sábado, 29 de agosto de 2015

Salomón y la Reina de Saba (1959) El canto de cisne de King Vidor

 
De vez en cuando este modesto blog decide convertirse en paladín de películas que cree han sido injustamente tratadas por la crítica. El caso de la película que hoy nos ocupa es palmario, pocas veces hemos leído y por desgracia seguimos leyendo un tropel de críticas a cual más cruel sobre el último trabajo de King Vidor.
 
Era como si el haber cultivado una magnífica trayectoria a lo largo de cuatro décadas hubiera elevado demasiado alto el listón con que se mide este filme. Basado en una pequeña referencia bíblica, esta historia ya había sido objeto de varias adaptaciones al cine, quizás la más célebre fue la producción de Fox en 1921, hoy perdida, donde una bella Betty Blythe, lucía un vestuario más que sugerente. Filmada en un tiempo dominado por las grandes superproducciones “Salomón y la Reina de Saba” es un divertido espectáculo pseudobiblíco típico de la época en que se realizó con sus virtudes y defectos por lo general comunes a este género.
 
 
La Reina de Saba en 1921 iba muy ligerita de ropa
 
Pero sobre todo es una cinta marcada por el fallecimiento de su protagonista Tyrone Power en plena filmación. Se ha escrito mucho sobre este tema, aunque a decir verdad la mayoría de la información coincide con el estupendo artículo que el gran Cesar González Ruano publicó en las páginas del semanario Blanco y Negro justó una semana después el 22 de Noviembre de 1958.
 
Al igual que muchos colegas suyos, Power había iniciado su carrera como productor asociado con su amigo Ted Richmond, con el fin de conseguir aumentar sus dividendos y lograr los papeles que creía podían ayudar a mantener su carrera en todo lo alto. Después de veinte años en la Fox, inaguraba esta nueva aventura con buen pie al intervenir en la obra maestra de Billy Wilder “Testigo de cargo”. Precisamente el estreno de esta película en Madrid supuso su último acto público de calado, tan sólo dos días antes de su fallecimiento. Reacio a escuchar su voz doblada resultó impresionado favorablemente por la labor de Ángel María Baltanás, pese a ser uno de los dobladores más prolíficos de su época esta fue la única ocasión que prestó su voz a  Power.
 
 
El actor que recientemente había vuelto a contraer matrimonio, llegó a España con su flamante tercera esposa Deborah Minardos, era el 3 de septiembre y después de una breve estancia en Madrid todo el equipo se trasladó a la provincia de Zaragoza, concretamente a Valdespartera, donde filmarían las escenas de masas, instalándose en el Gran Hotel de la capital zaragozana.
 
Parece que la idea de rodar allí  fue de el gran cámara Freddie Young, pero lo cierto es que ese terreno  ubicado en la zona sur a las afueras de la capital, eran más apropiados según sus palabras que los desiertos israelíes que previamente había visitado. Utilizada como fosa común durante la Guerra Civil, los terrenos pertenecían al Ministerio de Defensa, quién también facilitó el que sus soldados participaran en las escenas de batalla. Hoy en día Valdespartera es un barrio residencial de Zaragoza, cuyas calles están consagradas al séptimo arte, lógicamente una de sus vías está dedicada a Salomón y la Reina de Saba. Hay una magnífica información del rodaje durante quince días del filme en tierras aragonesas en el magnífico blog “El cine de nunca jamás” cuyo enlace reproduzco. https://cinedenuncajamas.wordpress.com/2008/09/17/50-aniversario-del-rodaje-en-zaragoza-de-salomon-y-la-reina-de-saba/.
 
Anthoy Mann, fue contratado para ocuparse de la segunda unidad para las escenas de acción, algo habitual en las cintas de Vidor. En su película anterior “Guerra y paz” las escenas bélicas exceptuando La Batalla de Borodino corrieron a cuenta de Mario Soldati, más famoso como escritor que como director de cine. Pocos meses después Mann ya en Hollywood sería despedido nada más iniciar el rodaje de Espartaco.
 
