El obispo
episcopaliano Henry Brougham solo tiene una finalidad en la vida, construir una
magnífica catedral. Por conseguir esa meta ha sacrificado hasta la felicidad de su
matrimonio. Hallándose en un callejón sin salida, pide ayuda a Dios y en respuesta
le manda a un ángel atractivo y glamuroso, que conseguirá ganarse el afecto de
todos, incluido el de la propia mujer del obispo.
Sin
renunciar a su edificante propósito, consistente en hacer que todos seamos un poco
mejores, este inusual triángulo amoroso hace que la historia sea un tanto
singular. Una comedia de buenos sentimientos, con una chispa de picardía.
El productor
Samuel Goldwyn, sabía que aseguraba el éxito con unos protagonistas de la talla
de David Niven, Loretta Young y la indiscutible estrella de la función Cary
Grant. Otro de los aciertos de la cinta es la magnífica fotografía de Gregg
Toland y el estupendo guion que firma Robert E. Sherwood pero en el que
colaboraron también Billy Wilder y Charles Brackett.
¿Han visto en
alguna ocasión patinar sobre hielo a un ángel? En caso afirmativo ¿Era tan
elegante como Cary Grant? Si la
respuesta es negativa, no saben lo que
se están perdiendo.
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