La obra de
Frank Capra ha sido durante años despreciada por buena parte de la crítica que
la tachaba de sensiblera y propagandista del modo de vida americano. Algunos
incluso han llegado al extremo de discutir su categoría de autor, calificándolo
de mero artesano con pretensiones. Un rápido repaso a su filmografía desmonta
contundentemente todas esas afirmaciones. La manipulación de los medios de
comunicación para inculcar un mensaje fascista en “Juan Nadie” o las consecuencias del capitalismo salvaje en
“La locura del dólar”, son dos llamadas de atención de un cineasta comprometido con la sociedad. En
cuanto a la singularidad de su obra, veremos desde muy pronto, un sello propio
en la manera de abordar sus recurrentes temas sociales.
“El teatro de
Minnie” retrata a una de esas modestas compañías que al modo de nuestros
cómicos de la legua, recorren la América rural. Allí llega de excursión junto
con sus amigos Don Wilson (Johnnie Walter) un famoso cantante de Broadway. Atraído por la belleza de la actriz principal
Minnie (Bessie Love) decide ocultar su identidad para conseguir un papel de
extra en la obra. El agente de Don que
observa la caótica representación de un manido drama sobre la guerra civil ante
los vítores de un sencillo auditorio, decide llevarles a Broadway donde cree
seguro despertaran la hilaridad de su sofisticada audiencia.
Sirviéndose de
un ágil sentido de la narrativa, y una magnífica dirección de actores, este
agridulce relato de una humilde compañía, sometida al escarnio de un público
cruel, es prueba como ya desde sus orígenes, el cine de Capra comparte unos
ideales y denuncia unas aptitudes que serán comunes a lo largo de su carrera.
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