martes, 9 de septiembre de 2014

Vuelo nocturno (1933) Épica y poética en el aire


         El premio Femina, constituido en contraposición al Goncourt donde el jurado era formado exclusivamente por hombres, llevaba ya veinticuatro ediciones a sus espaldas, cuando dio como ganador en 1931, al relato escrito por un aviador llamado Antoine  de Saint-Exupéry. Era su tercera obra publicada tras “El aviador” y “Correo del sur”, escritas respectivamente en 1926 y 1928. Basándose en su propia experiencia en unas aerolíneas radicadas en Argentina “Vuelo nocturno” fue un auténtico suceso mundial, por lo que no extraña que MGM decidiera llevarla a la pantalla tan solo un par de años después.

 

         Al igual que “Gran Hotel” y “Cena a las ocho”, la adaptación cinematográfica de “Vuelo nocturno” contó con un reparto multiestelar, donde contaron con la presencia de los hermanos Barrymore (John y Lionel) que habían participado en las anteriores producciones. John Barrymore es de facto el hilo conductor de la narración, como el duro director de una aerolínea decidida a emprender los novedosos vuelos nocturnos. Para que la empresa sea un éxito, prescindirá de sus sentimientos, única manera de poderla llevar a cabo.

 

         El productor de la cinta David O´Selznick, había llegado a MGM tras su periplo por Paramount y RKO donde causó sensación con King Kong. Mientras para su primera producción en MGM se trajo a su viejo amigo y director de RKO “George Cukor” en esta ocasión contó con uno de los más prestigiosos realizadores del estudio, Clarence Brown. Especializado en dramas intimistas como los protagonizados por Greta Garbo, Brown sabía adaptarse a todos los registros como lo demuestra la epopeya sobre el Klondike “The trail of 98”. En esta ocasión Brown intenta combinar esa épica de los pioneros de la aviación con las emociones íntimas de sus personajes, tal y como lo reflejaba el novelista francés.

 

         Las poéticas imágenes de la cinta, donde se reflejan los paisajes tanto urbanos como naturales que observan los pilotos, insuflan un aire entre cotidiano y heroico que casan con el aire del relato original. La escena donde Fabian remonta una terrible tormenta y siente la plenitud del espacio aéreo, es uno de los momentos más hermosos de la película. Una narración que comienza en una clínica infantil de Rio de Janeiro, donde un niño aquejado de parálisis infantil, precisa un suero que se encuentra a miles de kilómetros en Chile.

 
 

         El sacrificio de los pilotos, en pos de un bien común es el mensaje de la película. Una cinta que como anunciamos, tiene un reparto coral, interpretado por numerosas estrellas, algunas hoy prácticamente olvidadas como Helen Hayes, mientras otras  comenzaban su trayectoria como Robert Montomery y Mirna Loy. Junto a John Barrymore, el papel de mayor relieve es el de Clark Gable, quien interpreta al aviador Fabian que tendrá irónicamente un fin muy similar al del Saint- Exupéry. Precisamente el especialista Jim Hunger que doblaba a Gable en un salto de paracaídas, se quedó sin oxígeno, por lo que la escena finalmente se desechó.

 

         Os invito a subiros a esos viejos aeroplanos y a contemplar el mundo desde las nubes. Una hermosa película, desconocida para muchos y que merece la pena visionar.


 

P.D. Antes de meterse en el mundillo del cine Clarence Brown fue piloto de cazas durante la primera guerra mundial.

 
Ese mismo año Fred Astaire voló junto a Ginger Rogers a Rio de Janeiro
 

2 comentarios:

  1. Gracias por compartir estos momentos, creo que es muy importante encontrar estos documentos históricos

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  2. Muchas gracias Sara Torres, siempre es estupendo evocar estas historias desarrolladas en tu maravillosa patria

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