martes, 27 de mayo de 2014

El señor de la guerra (1965) Por el amor de una mujer

Charlton Heston tenía una personalidad mucho más polifacética, de la que a menudo se ha dado a conocer de él. Uno de los rasgos que más suelen ocultarse del actor, es su compromiso artístico, que fue decisivo para que Welles por ejemplo, pudiera rodar su último filme en Hollywood “Sed de mal”. Si no hubiera sido gracias a su intervención, como co-productor de esta película “El señor de la guerra” es muy probable que no hubiera visto la luz.
 
A decir verdad, la obra de teatro en que se basa la película “The lovers”, había tenido una acogida muy tibia cuando se estrenó en Broadway en 1956, si exceptuamos al crítico del “New York Times” que la calificó de obra maestra. Pese a constituir el debut en el teatro neoyorquino de Joanne Woodward, no sirvió para relanzar la carrera teatral de su autor Leslie Stevens. Pero en los nueve años que distan desde su estreno como pieza dramática, a su rodaje fílmico, Stevens había logrado al fin colocarse como uno de los grandes autores de ficción de su época, no solo gracias al teatro sino al cine, donde ganó una estatuilla por su guion de ese western atípico titulado “El zurdo” y la televisión, creando la serie de culto “Rumbo a lo desconocido”.
 
 
 
 
Un medio el televisivo, donde se había forjado el director de la película Franklin J. Schaffner, quien desde 1948 empezó a innovar intentando modificar su perenne estatismo. “El señor de la guerra” es su tercer largometraje, tras las más que estimables “Rosas perdidas” con Joanne Woodward interpretando a una stripper en su decadencia y “The best man” encabezada por Henry Fonda, donde vertía en imágenes el ácido guion de Gore Vidal sobre la carrera presidencial estadounidense.
 
A decir verdad Schaffner no era la primera elección de Heston para dirigir el filme. Había apelado anteriormente a David Lean y Peter Ustinov sin éxito, más finalmente se decidió a embarcarse en esta aventura medieval. Ese mismo año acababa de rodar otros dos filmes que han pasado a la historia “El tormento y el éxtasis” y el descarnado western “Mayor Dundee” de Sam Peckinpah, rodaje lleno de conflictos que pudo llevarse a buen fin gracias a Heston que renunció a parte de su salario.
 
A diferencia de otros filmes de la época, rodados en el exterior, esta cinta se filmó en California, donde se emularon las inhóspitas marismas de Normandía, donde se desarrolla la acción. Ambientada en una época donde el feudalismo está en su punto más álgido, pese a su poca concreción histórica (se nos remite al siglo XI D.C.) consigue transmitirnos una veracidad que hasta entonces no se había visto en el cine comercial norteamericano. Alejado de pomposas recreaciones, el filme se recrea en mostrarnos con profusión de detalles la vida cotidiana en la Alta Edad Media. Para ello no solo se sirve de los naturalistas set y el magnífico y bastante fidedigno vestuario de   Vittorio Nino Novarese (Cleopatra, La historia más grande jamás contada, El tormento y el éxtasis, Cromwell) sino que intenta acercarse a la mentalidad de una época muy distinta a la nuestra.
 
 
Una de las mayores virtudes de la cinta a mi entender es el intentar ser objetiva. Huyendo de maniqueísmos de buenos y malos en virtud de procedencias, clases o religiones. Hay nobleza, traición, cobardía y valor en todos los estamentos. No se hace una exaltación idílica de las viejas tradiciones de los druidas, pero tampoco se burla de estas ni del sincero fervor cristiano del protagonista Chrysagon. A lo largo de toda la película, se intenta mantener el difícil equilibrio de narrar una historia respetando al máximo la fidelidad histórica, sin olvidar que se trata de un filme de aventuras y de amor.
 
Porque lo más hermoso de este filme es el apasionado romance entre el fatigado caballero normando y la bella campesina Bronwyn. Un amor irreflexivo y apasionado que traerá consecuencias trágicas para todos. Pero nada puede con ese sentimiento que tanto ayuda a representar la bellísima fotografía de Russell Metty y la no menos hermosa música de Jerome Moross (Horizontes de grandeza, El Cardenal).
 
Además de Heston,  quien consideró que el papel de  Chrysagon fue junto al del General Gordon (Karthoum) el mejor de su carrera, el filme se beneficia de las excelentes actuaciones de Richard Boone como el fiel Bors y Guy Stockwell interpretando a Draco el envidioso hermano del caballero. El monje que intenta tender puentes entre los nobles y los vasallos fue ofrecido a John Gielgud pero este lo rechazó y finalmente fue representado por Maurice Evans. En cambio Julie Cristie que era la primera opción de Heston para interpretar a Bronwyn fue rechazada por el estudio, la suplió una bellísima aunque un poco hierática Rosemary Forsyth. Una joven modelo canadiense que la productora Universal intentó convertir en estrella y que ese mismo año había protagonizado con James Stewart “El valle de la violencia”. Una carrera que se interrumpió por la maternidad y que ya no volvería a retomar el auge con el que comenzó.
 
 
Si aún no conocéis esta magnífica película, os invito a que viajéis durante dos horas por estas desoladas marismas, donde cabalga el noble Chrysagon, observando la inolvidable presencia de la campesina Bronwyn, que inspiró al exquisito poeta barcelonés Juan Eduardo Cirlot, unos versos de indescriptible belleza.
 
 
 
 Contemplo entre las aguas del pantano
la celeste blancura de tu cuerpo
desnuda bajo el campo de las nubes
y circundada por el verde bosque.
 
No muy lejos el mar se descompone
en las arenas grises, en las hierbas.
Manos entre las piedras con relieves
y tus ojos azules en los cielos.
 
Las alas se aproximan a las olas
perdidas en las páginas del fuego.
Bronwyn, mi corazón, y las estrellas
sobre la tierra negra y cenicienta.
 
P.D. Los frisios que son los bárbaros que invaden las marismas, son un pueblo que procedían de parte de las actuales Holanda y Alemania. Sometidos por los romanos y más tarde por los francos, vivieron un pequeño periodo de libertad que coincide con la época en que está enclavada la película.
 
 
 
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario