sábado, 15 de marzo de 2014

Whsiky y gloria (1960) Duelo de titanes

 

Para quien sigue asiduamente este blog, no le sorprenderá la admiración que siento por el actor británico Alec Guinness, tan versátil y camaleónico, como brillante y profundo. Capaz de meterse en la piel de un sacerdote, un embajador, un ladrón, un maestro Jedy o un militar de carrera. Precisamente su único oscar lo recibió interpretando al Coronel Nicholson en “El puente sobre el río Kwai” dirigida por David Lean.

Otro de sus directores favoritos Ronald Neame, había sido director de fotografía y guionista antes de adentrarse en el mundo de la dirección. Junto con Guinness había intervenido en la divertida “Un genio anda suelto” donde el actor británico interpretaba a un excéntrico pintor y que le valió a Sir Alec una nominación por el único guion que escribió para el cine.

Su siguiente proyecto se basó en una novela de James Kennaway, publicada en 1956 y que el mismo adaptó a la gran pantalla. El joven escritor escocés, retrataba basándose en sus propias experiencias personales, el ambiente de un cuartel de su tierra natal, tras la segunda guerra mundial, una contienda en la que sirvió Guinness, y que consideraba el papel más importante jugado en su vida.

 

La historia relata el enfrentamiento entre el epicúreo Mayor Sinclair (Guinness) con el rígido Coronel Barrow, que viene a relevarle en el cargo. Valiéndose de su ascendiente sobre el resto de los oficiales y la tropa, Sinclair ira urdiendo una cruel tela de araña, donde su otrora amigo y ahora superior, caerá con trágicas consecuencias.

El papel del atribulado Barrow recae sobre John Mills, un excelente actor que en sus primeros años interpretó personajes heroicos, para luego decantarse por personajes más profundos y sensibles a partir de la estupenda “El déspota” de David Lean. Aquí compone seguramente la mejor interpretación de su carrera, dando todos los matices que necesita el angustiado militar. Un papel que en un principio se pensó sería más idóneo para Guinness, quien finalmente se decidió por el del sarcástico Sinclair.
Un magnífico dúo interpretativo que hace que el resto del reparto, aunque excelente, este subordinado a estos dos grandes mitos de la escena y la pantalla. Sólo por ver tan inolvidables actuaciones, merece la pena conocer esta ácida tragicomedia, ambientada en la bella y gélida Escocia.
P.D. Para captar a la audiencia juvenil intervenía también Susannah York , uno de los sex simbol de su época que aquí debutaba en el cine, protagonizando poco después la jovial “Tom Jones”.

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