Pero eso pasaría en Enero, volvemos al final del otoño de 1958 en los madrileños estudios Sevilla Films, donde la producción ha quedado paralizada tras la muerte de Power. Tras comprobar que era imposible terminar la película utilizando un doble que al que sólo se le viera la espalda (se pensó en el actor Virgilio Texeira) se decidió contratar a Yul Brynner, quien tras la sustanciosa oferta económica se desplazó de inmediato.
Vidor dirigiendo a Lollobrigida
 
La bucólica escena de amor que según Vidor en la versión con Power era maravillosa y con Brynner en cambio perdía todo su sentido
 
Vidor siempre lamentó en sus declaraciones esa elección, pensaba que Brynner proyectaba una imagen de autosuficiencia que a su entender, cuadraba poco con la idea que tenía el director texano del personaje, mucho más dubitativo. A pedida de Brynner se modificó parte de sus diálogos, realzando la visión de este. Por lo que desprenden sus palabras Vidor no estaba nada de acuerdo con esta imposición por parte de los productores. El actor que estaba en el punto culminante de su fama, aterrizó en Madrid con un guionista, un fotógrafo y un equipo entero, como narra textualmente en su autobiografía “Un árbol es un árbol”. Las diferencias con Brynner se extendieron a Lollobrigida, con quién en un principio se había entendido a las mil maravillas.
 
Dos divertida imágenes del rodaje
 
En plena pugna de popularidad con su eterna rival Sophia Loren, Lollobrigida había sido la primera de ambas en despuntar en el estrellato, participando  ya en 1953 en una producción estadounidense, “La burla del diablo” que suponía la nueva reunión de Bogart y John Huston tras “La Reina de África”. En los cinco años transcurridos Loren le había arrebatado esa primacía como primera diva del cine italiano, fundamentado en su mayor belleza y sobre todo talento. Pese a ello Lollobrigida era una astuta mujer de negocios, infiltrándose poco a poco en el mercado norteamericano. En esta película participaba cobrando un porcentaje de taquilla, después del acuerdo cerrado con Edward Small “alma mater” del proyecto quién acariciaba rodar este título desde 1953, cinco años antes de llegar a un acuerdo con la productora de Power y Richmond.
 
 
 
Distante con la prensa, Lollobrigida era mucho más reservada que su compañero de reparto. Ese fue el primer encuentro que el actor ruso tuvo con nuestro país que visitaría repetidas veces en la década que estaba a punto de comenzar. En ocasiones rodando películas, o como residente en Marbella, Brynner fue conociendo más profundamente este país de orígenes tan híbridos como el árbol genealógico del propio intérprete. Tan profusa era su capacidad de fabulación sobre sus orígenes, con versiones en ocasiones contradictorias, que desisto de dar una u otra de ellas, lo único cierto es que era una gran presencia en la pantalla y a decir de los que le conocieron un hombre culto y de buenos sentimientos.
Brynner durante un festival benéfico celebrado en la Plaza de Toros de Alicante junto al diestro Curro Romero
 
El harén del Rey Salomón
 
El tercero en discordia y también muy vinculado a España, era George Sanders realizando su habitual papel de malvado, en este caso Sanders interpretaba a Adonías el hermano de Salomón. El actor británico tras una nota donde hacía gala de todo su flema y mala leche se suicidaría en un apartamento de la Costa Brava años después. Sanders era un hombre de gran cultura, brillante escritor de novelas de misterio y todo un políglota ya que dominaba ocho lenguas entre las cuales estaba la nuestra.
 
Para interpretar a un anciano Rey David también se incorporó Finlay Currie quién sustituyó a  Noel Purcell en las nuevas escenas rodadas. Purcell ya tenía compromisos adquiridos anteriormente, así que su lugar lo ocupó el actor escocés que participó en dos de las grandes epopeyas bíblicas de la historia del cine: Quo Vadis?  Y Ben- Hur. Mención merece Marisa Pavan hermana gemela de Pier Angeli, como la sumisa Abishag y entre todo el elenco patrio, donde figuraban Maruchi Fresno y Julio Peña destacar la labor de José Nieto como el patriarca padre de Abishag. Nieto fue uno de los mejores secundarios de nuestro cine, introducido en este por Florián Rey, trabajo primero en la industria americana rodando varios títulos en nuestra lengua como “Tango Bar” junto a Carlos Gardel, después de protagonizar una de las cintas más famosas de la década de los 40 “Los últimos de Filipinas” en la siguiente década empezó a intervenir en la muchas de las grandes producciones que comenzaron a rodarse en España (Rey de Reyes, 55 días en Pekin, Doctor Zhivago) donde siempre brilló a gran altura, por pequeño que fuera su cometido.
 
