jueves, 30 de julio de 2015

La cena de las burlas (1942) La risa que acaba en tragedia.



       Mientras autores como Pirandello o Valle Inclán proponían fórmulas novedosas para el teatro, o Benavente y Bernard Shaw daban un aire moderno al  más comercial, todavía subsistía en las primeras décadas del siglo XX, una tradición teatral neorromántica de gran peso, siendo quizás su obra más famosa e imperecedera el Cyrano de Bergerac de Rostand estrenada en 1897.
 
 

       Aunque no hayan alcanzado la posteridad de la pieza francesa, lo cierto es que fueron muchas las obras en verso que fueron estrenadas con un gran éxito de público, como las escritas por el dramaturgo español Eduardo Marquina (En Flandes se ha puesto el sol) o el italiano Sem Benelli cuya obra más famosa es precisamente “La cena de las burlas”.

Sem Benelli
 

       La repercusión que tuvo la obra hizo que se exportara prontamente a otros países. Si la versión francesa protagonizada por la gran Sarah Bernhardt, en un rol masculino, no acabó con el éxito presagiado, principalmente por problemas a cargo del adaptador galo de la obra, en cambio al otro lado del mar en Broadway, sería uno de los mayores sucesos protagonizados por los hermanos Barrymore, John y Lionel en los papeles principales de Giannetto Malespini y Neri Chiaramantesi.

Hipólito Lázaro
 
 

       En Diciembre de 1924 el Teatro de la Scala, acogió el estreno de la versión operística cuya música compuso Giordano, en una gala que contó con la dirección musical de Arturo Toscanini y el rol protagonista del tenor barcelonés Hipólito Lázaro. Fue el momento de mayor gloria de Benelli, quién unos meses después firmará el “Manifiesto de intelectuales antifascistas”, impresionado por el asesinato del diputado socialista Matteotti, lo que le acarreará las represalias del régimen de Mussolini.
 
 

 
 
 
 
 
 
 
       Así vera como primero sus obras son prohibidas para representar por las compañías aficionadas, a la par que sus estrenos son reventados por escuadrones fascistas, que solapadamente asisten a estos. Su situación económica empieza a ser preocupante, no se le permite viajar al extranjero y además se deniega su petición de una pensión. A finales de 1940 le llegará la propuesta de la productora CINES de llevar a la gran pantalla su obra más famosa, lo que le supondrá un relativo alivio a su situación.
 
 
       El encargado de dirigirla Alessandro Blasetti, en sus orígenes había sido partidario del régimen totalitario, aunque ya en 1934 su recreación de los sucesos que confluyeron en la Marcha de Roma, titulada “Vieja guardia” había provocado cierto descontento entre los jerarcas fascistas, por lo que se le retiró del proyecto del filme más ambicioso producido por el régimen “Escipión el Africano” que finalmente dirigiría el ya por entonces veterano realizador Carmine Gallone.
 
       No obstante Blasetti consiguió erigirse como el más famoso realizador de la época, culminando su obra con “La corona de hierro”, una fantasía que recordaba a las sagas germánicas, con un claro mensaje pacifista. Galardonada con la Copa Mussolini de la Mostra Veneciana, el veredicto causo el estupor del ministro de propaganda alemán Goebbles quién afirmo que en su país, lo que hubieran hecho con el director era mandarlo al paredón.
 
 
       Según parece por sus declaraciones, el director se enfrentó al proyecto no muy motivado, pero pronto su profesionalidad y amor propio, consiguieron que se sintiera atraído finalmente por la adaptación que llevo a cabo junto a su colaborador habitual y luego futuro director de éxito Renato Castellini, utilizando un lenguaje duro para la época, donde las palabras gruesas se emplean con asiduidad.
Desnudos en La cena de las burlas y La corona de Hierro



       Otra de las novedades fue incluir un fugaz desnudo. Sucede al principio de la película cuando para burlarse de Malespini, Neri le quita el vestido a su amante Ginevra a la vista de todos, mostrando sus pechos. Esta escena no estaba originalmente en el libreto, pero Blasetti decidió incluirla para indicar el grado de violencia gratuita que tienen las burlas de Neri. Erróneamente muchas publicaciones cinematográficas señalan a esta escena como la primera en la que aparecía un desnudo en las pantallas italianas, pero ya Blasetti de una manera más velada ya lo había utilizado en su anterior película “La corona de hierro” con una actriz de la que poco se supo después llamada Victoria de Carpi.
Calamai en la primera película de Visconti "Obsseione"
 
El provocativo atuendo de Gino Sensi que luce Clara Calamai
 
 
 
 
       No es el caso de la intérprete de Ginevra, Clara  Calamai, quién fue una de las más prestigiosas actrices de la época, protagonizando al año siguiente Obsessione, la ópera prima de Lucino Visconti. Calamai aporta al personaje una ambigüedad que casa de maravilla con su personaje, una antigua sirvienta que ahora vive como amante de hombres poderosos y cuyos afectos parecen poco sinceros. No obstante su participación en aquel desnudo, causó la suficiente controversia en su época, para que se llegara a comentar que el pontífice Pio XII había amenazado con excomulgarla, preguntada muchos años después la actriz respondió que no eran más que habladurías y que el papa en aquella convulsa Italia ya tenía bastantes problemas. Eso mismo sucedía con la censura, que no puso ninguna objeción ni a la escena, ni a que estuviera basada en una obra de Benelli, un país en plena guerra necesitaba que la gente se divirtiera.
 
