jueves, 13 de marzo de 2014

Stars and Stripes Forever (1952) ¡Indurain, Indurain, Indurain!

 

Hay actores que con al verlos por primera vez en la pantalla llaman nuestra atención. Uno de ellos es Clifton Webb, cuyo afectado aspecto casaba a la perfección con el mítico personaje de Mr. Belvedere que le reportó la fama. Un personaje que en gran medida ha eclipsado la figura de un excelente actor que dedicó al teatro la mayor parte de su vida. Especializado en comedias musicales, su participación en el cine mudo, más una breve actuación en 1930, no dejó huella.


No sería hasta 1944 interpretando al cínico periodista Waldo Lydecker, en la legendaria “Laura” de Otto Preminguer, que volvería a la gran pantalla, pese a las reticencias del productor Zanuck, que no lo veía en ese papel. Lo cierto es que fue nominado por la academia, circunstancia que volvería a repetirse cuando encarnó con gran acierto al acaudalado snob Elliott Templeton, en la aclamada adaptación de la novela de Somerset Maugham “El filo de la navaja” (http://ramonnovarr.blogspot.com.es/2013/10/el-filo-de-la-navaja-1946-american-way.html) . Tras este filme llegó su aludida creación de Lynn Belvedere en “Niñera moderna”. Su fulminante éxito le llevo a partir de entonces a la cabecera de los repartos.



El nuevo estatus adquirido le privó de uno de los papeles por los que hubiera pasado a la historia. El director Vincente Minnelli, pensó en el para interpretar al megalómano productor teatral Jeffrey Cordova, en la mítica "The Band Wagon" y que finalmente haría Jack Buchanan. Pero al ver que el auténtico protagonista del filme era Fred Astaire le hizo desistir del proyecto y elegir este biopic sobre el famoso músico John Philip Sousa, donde sería la principal estrella.



El impacto de la banda del músico norteamericano en el mundo entero fue enorme. Solo basta observar los numerosos registros sonoros que dejaron en la incipiente industria discográfica y el número de conciertos que dieron en multitud de naciones. Hoy en día muchas de sus marchas militares y civiles siguen en el repertorio de muchas agrupaciones musicales. Como anécdota recordaremos el canto de los mozos en San Fermín, celebrando los éxitos de su paisano en el Tour, al grito de “Indurain, Indurain” con la pegadiza melodía de “Barras y estrellas de Sousa”.



Lamar Trotti, uno de los mejores profesionales de Hollywood se encargó del guion, el último que escribió ya que fallecería ese mismo año. En un tono de comedia, describe los aspectos más extravagantes de Sousa, pensando en el lucimiento de Webb. Sólo la parte final tiene un contenido más dramático, centrado en la guerra con España por la posesión de Cuba en 1898, donde la banda de Sousa fue una eficaz arma de propaganda. Este último episodio debió de ser la causa por la que no se estrenara el filme en nuestro país, cuya censura dictatorial estaba obsesionado con cualquier mensaje que pudiera empañar nuestra “brillante historia”.



Como dato curioso añadiré que Sousa era un notorio masón, aunque creo que este último detalle lo desconocieran los censores. También que el padre de Sousa, Juan Antonio nació en Sevilla, hijo de portugueses huyendo de los tumultos de 1821, y que una de las marchas del director se llama precisamente “La flor de Sevilla”. Su banda actuó en la península y en las exóticas por entonces “Islas Canarias”.


Una música orquestada maravillosamente por Alfred Newman, da realce a esta divertida comedia, que se ve con agrado y me sirve para recordar a uno de los actores más singulares de todos los tiempos, el gran Clifton Webb.


P.D. En el reparto intervienen la bellísima Debra Paget y un casi novel Robert Wagner.

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