jueves, 5 de julio de 2018

Programa doble: Pasa el circo (1930) y La vía lactea (1936) Recuerdos de la niñez

Este programa doble está relacionado con recuerdos de mi infancia. Las dos películas de las que
hablo tienen paralelismos con dos cintas que vi en mi niñez. El primer recuerdo es de "Una tarde en el circo" de los Hermanos Marx vista en el vetusto Teatro Bretón de mi ciudad natal. Su argumento básicamente era el de unos jóvenes propietarios del circo al que ayudaban los disparatados hermanos. Sin ser la mejor de sus películas tiene unos gag estupendos como el momento en que Groucho canta "Lidya the tuated lady" o el final con la orquesta sinfónica perdida en el océano. La primera película que acabo de conocer tiene casi el mismo argumento pero eso  más una desafortunada copia de los Marx es lo único que las asemeja.



Reconozco que me interesé por ver "Pasa el Circo" ante el reclamo de su director Frank Capra. Aunque su etapa más conocida comienza con "Dama por un día" había visto otros títulos anteriores que me habían gustado mucho (Las cintas con Harry Lagdom. La amargura del General Yen. La locura del dolar etc.) Así que me decidí a ver esta para mi desconocida película y la verdad pocas veces me he decepcionado tanto últimamente. La película es mala sin ambages. Su protagonista fue en su día un muy popular actor de vaudeville que tras dar el salto a Broadway al igual que años atrás los Hermanos Marx había conseguido un éxito fulgurante. Su nombre Joe Cook un auténtico hombre orquesta capaz de ser malabarista, equilibrista. músico y por supuesto cómico. Su popularidad fue tal que era uno de los favoritos en aquella radio que en la década de los treinta vivía su particular edad de oro.


Pero en el cine no tuvo el mismo éxito que en los escenarios y la radio. Tras rodar un corto el año anterior Columbia decide llevar a la pantalla su gran éxito Rain or Shine que había tenido 356 representaciones. Como coincidió con un hartazgo por parte del público de las películas musicales se eliminaron las canciones y quedó tan sólo el escuálido argumento y un diálogo sinceramente horrible. Toda la película está supeditada al lucimiento de Cook  y eso se nota. Cuando haces una película para que se luzca John Wayne puede que no salga una obra maestra como "Centauros del Desierto" pero cuando lo haces para un intérprete como Cook lo que sale es "Pasa el Circo". Y no es porque Capra tenga la culpa, es más creo que intenta darle algo de consistencia a lo inconsistente pero esto no lo hubiera arreglado ni Raoul Walsh que ya es decir. Me imagino que los que dominen el inglés (bueno la jerga que Cook habla) quizás encuentren algo de gracia  a su ultrarápida manera de hablar cosas sin sentido. Pero yo creo que ni eso. Además Cook es acompañado por otros dos pretendidos cómicos Dave Chasen y Tom Howard formando una copia muy pero que muy barata de los Marx.





En cambio hay otro recuerdo que posteriormente mejoramos. El famoso día del Intento de Golpe de Estado o sea 23 de Febrero de 1981 sucedieron muchas cosas, entre ellas que TVE emitiera una comedia (me imagino que para alegrar al personal) titulada "El asombro de Brooklyn". Lo cierto que el niño de 11 años que era se divirtió mucho con las payasadas de Danny Kaye y la belleza de Virginia Mayo. Además llevábamos un año con la tele en color y ciertamente los chillones colores del Technicolor lucían una barbaridad. Luego pasados unos años volví a verla y claro está ya no le vi tanta gracia.


Reconozco que nunca fui fan de Danny Kaye. Sus exageradas muecas y sus presuntas habilidades canoras me han resultado siempre bastante cargantes. En cambio siempre he sentido admiración por Harold Lloyd que junto a  Chaplin y Buster Keaton forman el trío supremo del humor silente. Esa admiración no solo se circunscribe a sus películas mudas que claro está son las mejores puesto que Lloyd tiene un buen número de películas sonoras más que estimables. Como comenté en el post dedicado a "Una noche en El Cairo" de Ramón  Novarro no todas las estrellas del cine mudo tuvieron un declinar calamitoso. ¡Qué fenómeno! (1929) la primera película sonora de Harold Lloyd fue la segunda más taquillera en toda su carrera sólo superada por "El estudiante novato" (1925). Pese a que las películas de Lloyd no eran precisamente baratas siguieron dando beneficios. Recordemos que las películas de humor no eran  en las que más invertían los estudios. Laurel y Hardy sin ir más lejos aparecían en cintas de bajo coste y así la mayoría de los cómicos. Las lujosas producciones de Eddie Cantor con Samuel Goldwyn y de Los Hermanos Marx con Irving Thalberg eran la excepción que confirmaba la regla.