 
El Rey David primero como Purcell y luego con Finlay Currie, en la última foto nuestro gran actor José Nieto
 
El rodaje terminó un mes después, aunque volviendo a recoger sus palabras el director ya no puso el alma que inicialmente había puesto. Perteneciente a la “Ciencia Cristiana”, Vidor siempre se sintió atraído por indagar en la relación del hombre con sus creencias religiosas.
Vidor en la famosa escena de los escudos resplandecientes
 
La sensual bacanal
 
A lo largo de su carrera se había topado con la posibilidad de llevar Ben-Hur la más famosa de las historias psudobíblicas a la pantalla en dos ocasiones. Primero en 1923 cuando la productora Goldwyn acababa de adquirir los derechos de la novela, le ofreció el encargo de llevarla a cabo, pero ante la magnitud del proyecto dio su negativa, también afirma que una vez terminada “Guerra y paz” el productor Sam Zimbalist le ofreció rodar la versión sonora, volviéndose a negar, volviendo a sus memorias el aduce que después de pasar año y medio en Italia, no deseaba volver de inmediato a rodar al país transalpino.
 
La típica escena de bañera
 
Hasta ahora el único proyecto donde había volcado sus experiencias religiosas era “Aleluya” su primera cinta sonora, donde utilizaba a la comunidad afroamericana para realizar una parábola bíblica. En 1953 a la llamada del productor Howard Hughes trabajó en llevar a la pantalla una obra sobre la mujer de Pilatos que al final no se llevó a cabo.
 
Vidor acabó decepcionado con quien a la postre sería su última película, él quería haber sublimado el género, pero finalmente realizó una película que en muchos puntos se parecía a las que rodaba su colega, que no amigo DeMille. Incluida una escena de bacanal, que iba un punto más allá en el terreno erótico con una exuberante Gina, razón por la cual la censura eclesiástica de la época calificaría a la cinta como “peligrosa”.
 
Brynner y Marisa Pavan la buena de la peli
 
Estrenada en Londres el 27 de octubre, la película pese a las críticas tuvo un más que notable éxito, doblando la inversión de seis millones de dólares. Quizás no sería la película que Vidor soñó, pero si para la cuenta de resultados de los productores. Al poco de estrenarse ya le habían ofrecido una nueva película a Vidor, pero por variadas circunstancias no volvería, salvo en dos películas experimentales a ponerse detrás de una cámara. Fue una despedida agridulce, no esperada, pero más que digna. Un espectáculo en toda regla que sigue mereciendo la pena verse.  
 
 
 

domingo, 9 de agosto de 2015

Teatro Apolo (1950) Un charro cantor, una estrella de la ópera fugaz y un director magnífico

 

 
       En un mundo donde el egoísmo es norma habitual en el comportamiento humano, siempre cabe resaltar a las personas que piensan más en el beneficio de los demás que en el suyo propio.
 
       Puede que sorprenda a algunos, pero ese es el caso de uno de los artistas más célebres de todos los tiempos dentro del ámbito hispano, Jorge Negrete. El charro cantor, cuando estaba en la cumbre de su fama, decidió consagrarse en la lucha de defender a sus compañeros los actores, siendo elegido presidente de su sindicato. Él unos años atrás, cuando intentaba abrirse paso como artista en Estados Unidos, había sufrido en sus propias carnes lo que era sentirse desasistido. Esta experiencia no se borró de su mente, sino que le sirvió para intentar mejorar las condiciones de los actores mexicanos.
 
