En el post de ayer con motivo de
hablar de la película “El congreso se
divierte”, narramos los intentos de la industria europea para hacer frente
al gigante norteamericano. Hoy volvemos nuestra mirada a esos estudios de Hollywood
que con motivo del sonido, convirtieron estos en una nueva torre de babel.
Por ser hablada por tantos millones
de personas, la lengua española acaparó muy pronto el interés de los magnates
americanos. Primero haciendo versiones en nuestro idioma de muchos de sus
títulos, para luego impulsar el nacimiento de nuevas estrellas, con argumentos
hechos expresamente para el público hispano. Así que no solo actores sino
escritores y cineastas fueron llamados a Norteamérica en ese periodo.
La productora que más impulso estas
cintas de nuevo cuño, fue la Fox Film, cuyo sistema de sonido Movietone (que
incorporaba la banda de sonido a la propia película, no como el Vitaphone de
Warner que utilizaba discos sincronizados) fue adoptado por el resto de las “Major”.
De entre todas las nuevas estrellas que surgieron, una destacó sobre las demás,
el tenor mexicano José Mojica. Dueño
de una depurada técnica que le había
hecho debutar en grandes teatros de ópera, desde finales de la década de los
veinte se había inclinado hacía la canción popular con éxitos tan importantes
como “Júrame” de su compatriota María Grever.
Su gallardo aspecto unido a su
simpatía natural, le hicieron acreedor de una exitosa carrera en el cine. Su
primera película “El precio de un beso”
fue filmada por el también en inglés, con guion de Dudley Nichols y junto al otrora galán del cine mudo Antonio Moreno, la dama era Mona Maris una actriz argentina que acompañó
a Mojica en varias de sus películas (Ladrón
de amor, El caballero de la noche, Melodía prohibida…).
Precisamente en Argentina, el mítico
cantante Carlos Gardel rodaba unos pequeños
cortos con algunas de sus canciones más famosas (Mano a mano, Rosas de otoño, Yira yira). No era la primera vez que
Gardel estaba delante de las cámaras. Ya había participado en una producción
argentina de 1917 llamada “Flor de
durazno”. Mucho había llovido desde entonces, Gardel no solo había perdido
un montón de kilos, también había conseguido el favor del público de América
latina, España y Francia. Al ver el éxito que tenían las cintas de Mojica,
decidió intervenir en un filme con argumento cosa que realizó al año siguiente
con “Las luces de Buenos Aires” filmada
en los estudios franceses de Joinville, propiedad de la Paramount.
La cinta causo furor en España, donde
la gente a modo de bis, pedía que se repitiera otra vez el tango “Tomo y obligo” momento culminante de
la película. Volvió otra vez al año siguiente donde rodó dos largometrajes
y un corto. En el más famoso de ellos “Melodía de arrabal” se volvió a
repetir el mismo suceso del bis, con el tango anti belicista “Silencio”, algo paradójico para un país
que en tres años se avocaría a una sangrienta guerra civil.
Contratado por la emisora NBC, Carlos Gardel llegaba a la cima de
su popularidad tras veintidós años de carrera profesional. Allí tras varios
contactos con la Fox, se decidió finalmente a firmar un nuevo contrato con Paramount, donde también ejercía como
productor asociado a través de la productora Éxito pictures. Las películas se filmarían en la ciudad de los
rascacielos, en los estudios que allí poseía la firma. Los estudios Astoria
(hoy en día Kauffman Astoria) habían sido utilizados para los dos primeros
filmes de Los hermanos Marx (Los cuatro
cocos, El conflicto de los Marx), el musical de Maomulian “Aplauso” una de las mejores cintas de Wellman “Las calles de la ciudad” y “El
teniente seductor” de Ernst Lubitsch entre otros. Hoy en día, modernizados
siguen siendo utilizados con asiduidad para la televisión y el cine.
Allí Carlos Gardel, junto al escritor
Alfredo Le Pera, autor de los argumentos
de sus películas y la letra de sus canciones, realizó la obra que le depararía
la inmortalidad. Las películas no eran por supuesto nada del otro jueves,
cumpliendo con su función de vehículos para promocionar las dotes canoras del “morocho”.
De las cuatro producciones rodadas
entre el verano de 1934 y la primavera
del año siguiente, “El día que me quieras” es la más cuidada de todas, con un
argumento más consistente y un ramillete de canciones que han pasado a la
posteridad. Desgraciadamente Gardel nunca la verá estrenar al fallecer en
accidente aéreo el 24 de junio de 1935. Tras el luctuoso hecho, la cinta obtuvo
un rotundo éxito y se inició una leyenda que casi ochenta años después no se ha
disipado.
P.D. La protagonista femenina del filme era la actriz
española (nacida en Pachuca, México) Rosita Moreno, que también había
protagonizado dos filmes con José Mojica, el famoso tenor que lo dejó todo para
convertirse en fraile franciscano. Haciendo de vendedor de periódicos
interviene Astor Piazzolla renovador del tango con tan sólo catorce años.
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