Hasta ahora Lloyd había tenido total independencia y no necesitaba el paraguas de un productor. En 1925 tras el fulgurante éxito de "El estudiante novato" firmaba un ventajoso acuerdo con la Paramount que le permitía una total libertad artística rodando en sus propios estudios y obteniendo la distribución de la mayor cadena de cines de todo el planeta, pero la situación calamitosa de Paramount en 1932 hizo que no renovara su contrato y  marchara a la Fox. La productora tampoco pasaba por su mejor momento y el filme que Lloyd realizó para ella "La garra del gato" por primera vez apenas dio beneficios. Puede que el público empezara a cansarse del cómico y el también empezara a bajar su listón. Lo cierto es que Lloyd volvió dos años después a Paramount aunque esta vez en una producción del estudio donde no obstante el actor tenía libertad.


La implantación del Codigo Hays había hecho que la más rentable de sus estrellas cómicas Mae West perdiera su atractivo en taquilla al tener que rebajar mucho su osado personaje. Los chistes picantes y su procaz sensualidad ya no podían exhibirse. Sus nuevas y descafeinadas películas no atrajeron al público por lo que Paramount decidió volver a traer a Lloyd cuyo humor blanco no iba a tener el menor problema. El estudio adquirió los derechos de una obra titulada "La vía lactea" que había estado más de tres meses en cartel en Broadway protagonizada por  Hugh O´Connell quién fue un secundario habitual en el cine de la época. La historia de un apocado y bondadoso lechero que por azar derriba a un campeón de boxeo parecía un vehículo idoneo para Lloyd. La productora no reparó en gastos y rodeo de los medios oportunos tanto en figuración y vestuario como en un elenco muy apreciable para darle la réplica.
Lloyd en el set de rodaje


Para dirigirla pudo contar además  con el talentoso Leo McCarey que estaba a punto de iniciar su etapa de consagración. Al igual que Lloyd el cineasta de origen irlandés había trabajado en sus inicios como Lloyd  con el productor Hal Roach. Precisamente Lloyd dejó su asociación con Roach cuando este emprendió la realización de una novedosa serie de cortos protagonizados por niños que en España se conoció como "La Pandilla". La atención que Roach puso en este proyecto segun Lloyd no le permitía ocuparse de su carrera. Uno de los más destacados guionistas de estos divertidos cortos fue precisamente Leo McCarey. En los estudios de Roach, McCarey también se encargó de los mejores cortos de un cómico hoy olvidado Charlie Chase y de reunir a Laurel y Hardy. Tras dirigir a Eddie Cantor en uno de sus títulos más taquilleros Torero a la fuerza. pasó luego a Paramount donde  dirigiría a otros cómicos tan populares como Mae West, W.C. Fields y a los Marx en la para muchos su mejor película "Sopa de ganso".




Al contrario de lo que le pasaría con Preston Sturges en su última película. aquí Lloyd tuvo una excelente relación con McCarey que como acabamos de decir tenía una larga experiencia de lidiar con cómicos. Trabajaron juntos los gags en un ambiente de franca camaradería. Desde luego que el papel de tímido lechero convertido de la noche a la mañana en el Tigre Sullivan era perfecto para Harold al igual que el del corrompido promotor pugilístico Sloan para Adolphe Menjou. Pocos mejor que él podían encarnar a un ser tan carente de escrúpulos que recuerda bastante al Walter Burns de "Primera Plana" al que interpretó en la primera adaptación llevada al cine por Lewis Milestone en 1931. Menjou que durante la etapa muda fue protagonista de muchos filmes incluyendo dos especialmente memorables como Una mujer de París" de Chaplin y "Los peligros del flirt" de Lubitsch. Con la llegada del sonoro siguió como distinguido secundario en títulos como "Adiós a las armas" o " Ha nacido una estrella". En 1936 estaba sin duda en el cenit de esta segunda carrera. A su lado la fenomenal Verree Teasdale que hace de pareja de Menjou con el que acababa de casarse en la vida real. Esta exquisita actriz sofisticada y elegante que tiene una simbiosis perfecta con Menjou desgraciadamente no tuvo muchos papeles en el cine. Esta es otra de las causas que hacen disfrutable el visionado de la película.
LOS MENJOU JUGANDO AL BACK-GAMMOND DURANTE EL RODAJE DE LA CINTA

