Las fantasías
orientales, causaron furor a comienzos
de los años cuarenta, donde un público
afligido por la guerra buscaba escape en estas sencillas historias rodadas en
brillante Technicolor. Prácticamente todos los estudios rodaron alguna película
de este género, pero sin duda fue Universal el que más incidió en el tema.
La dominicana
María Montez hija de un comerciante canario, protagonizó en esa década casi
todos los títulos más celebres. Su temática no solo se circunscribía a la
idealización del Bagdad de las mil y una noches, también contó con aventuras
enclavadas en ignotas islas. Tal es el caso de “La reina de Cobra” donde la bella
Tolea en vísperas de su boda es raptada por los nativos de su isla natal. Allí
descubrirá que tiene una hermana llamada Naja, sacerdotisa del cruel culto que
aterroriza a los nativos.
Acompañada del
apuesto John Hall y del simpático Sabú con los que coincidió en otros filmes,
María Montez nos invita a este reino de la ilusión que todavía conservamos
desde nuestra infancia.
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