mientras el
malvado agente de la ley lo interpretaba un atractivo hombre de impoluto
sombrero blanco. Este era Lou Tellegen,
de tumultuosa vida amorosa (estuvo casado cuatro veces una de ellas con la diva
de la ópera Geraldine Farrarr) que
empezó siendo famoso, al aparecer en los primeros filmes protagonizados
por la eximia Sara Bernhardt, que lograron fama en medio mundo. Después de quedar
desfigurado tras un accidente, publicó sus memorias amatorias en 1931, para al
final suicidarse tres años más tarde. Santschi también falleció repentinamente
de un ataque al corazón en 1931, el mismo año en que la Fox hizo un remake
sonoro de la cinta, protagonizado por Victor
McLaguen.
Pese a las evidentes virtudes del
filme, “Tres hombres malos” no supuso el éxito rotundo que preveía el magnate
William Fox. El público decidió dar la espalda al género del western que con
honrosas excepciones quedó relegado al estado del que venía, las películas de
bajo presupuesto. Sería nuevamente John Ford el que devolviera a las películas
del oeste al olimpo de Hollywood, cuando trece años después rodara la mítica “La diligencia” pero esa ya es otra
historia, como diría Moustache en “Irma la dulce”.
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