Hay que reconocer que al contrario que Buster Keaton cuyas paterneires eran bastante feas. Harold Lloyd siempre estuvo muy bien acompañado desde sus inicios en el cine. Desde la voluptuosa Bebe Daniels quien lo dejo para ser una estrella como Cecil B. DeMille a Mildred Davies su luego esposa inolvidable coprotagonista de "El hombre Mosca". En este caso la belleza era Dorothy Wilson un descubrimiento de Gregory LaCava cuando ella era secretaria en RKO. Su bella presencia y buen gusto actuando le permitieron aparecer en un puñado de películas en las que destacaría "Los últimos días de Pompeya" y "En el viejo Kentucky" con el gran Will Rogers. Poco después de terminar el rodaje de "La vía lactea" se casó con Lewis R. Foster quien llevaba saliendo con ella un par de años. El brillante guionista ganaría un oscar por la genial "Caballero sin espada" mientras que ella abandonó su carrera al poco de casarse con él.  Tampoco es que fuera demasiado brillante la trayectoria de Helen Mack que aquí interpreta a la hermana de Harold pero era una actriz más que competente  uno de sus últimos filmes "Luna nueva" fue la segunda y mejor versión de esa Primera Plana donde intervino Menjou. Aparte de los artistas reseñados el resto del elenco cumple estupendamente sus respectivos empeños.
LLOYD CON DOROTHY WILSON Y HELEN MACK




Desgraciadamente el público no respondió como se esperaba y la película superó por poco el millón de dólares que había costado. Las dos últimas películas de Lloyd todavía corrieron peor suerte y el actor decidió olvidarse del cine hasta que a finales de los años sesenta una nueva generación descubrió sus deslumbrantes películas mudas. Como dijimos al principio Goldwyn compró los derechos de "La vía lactea"  para rodar la nueva versión de Danny Kaye. Como era práctica habitual en la época también se quedó con el negativo original de la versión de 1936 que destruyó. Sólo quedaron copias de muy mala calidad que estuvieron viéndose en los canales locales de TV y en los video casetes y cintas de DVD. Pero Harold Lloyd que conservaba toda su obra en casa guardó una copia nueva en 35mm. del filme y hoy podemos admirarlo en toda su plenitud. Otro día volveremos con una obra grande de Lloyd pero hasta sus películas menores guardan más categoría que las mejores producciones de otros cómicos. Porque Harold Lloyd siempre dio lo mejor para su audiencia y el tiempo siempre pone todo en su sitio.






lunes, 12 de febrero de 2018

Dinamita (1929) La encrucijada de Cecil B. DeMille




El 2 de Agosto de 1928 Cecil B. DeMille firmaba contrato con Metro-Goldwyn-Mayer. Así terminaba su andadura como director independiente cerca de un lustro. Había salido de las garras de la Paramount de Zukor y ahora llegaba a su nuevo y más directo competidor M.G.M. Pese al rotundo éxito de "Rey de Reyes" finalmente había tenido que dejar sus sueños de independencia. Hoy en día se cree que las películas de DeMille fueron grandes éxitos comerciales. Y realmente si lo fueron pero no en la escala a la que hoy estamos acostumbrados. El antiguo sistema de estudios que poseían una amplia red de teatros propios funcionaba de una manera muy diferente. Las productoras realizaban muchos filmes de bajo coste que eran los que realmente hacían rentables los estudios. Luego venían los filmes de prestigio que aunque por lo general no dejaban déficit tampoco por sus elevados costes podían conseguir grandes ganancias. Eran tiempos en que la televisión no existía y la gente visitaba el cine muy asiduamente gracias a los precios bajos de sus entradas. El mayor problema que tuvo la productora de DeMille es que si observamos los costes de sus películas (no sólo las de DeMille si no la producción total) observamos que el coste de la mayoría de ellas estaba bastante por encima de la media habitual. Esa falta de compensación fue una de las causas principales por las que sus financiadores (Joseph P. Keneddy y la productora Pathé) no siguieran con la aventura. Los taquillazos de DeMille surgirían después de la segunda guerra mundial cuando Hollywood tuvo que enfrentarse a la televisión  utilizando grandes superproducciones. Desde "Los Inconquistables" las cintas de DeMille adquirieron cifras vertiginosas de espectadores, pero esa realidad distaba mucho de la que sufría DeMille casi veinte años antes.
                                            DeMille en el rodaje de Dinamita