Amedeo Nazzari en un rol arriesgado
 
       Aunque con todo, los auténticos protagonistas del filme, son el dúo de antagonistas formados por Neri y Malespini. Dos actores enormemente populares en la Italia de la época, que tuvieron un final bien distinto. Para Amedeo Nazzari, el personaje de Neri rompía con su hasta entonces aura romántica de galán, con un físico que recordaba mucho al de Errol Flynn sólo dos años  más joven que él, se había convertido en uno de los actores predilectos de las películas escapistas de la época. Su actuación en el rol supuso un cambio de registro que en las dos siguientes décadas le otorgarían no sólo fama sino también prestigio al verse involucrado en varias de las grandes cintas del cine italiano. En un papel tan complicado como éste consigue momentos de gran brillantez.
Genial interpretación de Osvaldo Valenti
 
 
       Nazzari ídolo de masas, recibió la invitación de Mussolini para que se afiliara al Partido Fascista. Aunque participó en alguna película propagandística, educadamente dio su negativa. Todo lo contrario que su oponente en el filme Osvaldo Valenti. Ambos intervinieron en una coproducción con España titulada “La muchacha de Moscú” junto a la española Conchita Montes, compañera del director del filme Edgar Neville. Valenti había sido promocionado por Blasetti quién le fue dando oportunidades hasta convertirse en uno de los actores más famosos de Italia. Su intervención como el cobarde y taimado Malespini le consagró definitivamente.
 
Carteles de las versiones española e italiana
 
       Pero su fin fue muy diferente al de Nazzari, mientras este se mantuvo alejado de la política, Valenti junto a su pareja Luisa Ferida, fueron de los pocos actores italianos que se adhirieron a la República de Saló, situada en el norte de Italia. Tras el aborto sufrido involuntariamente por Ferida, quién interviene en esta película en un pequeño papel y que había sido la protagonista de La corona de hierro, Valenti decidió involucrarse totalmente con la causa de Mussolini, incumpliendo el contrato que tenía en España para realizar dos películas.

 
Luisa Ferida y Osvaldo Valenti
 
       Acusado de pertenecer a un grupo paramilitar que realizaba torturas y ajusticiamientos, sin pruebas firmes que lo atestiguaran, los tumultuosos momentos que siguieron a la liberación del norte de Italia, hicieron que ambos fueran fusilados tras la orden firmada por el máximo responsable de las milicias partisanas Sandro Pertini.
 
       Un final turbio y cruel, como lo es la historia que la cinta nos cuenta y que estupendamente recrea Blasetti. A ello contribuye sin lugar a dudas su espléndida banda sonora, que por cierto no utiliza la música de Giordano sino la escrita exprofeso por el prolífico Giuseppe Becce. Aunque italiano de nacimiento Becce fue el principal compositor de la edad de oro del cine alemán. Encargado del departamento musical de la UFA, suyas fueron las partituras de muchas de las grandes películas del periodo silente germánico. En este caso la admirable composición de Becce sirve para ilustrar esta trágica historia que también se beneficia del magnífico vestuario de Gino Sensani, el primer diseñador de vestuario del cine italiano y que estaba bajo contrato de la empresa productor del filme CINES desde 1932, hace pocos años su trabajo en el filme fue objeto de una exposición.
 
       La cena de las burlas, sigue siendo un magnífico espectáculo, obra de uno de los grandes maestros del cine italiano, donde las pasiones más exacerbadas hacen su aparción. Blasetti después de este filme, rodará “Cuatro pasos por las nubes” donde ya se atisba el futuro neorrealismo. Hasta 1945 dirá adiós al cine, después de rechazar dirigir la producción bélica “I quattro di Bir El Gobbi”, refugiándose en el teatro, una vez acabada la contienda, seguirá siendo una pieza fundamental del cine de su país, siempre en primera línea de lo novedoso. Pues el cine de este no suficientemente reconocido director, nunca se quedó atrás, hoy hemos comentado una de sus obras más singulares, realizada en un periodo trágico de la historia de Italia y del mundo entero, que de seguro no os defraudará.
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 

 

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