En muchas
ocasiones una novela de éxito ha sido trasladada al teatro y posteriormente al
cine. Este es el caso de “La casa de té de la luna de Agosto” una divertida
sátira sobre la americanización de la costa japonesa tras la segunda guerra
mundial.
A la isla de
Okinawa llega destinado el Capitán Philby (Glen Ford), un pedacito de pan, que
debe instruir a los nativos de la aldea de Tobiki sobre los beneficios de la democracia moderna.
Cuando observa la paz que rodea a la comunidad, decide adoptar sus hábitos y
costumbres. Pero su intolerante jefe el capitán Purdy, le exige que construyan
en el pueblo una escuela en forma de pentágono. Más lo que realmente desean sus habitantes, es
tener una hermosa casa de té, donde una bella Geisha aleccionará a sus mujeres
sobre los secretos de la seducción.
Contraviniendo
las órdenes, el capitán decide escuchar a los nativos. Lograran su empresa utilizando
las maderas que el gobierno mandó para construir el colegio y fabricando
alcohol de patata para venderlo a los soldados yanquis.
Utilizando
como recurso un humor amable y completamente blanco, es evidente la crítica al
paternalismo occidental cuyas acciones son un absoluto desprecio por las
culturas autóctonas.
Ejercerá como
maestro de ceremonias de esta admirable función Sakiny, al que da vida Marlon
Brando, un personaje digno de la novela picaresca española que intentará ayudar
a los demás ayudándose a si mismo.
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