Y es que en aquél momento Hollywood se encuentra inmersa en la mayor convulsión de su historia, la aparición del sonido. Lo que al principio se creyó una moda pasajera en pocos meses estaba transformando la industria del cine. La última película que rodara DeMille para su estudio "La incrédula" fue retirada de la exhibición y se le añadieron  unas escenas habladas ya sin la participación de su director. Así que cuando DeMille se dispuso a dirigir su primera película MGM tuvo que enfrentarse con un nuevo medio totalmente desconocido.



Las condiciones con las que el director entró en la nueva compañía se correspondían con el estatus que tenía pese a todo en la industria. MGM  a decir verdad le puso una alfombra roja a la entrada. Su contrato le permitía escoger el argumento que debía rodar y traerse consigo a buena parte de sus colaboradores. Entre ellos figuraba el modisto Adrian quién al contrario que DeMille tendría una larga estancia en el estudio del león. Otro era Mitchell Leisen decorador, modisto y hombre para todo que terminaría volviendo a Paramount con DeMille y convirtiéndose poco después en uno de los grandes directores de las siguientes dos décadas. Y como no estaba Jeannie McPherson, la pareja sentimental más estable del director y su colaboradora de más confianza. Autora de la mayor parte de las historias de sus anteriores cintas, aquí se encargó de elaborar la historia sugerida por hechos reales. Durante la década de los veinte hubo algún caso de condenados a muerte que contraían matrimonio poco antes de ejecutarse la sentencia. En uno de esos casos se halló al culpable y el prisionero fue liberado. Partiendo de esa premisa McPherson  elaboró una historia a caballo entre la comedia y el drama que no difería mucho de las tragicomedias rodadas por DeMille desde los tiempos en que Gloria Swason era su principal estrella. El argumento ´rocambolesco es desde luego lo menos atractivo de la película, con diálogos claramente pasados de moda. La película refleja en su primera parte un mundo que estaba desapareciendo reventado por el crack bursátil acaecido pocos meses después de terminar su rodaje.
 
 


En cambio la película nivela considerablemente la balanza por el moderno uso que hace del sonido. Aunque DeMille, antes de convertirse en director de cine  lo había sido antes de escena no decidió caer en la trampa de teatro filmado en que incurrieron muchas de las primeras cintas sonoras. La pericia de Mitchell Leisen y del nuevo director de sonido de MGM Douglas Shearer consiguieron adoptar medidas imaginativas para combatir el estatismo de la cámara. Esto permitió que la película gozara de una buena realización visual y que se usara el sonido como recurso en varias escenas. La más famosa de ellas es claro está la boda in extremis en la penitenciaria. El preso tras los barrotes, la novia nerviosa y el repiqueteo de los martillos con que se construye la orca. También resuena una lánguida canción de Dorothy Parker que entona un por entonces desconocido Russ Columbo. El cantante no tardaría en ser el más claro adversario de Bing Crosby hasta su repentina muerte en 1934 víctima de un trágico accidente con un revolver.
                                       De Mille con la nueva cámara sonora en Dinamita

