viernes, 30 de mayo de 2014

Un marido rico (1942) Una comedia frenética

 

         Quizás la mejor película que rodara Preston Sturges fuera “Los viajes de Sullivan”, pero sin lugar a dudas “Un marido rico” es su título más divertido. Rodada solo unos meses después de la considerada “Obra maestra” del cineasta americano, parece como si fuera una continuación de la anterior cuando Sullivan desiste en hacer dramas, viendo lo importante que es hacer entretener a la gente. Y a decir verdad que lo consigue con esta película que para mí es la culminación del género llamado “Screwball comedy”, cuyo primer exponente puede que sea “Laughter” filmada en 1930, por Harry d´Abbadie d´Arrast.

 
         El mayor deseo de Sturges era dirigir sus propias películas. La calidad de sus guiones le hacía acreedor a ello. Por citar algunos, pudiera destacar una comedia encantadora protagonizada por Margaret Sullavan  y dirigida por William Wyller en 1935 titulada “Una chica angelical”, o el clásico navideño de Mitchell Leisen “Recuerdo de una noche” rodada en 1940 con Barbara Stanwyck y Fred McMurray en sus roles principales. Finalmente Paramount aceptó el que rodara un filme, tras venderle el guion de ese primer largometraje por la suma de un dólar. Después vendría “Navidades en julio” y “Las tres noches de Eva”, su primera película con estrellas de relumbrón: Barbara Stanwyck y Henry Fonda.
 
 
         Al igual que la misteriosa Eva, Gerry el personaje de Claudette Colbert era una mujer independiente, decidida y con las ideas muy claras, dispuesta a triunfar en la vida si para ello debía casarse. Frente a ella, su marido Tom, un inventor fracasado, intentaba infructuosamente labrarse un camino. Algo de autobiográfico tiene este personaje ya que Sturges se pasó buena parte de la década de los veinte, intentando colocar sus propios inventos.
 
 
         También en la vida real, la carrera de Colbert estaba mucho más consolidada que la de Joel McCrea. Mientras ella cobraba 150.000 dólares por la cinta, su paternaire se conformaba con ganar 60.000. Asiduo en la pantalla desde el inicio del cine sonoro, McCrea nunca alcanzo el status de estrella que sus buenas condiciones como actor y su presencia física auguraban. Por el contrario Claudette Colbert muy pronto se erigió como una de las figuras más populares del cine de su época, superando a otras mucho más bellas y exóticas.
 
         Pero la película no sería la misma sin el concurso de dos actores fundamentales para el devenir de la acción. Uno era el crooner Rudy Vallee, que había gozado de enorme popularidad a principio de los años treinta. Su programa de radio tenía una audiencia enorme (dicen las malas y las buenas lenguas que era un auténtico tirano con sus músicos, pero esa ya es otra historia) y apareció en bastantes filmes, pero pasará a la posteridad interpretando al excéntrico millonario J.D. Hackensacker III. En el papel de su hermana, la todavía más extravagante Princesa Centimillia, hizo una inusual incursión en el terreno de la comedia Mary Astor. La actriz llevaba en esto de las películas desde los 14 años y había tenido su primer papel importante en el “Don Juan” dirigida por Crosland en 1926 que supuso el primer largometraje estrenado con una banda sonora añadida. Después de su etapa Warner donde triunfó en “El halcón maltes” junto a Bogart, hizo este celebrado paréntesis en la Paramount para pasar el resto de la década en MGM, en el papel de “Matrona” junto a las estrellas juveniles del estudio.
 
         De entre todos los magníficos secundarios que pueblan la película, mi favorito es Robert Dudley que aquí interpreta al “Rey de la salchicha”, un venerable anciano que se apiada de la situación de Gerry y le da el dinero para que pueda pagar las deudas que la pareja acumula. Dudley intervino en cuatro películas de Sturges, siendo este su mejor papel. Igualmente geniales son los miembros de una sociedad de cazadores, que proporcionan el billete necesario para que Gerry pueda ir a Florida en busca de “Un marido rico”. En ese tren se producirá una de las escenas más hilarantes del filme, cuando los ebrios socios, deciden dedicarse a probar su puntería en el vagón restaurante.
 
         Muchos más son los  momentos divertidos que contiene la cinta, llevada con ritmo frenético y trufada de ingeniosos y audaces diálogos que hubo que limar para pasar la censura. Pese a ello, no pudieron truncar ésta trepidante comedia, llevada con pulso firme por un Sturges, que tuvo una corta pero espléndida carrera como director de cine. Os invito a regresar a esta elitista Florida, recreada en estudio, donde también se desarrolla otra alocada comedia, que guarda bastantes puntos de conexión con esta, “Con faldas y a lo loco”.
 
P.D. Precisamente en “Con faldas y a lo loco” el millonario “Osgood” (Joe E. Brown) comenta a Jerry (Jack Lemmon) que en su yate tiene un montón de discos de Rudy Vallee.
La canción que Rudy Vallee canta a Claudette Colbert “Goodnight Sweetheart” es un tema escrito por Ray Noble que fue uno de los mayores éxitos de Vallee.
 
 
 
 

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