domingo, 27 de abril de 2014

Dos en el cielo (1943) La maestría de Dalton Trumbo

 

Aparte de los filmes puramente terroríficos o de suspense, cuyo personaje más emblemático puede ser “El Conde Drácula”, los fantasmas o espíritus han sido personajes habituales del cine, tanto en comedias como en melodramas sentimentales. Desde la screwball comedy “Topper”, donde un matrimonio de fantasmas (Cary Grant y Costance Bennett), hacían la vida imposible al nuevo propietario de su antigua residencia (Roland Young), hasta la comedia romántica “El difunto protesta” donde el boxeador Joe Pendleton (Robert Montgomery) moría antes de tiempo y debía buscar un nuevo cuerpo, hay toda una gama de cintas que se extienden a lo largo del tiempo y cuyo último gran éxito puede que sea “Ghost” de Jerry Zucker que convirtió en estrellas a su pareja protagonista Patrick Swayze y Demi Moore.


Uno de los grandes hitos de este llamado subgénero, es esta cinta realizada en plena segunda guerra mundial, y que nos cuenta una historia de amor frustrada por la muerte en acción de guerra de Pete, un piloto que al llegar al cielo se le destina a la misión de ayudar a los jóvenes pilotos que comienzan su carrera. En ese periplo verá como su antiguo amor, empieza a enamorarse del pupilo que tiene a su cargo.

 

Así a grandes rasgos es la historia ideada por  Chandler Sprague y David Boehm. Un cuento fantástico cuya principal misión debía ser el servir de consuelo y elevar la moral de la población civil que se enfrentaba a las aterradoras cifras de mortandad, a consecuencia de una guerra de dimensiones hasta entonces desconocida. Un ideal propagandístico que si hubiera sido encarado de una manera simplona, probablemente se hallaría en el limbo en que se encuentran tantos filmes producidos con esa intención. Una afirmación que también serviría para el más emblemático de los filmes clásicos de Hollywood “Casablanca”.

 

Mientras en el filme de Warner, la talentosa dupla de guionistas formada por los hermanos Epstein, lograban transformar una obra de teatro mediocre en un filme imperecedero. “Dos en el cielo” permanece en la memoria de los aficionados, en gran parte gracias al talento de Dalton Trumbo. El guionista norteamericano, había tenido anteriormente una actitud contraria a la participación de Estados Unidos en la guerra. Su novela “Johnny cogió su fusil” publicada en 1939, había sido acogida como libro de cabecera por organizaciones contrarias al intervencionismo. Simpatizante del partido comunista norteamericano (al que no llego a afiliarse hasta 1943) seguía las directrices de Moscú, que había hecho un pacto de no agresión con la Alemania nazi. En ese momento era contrario a ayudar a las democracias liberales, criticando la actitud pro británica del presidente Roosvelt. Más con la agresión nazi sobre la “Unión Soviética” empezó a cambiar de opinión, algo que se agudizó tras el ataque japonés sobre Pearl Harbor. Entonces mandó a su editor que retirara su exitosa novela del mercado, tomando parte activa en la propaganda bélica.
 


La calidad artística del guion de Trumbo, logra dar una profundidad a los personajes que los hace cercanos y complejos. Utilizando con especial sabiduría el humor con la trascendencia, logra salir exitoso de ambos, transmitiendo un mensaje de amor a la libertad que sigue conmoviendo. El tacto con que aborda las relaciones humanas, el duelo de la persona que ha perdido a su pareja y el significado del amor como sentimiento infinito, son abordados con un romanticismo diáfano que excluye en todo momento la cursilería. El combate de la solidaridad frente al egoísmo y la libertad frente a la esclavitud, se tratan de forma amena pero nítida, sin entorpecer en ningún momento una narración que se sigue con interés en todo momento.

 

Estrenada la nochebuena de 1943 en Nueva York, la cinta era una gran apuesta de Metro-Goldwyn-Mayer al contar encabezando su reparto con dos grandes estrellas del calibre de Spencer Tracy e Irene Dunne. Mientras Dunne era una extraña en los estudios de Culver City, Spencer Tracy tenía un rango en MGM solo superado por el rey “Clark Gable”, eso si nos referíamos a popularidad, porque en cuanto a prestigio Tracy era el auténtico monarca de la Metro. Protagonista absoluto de la cinta, suyas son las mejores frases, que el gran actor desliza con su habitual naturalidad. Prototipo del artista intuitivo, vuelve a darnos otra de sus habituales lecciones interpretativas sin que nos demos cuenta. A su lado palidecen el resto de los protagonistas que cierra un novel “Van Johnson” cuyo accidente automovilístico paralizó la producción de la cinta durante tres meses. Pese a que el estudio pensó en sustituirlo, la oposición de Tracy fue decisiva para que así no se cercenara la carrera de uno de los actores más populares de la MGM durante la década de los cuarenta.

 
 

Quienes están realmente espléndidos son dos grandes secundarios, cuya intervención es decisiva para el éxito del filme: Ward Bond y James Gleason. Bond, en un papel más largo de lo habitual esta magnífico como Yackey, el mecánico que es el mejor amigo de Pete. Su superior el  Teniente Coronel “Nails” es interpretado a la perfección por Gleason. También cabe destacar a Lionel Barrymore metido en la piel del jefe de los aviadores en el cielo.

 

La película fue dirigida por Victor Fleming, uno de los más avezados directores de la Metro. Fleming había demostrado su fama de director todo terreno encargándose de dos títulos tan dispares y complicados en su realización como fueron “Lo que el viento se llevó” y “El mago de Oz”. Amigo y especialista en dirigir a las dos grandes estrellas del estudio “Gable y Tracy”, con este último acababa de coincidir en la estupenda, pero mal recibida por el público, adaptación de la novela de Steinbeck “Tortilla flat”. Algo que no sucedería con “Dos en el cielo” un gran éxito que permanecería en la memoria de muchos espectadores, uno de ellos un niño que con el paso de los años se convertiría en uno de los directores más populares de la historia “Steven Spielberg”, que cuarenta y seis años después rodaría un remake de la misma con el título de “Always”.

 

P.D. En un pequeño papel aparece una bellísima Esther Williams, en uno de sus primeros papeles en el cine antes de convertirse en la sirena de la MGM. También cabría destacar la magnifica fotografía de Karl Freund, cuando con la imagen del avión entre brumas, anuncia el fatal desenlace de Pete.
 

 
 
 
 

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