domingo, 13 de abril de 2014

Los visitantes de la noche (1942) Las tentaciones de Marcel Carné

 

Con la ocupación alemana de Francia, se produce el éxodo de la mayoría de los grandes nombres del cine francés. Esta ausencia motivará la aparición de otros talentos que seguirán manteniendo el nivel de su cine, pese a las evidentes trabas y represiones de los que son objeto. Nombres de la talla de Henri-Georges Clouzot, Robert Bresson y Claude Autant-Lara se iniciaran en la dirección cinematográfica durante esa turbulenta época, en la compañía Continental creada por las autoridades nazis, que acaparó el grueso de la producción.

Marcel Carné, al contrario que la inmensa mayoría de sus colegas, también permaneció en Francia, aunque en un principio no encontró facilidades para acometer una nueva película. Después de romper su inicial compromiso con la “Continental” tuvo que luchar hasta encontrar la financiación necesaria para “Los visitantes de la noche”. Su estética está inspirada, en la imaginería que contiene un precioso código iluminado del siglo XV "Les très riches heures du Duc de Berry" (Un célebre libro de horas profusamente ilustrado) con el que se inicia precisamente los títulos de crédito del filme. Una estética puesta en escena por el talentoso Alexandre Trauner, que por su condición de judío no pudo figurar en los títulos de crédito.
 
El trabajo del director artístico sirve de marco para una mágica historia, donde el amor sale triunfante pese a las maquinaciones del demonio. Este argumento en principio escapista, fue interpretado como una alegoría de la resistencia frente al invasor alemán. Esta segunda lectura de la historia, pergeñada por Jacques Prévert y Pierre Larroche y difundida como cierta, ayudó al extraordinario éxito que tuvo el filme.
 
Dos instantáneas tomadas durante el rodaje
 
Sea o no cierta esta intención, lo que nos queda cuando han transcurrido más de setenta años desde su estreno es uno de los filmes más hermosos que he podido contemplar. Romanticismo, crueldad, magia, son los principales elementos de una narración que transcurre majestuosa como un cisne deslizándose por las aguas.
En cuanto a los intérpretes destacaría en primer lugar a los “malvados” encarnados por Arletty como la andrógina Dominique, fiel seguidora de su dueño el diablo, prodigiosamente interpretado por Jules Berry, en el papel más destacado de su brillante carrera. Pese a las resplandecientes interpretaciones de ambos, también cabe destacar a la serena y firme Marie Déa, como la enamorada hija del Barón Hugues, Anne. Actriz hoy olvidada fue la Euridice del “Orfeo” de Cocteau. Como curiosidad Déa protagonizó junto a Fernando Rey, una película de aventuras firmada por Rafael Gil titulada “Aventuras de Juan Lucas”. Quizás el menos convincente de los actores protagonistas sea Alain Cuny, algo hierático como el romántico Gilles. Cuny que en ese momento estaba en sus inicios como actor, posteriormente tendría una larga trayectoria trabajando con directores de la talla de Buñuel o Fellini, aunque paradójicamente el papel por el que más le recuerda el gran público, es el de Mario en la famosa cinta erótica Emmanuelle.
 
 
Oscurecida por la siguiente película de Carné “Los niños del paraíso”( http://ramonnovarr.blogspot.com.es/2013/10/los-ninos-del-paraiso-1945-por-el.html) y las anteriores cintas de preguerra del llamado realismo poético (El muelle de las brumas, Amanece) “Los visitantes de la noche” no ha recibido a mi entender, todo el reconocimiento que merece. Algo que modestamente intentamos reparar en algo, desde las páginas de este modesto blog, donde la maestría del director francés siempre será reivindicada.
 
 
P.D. Rodada con infinidad de dificultades, una de las anécdotas más recordadas es la del banquete. Como muchos de los extras pasaban hambre, se les dijo que la comida estaba envenenada para que no desapareciera entre toma y toma.
Al igual que Trauner, otros colaboradores de procedencia judía no aparecieron en los créditos, como el músico húngaro Joseph Kosma, habitual colaborador en las obras maestras de Jean Renoir.
 
 
 

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