Hay actores que con al verlos por
primera vez en la pantalla llaman nuestra atención. Uno de ellos es Clifton Webb, cuyo afectado aspecto
casaba a la perfección con el mítico personaje de Mr. Belvedere que le reportó
la fama. Un personaje que en gran medida ha eclipsado la figura de un excelente
actor que dedicó al teatro la mayor parte de su vida. Especializado en comedias
musicales, su participación en el cine mudo, más una breve actuación en 1930,
no dejó huella.
No sería hasta 1944 interpretando al
cínico periodista Waldo Lydecker, en
la legendaria “Laura” de Otto Preminguer,
que volvería a la gran pantalla, pese a las reticencias del productor Zanuck,
que no lo veía en ese papel. Lo cierto es que fue nominado por la academia,
circunstancia que volvería a repetirse cuando encarnó con gran acierto al
acaudalado snob Elliott Templeton, en la aclamada adaptación de la novela de Somerset Maugham “El filo de la navaja”
(http://ramonnovarr.blogspot.com.es/2013/10/el-filo-de-la-navaja-1946-american-way.html)
. Tras este filme llegó su aludida creación de Lynn Belvedere en “Niñera moderna”. Su fulminante éxito
le llevo a partir de entonces a la cabecera de los repartos.
El nuevo estatus adquirido le privó
de uno de los papeles por los que hubiera pasado a la historia. El director Vincente Minnelli, pensó en el para
interpretar al megalómano productor teatral Jeffrey Cordova, en la mítica "The Band Wagon" y que finalmente
haría Jack Buchanan. Pero al ver que el auténtico protagonista del filme era Fred Astaire le hizo desistir del
proyecto y elegir este biopic sobre el famoso músico John Philip Sousa, donde
sería la principal estrella.
El impacto de la banda del músico
norteamericano en el mundo entero fue enorme. Solo basta observar los numerosos
registros sonoros que dejaron en la incipiente industria discográfica y el
número de conciertos que dieron en multitud de naciones. Hoy en día muchas de
sus marchas militares y civiles siguen en el repertorio de muchas agrupaciones
musicales. Como anécdota recordaremos el canto de los mozos en San Fermín,
celebrando los éxitos de su paisano en el Tour, al grito de “Indurain, Indurain”
con la pegadiza melodía de “Barras y estrellas de Sousa”.
Lamar Trotti,
uno de los mejores profesionales de Hollywood se encargó del guion, el último
que escribió ya que fallecería ese mismo año. En un tono de comedia, describe
los aspectos más extravagantes de Sousa, pensando en el lucimiento de Webb.
Sólo la parte final tiene un contenido más dramático, centrado en la guerra con
España por la posesión de Cuba en 1898, donde la banda de Sousa fue una eficaz
arma de propaganda. Este último episodio debió de ser la causa por la que no se
estrenara el filme en nuestro país, cuya censura dictatorial estaba obsesionado
con cualquier mensaje que pudiera empañar nuestra “brillante historia”.
Como dato curioso añadiré que Sousa
era un notorio masón, aunque creo que este último detalle lo desconocieran los
censores. También que el padre de Sousa, Juan Antonio nació en Sevilla, hijo de
portugueses huyendo de los tumultos de 1821, y que una de las marchas del
director se llama precisamente “La flor
de Sevilla”. Su banda actuó en la península y en las exóticas por entonces “Islas
Canarias”.
Una música orquestada
maravillosamente por Alfred Newman,
da realce a esta divertida comedia, que se ve con agrado y me sirve para recordar
a uno de los actores más singulares de todos los tiempos, el gran Clifton Webb.
P.D. En el reparto intervienen la bellísima Debra Paget y un
casi novel Robert Wagner.
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