 
       Fue tanto el empeño que puso y las horas que le dedicó, que dejó de lado sus compromisos profesionales. Como consecuencia de ello, fue perdiendo la fama que tanto le había costado ganar a ambos lados del océano.
Jorge Negrete con el Trio Calaveras en Alicante durante su visita de 1948
       Cuando visitó por primera vez España en 1948, fue recibido con una expectación inusitada. Según se cuenta las recatadas españolas de la época, olvidando su pudor, arrancaron todos los botones de la chaqueta del cantante. Sus intervenciones tanto en los teatros como en los micrófonos de Radio Madrid, sirvieron como pórtico de la película que rodaría en nuestro país “Jalisco canta en Sevilla”, donde debutaba una jovencísima Carmen Sevilla.
 
 
La verbena de la Paloma
 
       Cuando regresó a España dos años después, no se produjo el mismo clima de aceptación, ese tiempo que Negrete había ocupado pensando en los demás, lo había alejado de un público siempre atento a la última novedad. Apenas había periodistas cuando llegaron al madrileño Hotel Emperador donde se alojaría junto a su compañera por aquél entonces Gloria Marín.
Jorge Negrete con su pareja de entonces Gloria Marín
 
       El motivo de esta nueva visita era la de rodar una película titulada “Teatro Apolo” cuyo productor era Cesáreo González. Su marca “Suevia Films” había surgido recién terminada la guerra civil en 1940, siendo la única productora que podía rivalizar con la hasta entonces indiscutible CIFESA. Precisamente uno de los directores emblemáticos de la mítica productora, Rafael Gil, había abandonado a esta para trabajar en la nueva empresa del empresario vigués. De esto hacía ya tres años y desde entonces Gil se había convertido en el director más importante de Suevia Films, siendo para el los proyectos de más envergadura.
El auténtico Teatro Apolo madrileño
 
       Cuando Cesáreo González le pidió a Rafael Gil un proyecto que pudiera servir para el astro mexicano, éste recordó que tenía un guion que había sido premiado por el Sindicato Nacional del Espectáculo hace cuatro años. Lo escribió el propio director en compañía de Carlos Fernández Cuenca, en otros tiempos director de cine vanguardista, reconvertido a censor y crítico teatral del diario Ya, junto a uno de sus colaboradores habituales Antonio Abad Ojuel, fruto de cuya relación nacieron dos de los mejores filmes de Gil, “Don Quijote de La Mancha” y “La fe”.
Rafael Gil
 
       Como su propio título indica, Teatro Apolo es una crónica de la edad de oro del género chico, cuyo templo fue sin duda el bello teatro madrileño. Para amalgamar toda la música obra de los grandes compositores de la época como Bretón, Chapí y Chueca, se utilizaron los servicios de Juan Quintero, uno de los más prolíficos y prestigiosos compositores de música para el cine. Quintero compuso además un bonito número inspirado en los espectáculos de cafetín que interpreta la pareja protagonista.
 
La pareja actuando en los cafetines de la época
 
       Aunque Negrete debía su fama a las canciones pseudo folklóricas de raigambre mexicano, su formación era lírica, siendo uno de los discípulos del gran profesor azteca José Pierson por cuya prestigiosa academia pasaron voces de la categoría de Juan Arvizu, Pedro Vargas o José Mojica. Tanto en el disco como en sus filmes Negrete tiene pruebas de su categoría en el género lírico, en romanzas tanto españolas como latinas, poseyendo una voz de barítono lírico con gran facilidad para alcanzar notas altas, que es la ideal para la mayoría de papeles masculinos en la zarzuela.
Negrete cantando Molinos de Viento del maestro Luna
 
       Mientras Negrete podía parecer un intruso en el género, su paternaire María de Los Ángeles Morales se había convertido en la gran revelación de la lírica española. Con sólo 21 años la soprano madrileña había actuado por medio mundo demostrando sus magníficas cualidades para la ópera siendo sus personajes más representativos Lucía de Lammermoor en la ópera homónima de Donizetti y Violeta en La Traviata de Verdi. En sus recitales también tenían su sitio las canciones españolas e interpretado sobre el escenario la obra cumbre del género zarzuelero “Doña Francisquita”, además de intervenir en el estreno de dos obras líricas del gran Joaquín Rodrigo. Con ese bagaje se presentó en este su debut cinematográfico, donde dio muestras de su habilidad no sólo canora sino también interpretativa.
La Gran Vía de Chueca
 
