Cuando hace unos días hacíamos un
somero repaso sobre las películas ambientadas en la revolución americana, resulta
curioso que Cecil B. DeMille no se
ocupara de este tema, dado que junto a las recreaciones del mundo antiguo y
religiosas, la historia de los Estados Unidos es parte fundamental de su
filmografía sonora.
Desde las peripecias de Wild Bill
Hickok (titulada aquí Bufalo Bill), el desarrollo del ferrocarril en el oeste
(Unión Pacifico) la intervención del pirata Lafitte en la invasión británica de
1812 (Los bucaneros) o el desarrollo de la navegación comercial (Piratas del
mar caribe) vemos un amplio fresco de la historia estadounidense que cierra su
ciclo con esta sensacional cinta a caballo entre el cine de aventuras y el
western que es “Los inconquistables”.
Basada en la novela “The Judas Tree" del escritor Neil H.
Swanson, la acción se desarrollaba durante la revuelta india de Pontiac
acaecida en 1763 y tenía como prefacio un documento fechado a mediados de 1840
en que se hablaba de una muchacha condenada por robo en Inglaterra, a la que se
le permitía eludir la pena capital a cambio de servir como esclava en las
colonias. Así comienza la película que nos narra la historia de la pobre
esclava Abby y su encuentro camino del nuevo mundo con el capitán Cristopher
Holden. Mil y una peripecias vivirán en la tumultuosa época que les toca vivir.
Aunque la historia tenía todos los
ingredientes necesarios para realizar una buena película de aventuras, DeMille
encontró reticencias en la Paramount, ya que todas las películas desarrolladas
en esa época habían fracasado. Si no hubiera sido por el status, que el
veterano director tenía en el estudio, el proyecto nunca hubiera salido
adelante. También fue decisiva la contratación de Gary Cooper como protagonista, que auguraba que el filme pudiera
ser más comercial.
Como fue habitual en su última etapa,
la película comenzó sus preparativos tres años antes de comenzar el rodaje.
DeMille era muy meticuloso en todos los aspectos de la película, poniendo
especial acento en las escenas de acción más espectaculares, como son la persecución en canoa por los rápidos y el
asedio final a Fort Pitt, por lo que se usaron réplicas de las armas de la
época y se atavió a los más de cuatro mil extras con vestuario propio de la
época.
El reparto estaba encabezado como
hemos dicho por Gary Cooper, para DeMille la genuina encarnación del colono
americano, aquí como en casi todas las películas que protagonizó esta
magnífico. A su lado Paulette Godard
resuelve con acierto su papel, pese a que no era la primera opción de DeMille,
que había pensado en Deborah Kerr para
encarnar a Abby. El papel de villano fue encargado a Howard Da Silva, un actor de carácter que había triunfado en
Broadway en la famosa “Oklahoma” y
destacado en la oscarizada “Días sin
huella”, su pretendida filiación comunista, le cerró las puertas de
Hollywood durante una década. Otro de los destacados es el mítico Boris Karloff como Guyasuta jefe de los
indios Sénecas.
Pese a los malos augurios de los
directivos del estudio, la película pese a su alto coste, logró pingues
beneficios, siendo una de las cintas más taquilleras de la década de los
cuarenta. Algo comprensible pues su gran metraje, sobre las dos horas y media,
no pesa en una narración ágil que combina los momentos de mayor espectáculo,
con escenas intimistas donde se palpa el buen hacer del director. Un título que
no me canso de ver una y otra vez y que recomiendo sin duda a todos los que no
la hayáis visto.
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