jueves, 16 de octubre de 2014

Trece por docena (1950) Mr. Belvedere, padre de famila numerosa

         El día de nochebuena de 1951, se estrenó en la capital de España, esta comedia familiar realizada a mayor gloria de Clifton Webb. El actor estadounidense estaba en su máximo momento de popularidad tras encarnar al excéntrico Mister Belvedere. Realizada en medio de la trilogía del personaje: Niñera moderna (1948), Mister Belvedere estudiante (1949) y El genio se divierte (1951), en esta ocasión también interpretaba a un ser bastante peculiar.

         Un personaje que además no era fruto de la ficción, Frank Bunker Gilbreth fue un experto en eficiencia, sus investigaciones contribuyeron a aumentar la producción de las empresas, reduciendo el esfuerzo de los trabajadores. Hoy junto a su esposa Lillian siguen siendo reconocidos en su esfuerzo, pero la película que hoy nos ocupa nada tiene que ver con una biografía de esas que rodó la Warner en la década de los treinta interpretadas por Paul  Muni, o la cinta de Mervin LeRoy “Madame Curie” interpretada por los señores Minniver “Greer Garson y Walter Pidgeon”. A la que se parece y mucho es a una cinta rodada por Michael Curtiz titulada “Life with father” donde William Powell interpretaba a otro patriarca de numerosa familia, que administraba su hogar como si fuera una empresa.
 
         El éxito de esta cinta, fue la que impulsó a la Fox a producir este vehículo para Webb y así darle un personaje que se diferenciara algo del excéntrico Belvedere. Porque lo cierto es que el guion obra de Lamar Trotti, resalta la excentricidad del personaje, permitiendo al actor desarrollar su vis cómica en escenas como en la que filma la operación de amígdalas de todos sus hijos, o en la que acompaña al baile a su hija mayor, donde Webb se luce en sus dotes de bailarín, empeño en el que triunfó en Broadway en sus años mozos.
 
         Todas estas anécdotas proceden del libro escrito por dos de los hijos de Gilbreth: Frank y Ernestine. Publicado por primera vez en 1948 ha sido objeto de numerosas reediciones, en el que se mostraba el empeño del patriarca en llevar a cabo sus experimentos de eficacia con su propia familia. El estilo del relato, a base de simpáticas viñetas da un conjunto algo deslavazado al resultado final, lo mismo que sucedió al ser llevada al cine.
 
         Para interpretar a la esposa Lillian, se eligió a Mirna Loy, que por supuesto está perfecta en la piel de esta abnegada e inteligente mujer. Después de su arrolladora carrera en la década de los treinta, donde fue coronada como reina de Hollywood junto a su rey Clark Gable, tras consulta popular, había seguido en candelero tras la segunda guerra mundial, con títulos tan prestigiosos como “Los mejores años de nuestra vida” y refrescantes comedias del tino de “Los Blanding ya tienen casa”.
 
 
         El tercer papel más importante de la cinta, la mayor de las hijas Ann, recayó en Jeanne Crain, que llevaba siete años en la Fox desde que debutara con un pequeño papel en “Toda la banda está aquí”, colorido musical protagonizado por Carmen Miranda y dirigido por Busby Berkley. Además de ser la hermana buena en “El cielo la juzgue” y una de las tres esposas posibles destinatarias de una carta en la cinta de Mankiewicz, en su anterior filme había sido candidata al oscar a la mejor actriz por su dramático papel en “Pinky” de Elia Kazan. Nada que ver con el agradable rol de niña casadera que encarna en esta cinta.
 
 
         El personaje de Crain, al igual que el de Mirna Loy, aumentaría considerablemente en la secuela filmada dos años después “Bellezas por casar”, donde se contaban las experiencias de la familia Gilbreth tras el fallecimiento del padre y que usaba como base, el segundo libro de memorias publicadas por sus hijos en 1950. Cincuenta años después la Twenty Century Fox, volvió a utilizar el conocido título de “Cheaper by  the dozen” para una comedia interpretada por Steve Martin que tuvo su consabida segunda parte y que está a la espera de rodarse una más para cerrar la trilogía, cuya única coincidencia con las originales son las andanzas de un padre “algo especial” con una docena de chicos.
 
 
 
         Pero como dijera Moustache, el polifacético camarero de “Irma la dulce” esa es otra historia. Hoy tocaba hablar de esta amable comedia, interpretada por estupendos actores y dirigida por Walter Lang, un estimado artesano que había comenzado un cuarto de siglo antes su andadura como director. Vinculado desde mediados de la década de los treinta a la Fox, dirigió en su carrera a estrellas del estudio tan populares como Shirley Temple. Además de dirigir numerosos musicales para Betti Grable y Alice Fay, fue el responsable de dirigir “Niñera moderna” la cinta que convirtió en estrella a Clifton Webb. Aunque “Trece por docena” no sea tan hilarante como esta, creo que merece la pena verse, es hora y media de agradable entretenimiento familiar, en bello Technicolor ¿Acaso no es suficiente?.
 
 
 
 
 
 
 
 

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