M. De Los Ángeles Morales cantando la jota del Niño Judío
 
       Es que uno de los mayores aciertos de Rafael Gil era sacar lo mejor de sus actores, Negrete aunque ya un veterano delante de las cámaras, logra aquí quizás la mejor interpretación de su carrera y forma una estupenda pareja con Morales.
Una cómica escena de la película
 
       Esto en lo que se refiere al nivel interpretativo, porque si ya hablamos de canto, podemos escuchar muchas de las mejores versiones que se hayan realizado sobre las famosas romanzas. Todavía recuerdo siendo muy joven al gran Rafael Gil interviniendo en el estupendo y nunca superado programa de Fernando Méndez Leite “La noche del cine español” que poseía el disco con las romanzas de la película y que para él nunca habían sido igualadas. Desgraciadamente no he podido encontrar por ningún lado referencia alguna de esas grabaciones, otra vez encontrándonos con la desidia por preservar el patrimonio musical hispano.
El famoso dúo de El puñao de rosas de Chapí
 
El vals del Caballero de Gracia en La Gran Vía
 
       Además de contar con la pareja estelar, el filme no sería el mismo sin el concurso del gran Juan Espantaleón. El estupendo secundario sevillano, había logrado ya la fama en tiempos de la República por su papel de sacerdote bonachón en “Nobleza baturra”, aunque para mi Rafael Gil fue el director que mejor supo sacar provecho de su arte especialmente en su obra cumbre “El clavo”. Aquí interpretando al gerente del  Teatro Apolo vuelve a darnos muestras de su gran talento, resultando mucho menos envarado que en las epopeyas históricas de Juan de Orduña (Locura de Amor, Alba de América). Mención especial también para una joven María Asquerino y sobre todo para el gran caricato Antonio Riquelme, en uno de sus breves pero impactantes personajes, dejándonos una sonrisa como recuerdo.
Juan Espantaleón con Negrete
 
y junto a una joven María Asquerino
 
El gran Antonio Riquelme
 
       El periodo que la cinta narra abarcaría cerca de cuarenta años, donde asistiremos al nacimiento, apogeo y caída definitiva del género chico, que es el auténtico protagonista de la película. Pese a ello el más que digno guion, consigue urdir una trama sentimental con sus momentos felices y dramáticos de suficiente peso, sin que sea un simple soporte para los abundantes números musicales. El director intenta que el espectáculo musical no difumine la trama argumental, consiguiéndolo con gran pericia. Ojalá muchas películas musicales rodadas en nuestro país pudieran vanagloriarse de lo mismo. Por ello me indignó mucho mientras investigaba sobre la película en la hemeroteca del diario ABC, como con motivo de la proyección de la cinta en el aludido programa de Méndez Leite, su crítico televisivo calificaba de mediocre la película de Gil. Pero sorpresivamente me encuentro con que el día después de su estreno en el cine Gran Vía el 30 de octubre de 1950, el crítico que firma como Donald critica a la película en unos términos muy similares, diciendo para terminar que una película así hubiera necesitado a un director con “Alma de artista” y que eso no lo tenía el señor Gil. Más después de observar otras críticas del mismo autor veo que su pluma era por lo general despiadada, por ejemplo a un filme hoy altamente considerado como “El callejón de las almas perdidas” se despacha tildándolo como mala película con buenos acores”.
 
 
Un anciano Negrete contempla el final de una época
 
       Afortunadamente esos juicios despectivos hacia nuestro cine clásico parece que van cambiando y se vuelve a valorar una etapa del cine español que tiene más luces de las que  muchos han querido atribuirle. Sirva este post como homenaje al gran director que fue Rafael Gil, al ídolo de México, gran artista y mejor persona Jorge Negrete y especialmente a una estrella fugaz del canto y del cine (se retiró tras casarse en 1954) llamada María de los Ángeles Morales que hace poco más de dos años nos dejó, juntos nos llevaran a los tiempos de aquel pequeño Madrid castizo que ya sólo es un recuerdo.