                              De Mille en el set de Dinamita con Kay Johnson y Charles Bickford

El reparto de la película era algo fundamental. Como bien se sabe el nuevo medio hizo que muchas carreras fueran a pique ya que su voz no se adaptaba a los primitivos micrófonos de la época. El departamento de sonido se convirtió de un día  para otro en un deambular de viejas y nuevas estrellas enfrentadas al veredicto inmisericorde del micrófono. De repente los teatros de Broadway fueron tomados al asalto por los cineastas en busca de nuevas voces que además supieran decir bien un diálogo. De esta nueva hornada de estrellas llegaron dos de los protagonistas del filme Charles Bickford y Kay Johnson. Ambos habían tenido un destacado debut en el teatro y como tantos otros se aventuraron al nuevo medio. Charles Bickford en un principio pensó que no congeniaría con el autócrata DeMille. Invitado nada más llegar a Hollywood al rancho de este en su fiesta de año nuevo le pareció un semental rubicundo rodeado por sus adoradas féminas que le rendían pleitesía. Pero esta opinión cambió cuando en el set de rodaje pudo trabajar muy a gusto con el director. Cuatro años después volverían a coincidir en "La juventud manda" donde Bickford interpretaba a un gangster. Su aspecto rudo bastante apropiado para interpretar al íntegro minero falsamente acusado se adaptaba bien a las características de Bickford que tendría una larga carrera como actor de carácter.
 
 

En cuanto a Kay Johson su periplo en el cine fue mucho más corto. Casada con el director teatral y luego cinematográfico John Cromwell, pese a su lucido debut en "Dinamita" y a dos primeros años involucrada en películas de calidad como la delirante "Madame Satan" también de DeMille vio como su carrera caía rápidamente en picado. La causa fue seguramente el aluvión  de nuevas estrellas que se ganaron rápidamente el cariño de la audiencia como Claudette Colbert o Bette Davis. Con esta última y dirigida por su marido Cromwell, Kay Johnson realizaría su última interpretación de mérito en la pantalla en "Cautivo del deseo" en 1934. El tercero en discordia del reparto Conrad Nagel llevaba ya años siendo un atractivo galán del cine silente. Con el advenimiento del sonoro su carrera ya no tuvo el mismo brillo pero fue prolongada hasta terminar igual que Bickford en la televisión. De maneras elegantes Nagel es el contrapunto perfecto en una relación sentimental que no es un trío sino un  cuarteto. Tratándose de DeMille lógicamente las cosas tienen que ser a lo grande. Para interpretar a la segunda dama de sociedad después de Johnson el director hizo un exhaustivo casting entre las que estuvo la luego famosa Carole Lombard. Pese al buen ojo clínico que DeMille tenía para las estrellas en este caso falló y no acabó de convencerle la prueba que hizo a Lombard que sería muy poco después una de las mejores actrices de comedia de la época. Su elección fue Julie Faye una ya talludita actriz que había comenzado con DeMille en la década de los diez y sería una de sus amantes oficiales. La mayor virtud de Faye eran sus hermosas piernas, tal era el caso que muchas veces doblada a estrellas menos agraciadas. La actuación de Julia Faye es la más floja del cuarteto protagonista aunque resulta simpática su presencia. En la película también encontraremos como amante de Faye a Joel McCrea en uno de sus  primeros películas antes de convertirse en uno de los galanes preferidos de la época, en 1939 ya convertido en una estrella rodaría con DeMille la excelente Unión Pacific. Para terminar este repaso al reparto del filme decir como curiosidad que las dos estrellas masculinas del filme Nagel y Bickford compartieron cartel con Greta Garbo. Por su aspecto es lógico que mientras las cintas coprotagonizadas con Nagel El Beso y La Dama Misteriosa son muy románticas la cinta que Garbo realizó con Bickford "Anna Crsitie" sea desgarradamente naturalista.
                                                      Joel McCrea en el filme

                                                      Las famosas piernas de Julia Faye

Como era costumbre DeMille rodó también una versión muda algo mucho más habitual de lo que la gente cree. En aquel momento muchos cines de pequeñas localidades todavía no estaban equipados para el cine sonoro. Esto unido a una apendicitis que sufrió Kay Johnson hizo que el rodaje se demorara un poco mas de lo previsto.  Hoy vista casi noventa años después de su realización continua siendo entretenida pese a sus más de dos horas de metraje. Los vestidos de Adrian junto a los decorados de Mitchell Leisen le confieren un glamour especial. Maravillosa esa bañera de cristal con difusor para sales de baño y es que las bañeras siempre fueron importantes en las películas de DeMille desde los tiempos de la Swason. Un mundo tan irreal como maravilloso. Las creaciones de DeMille siempre son interesantes y nos transportan a un  mundo que  nunca existió...salvo en los estudios del Hollywood dorado.

                                                       La famosa bañera de cristal