lunes, 17 de marzo de 2014

Pal Joey (1957) La Dama es una vagabunda

No será de los mejores musicales de la historia del cine, pero que agradable es ver a Frank Sinatra, haciendo de él mismo, y cuando se pone a cantar “The lady is a tramp”, ya te sientes en el cielo.
Tiene demasiado apetito
 para cenar a las ocho
 Le gusta el teatro
 y nunca llega tarde
 Jamás se incomoda
 con las personas que odia
 Por eso la dama es una vagabunda ...
 
 No le gustan los juegos de azar
 con barones o condes
 No va a Harlem
 con armiños y perlas
 No reparte chismes
 con el resto de las chicas
 Por eso la dama es una vagabunda ...
Aunque el personaje de Joey Evans, fuera creado en 1940 para el gran Gene Kelly (su gran éxito en Broadway con esta función le lanzó al estrellato), nadie dudará que este papel de simpático caradura le sienta como un guante a Sinatra. El actor en aquel momento estaba en la cresta de la ola en su doble condición de cantante y actor de cine. Mientras que en el aspecto musical había sido decisiva su incorporación a la discográfica Capitol, donde comenzó a grabar con el gran Nelson Riddle, el oscar al mejor actor de reparto conseguido por “De aquí a la eternidad” le había vuelto a abrir la puerta de los grandes estudios.
 
En poco menos de dos años había hecho papeles tan dispares como el despiadado gangster de la estimable “De repente”, de atribulado drogadicto en “El hombre del brazo de oro”, o como el misógino trilero Nathan Detroit en “Ellos y Ellas”, por no hablar de patriota español en la tremendamente kitsch “Orgullo y pasión” de Stanley Kramer.
 
 
Lo cierto es que el productor Harry Cohn estuvo barajando alternativas diferentes tanto en la dirección como en el reparto, antes de dar con la nómina definitiva. En un principio compro los derechos de la obra, pensando en volver a juntar a la pareja formada por Gene Kelly y Rita Hayworth, que tan buen resultado había dado en “Las modelos”. Cuando MGM no decidió ceder al bailarín, el proyecto quedo casi en el olvido, hasta que a mediados de los años cincuenta se decidió volver a intentarlo. Se cuenta que Cohn le ofreció la dirección a Billy Wilder, pero este la rechazó ante el sarpullido que le producían las películas musicales. En su única incursión en el medio, la opereta “El vals del emperador”, Wilder redujo al máximo los números musicales y en la posterior “Irma la dulce” que en su origen era un musical, decidió convertirlo en una comedia exclusivamente dialogada.
 
Finalmente se ocupó de la tarea George Sidney, un experto en el género que había dirigido ya a Sinatra en “Levando anclas” junto a Gene Kelly. Tras su exitosa carrera en MGM, Sidney había firmado por Columbia donde ya había dirigido a la nueva estrella del estudio Kim Novak, en dos melodramas musicales “The Eddy Duchin Story” y “Jeanne Eagels”. Novak que había ascendido al estrellato gracias a la sensual “Picnic” volvía a formar pareja con Sinatra tras la aludida “El hombre del brazo de oro”. La en otros tiempos gran figura del estudio   Rita Hayworth, en lugar de interpretar a la ingenua   Linda English, le tocaría encarnar a la fría y malvada Vera Prentice-Simpson, en la que es para mí, una de sus mejores interpretaciones.
 
 
 
 
El resultado final, es para mí una bella comedia romántica, que sin estar como he dicho en el preámbulo entre los grandes musicales del género, resulta gratificante volver a ver. Las bellezas rutilantes de Novak y Hayworth, junto a la voz, más la siempre evocadora San Francisco, que más se puede pedir.
P.D. La historia original se basa en una novela epistolar escrita por John O´Hara. Otra de sus novelas "Butterfield 8" fue la base para la película conocida en España como "Una mujer marcada" por la que Liz Taylor ganó su primer oscar
 
 
 

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