domingo, 10 de noviembre de 2013

Nobleza obliga (1935) Los peligros del póker


El mismo año que Charles Laughton recreara al sádico Capitán Bligh en “Rebelión a bordo” protagonizó ésta amable farsa que comienza en el refulgente París de la Belle Epoque.  En ella encarna al abnegado Ruggles  que ejerce su profesión de ayuda de cámara, con la misma lealtad y dedicación que sus antepasados. Una aciaga mañana ve como su mundo se tambalea, cuando su decadente amo, Lord Burnstead (Roland Young), le confiesa que la noche anterior lo ha perdido en una partida de póker con un americano. Así que debe ponerse al servicio de un matrimonio de nuevos ricos del Medio-Oeste,   que pasa sus vacaciones en la capital francesa con la intención de codearse con la alta sociedad.

 
Leo McCarey que se había forjado dirigiendo a cómicos tan populares como Eddie Cantor, Los Hermanos Marx y Laurel y Hardy, construye una elegante comedia en la que sutilmente  se condena al arbitrario orden aristocrático a la vez que se aboga  por una sociedad democrática donde los individuos puedan ser dueños de su futuro. Un mensaje progresista  que en boca del siempre  extraordinario Charles Laughton  adquiere sello de legitimidad.

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