sábado, 29 de marzo de 2014

The red dance (1928) Homenaje a Dolores del Río, Primera parte: En el cine mudo

 

Tortura a los hombres, porque se atreven a pensar.

Azota sus cuerpos para matar sus almas,

Alimenta los palacios con la carne de estos muertos vivientes.

Pero llegará el día en que correrán como ratas, cuando esos que ahora sufren obtengan su venganza.

Así responde Tasia, a los crueles carceleros que tienen encerrado a su padre, acusado del delito de enseñar a leer a los campesinos. Cuando regresa a la humilde granja donde convive con unos vecinos, a cambio del duro trabajo en el campo, deciden darle matrimonio con un rudo hombre maduro, cuando ella se resiste, la matriarca empieza a darle latigazos, pero la llegada del apuesto Gran Duque Eugen  detiene el castigo. El aristócrata se halla en esa provincia, comisionado por el Zar, que le ha mandado casarse con una noble local. El turbio motivo de su salida de la corte, es motivado por el astuto Rasputín que con oficiales del ejército, conspiran a favor del enemigo, para su propio beneficio, cuando Eugen está a punto de descubrir el complot se valen de la influencia del monje con la zarina, para alejarle de Petrogrado.
 
Así comienza este fantástico filme de Raoul Walsh hecho a mayor gloria de la estrella mexicana Dolores del Río. La intérprete azteca había llegado a Hollywood junto a su marido que pretendía ser guionista y del que ella tomó su apellido. Mientras él quedaba en el ostracismo la carrera de Dolores iba en progresión, desde el espectacular éxito de “What price glory?“, dirigida por Walsh y una de las primeras cintas en utilizar el sonido sincronizado, popularizando el tema “Charmaine” nombre de la campesina francesa a quien daba vida Dolores y por quien suspiraban los soldados interpretados por Edmund Lowe y Victor McLaguen.
Muchos achacaban su fulgurante carrera a la  mediación del productor Edwin Carewe, que se convirtió en su amante y produjo y dirigió varias de las mejores cintas de Dolores del Río. Lo cierto es que esta mujer de bellísima faz y exquisitas proporciones, supo adecuarse a todo tipo de papeles en el crucial periodo de finales del cine mudo, cuando el sonido sincronizado acaba por ser el complemento perfecto, a una narrativa fluida y precisa. Una época donde se podría destacar también su extrovertida y sensual encarnación de la mítica Carmen, a las órdenes nuevamente de Walsh. Cuando rueda esta su tercera colaboración, Dolores se halla en la cúspide de la fama tras rodar junto a su mentor “Ramona” donde interpretaba a una joven india, el vals del mismo título en su voz vendió miles de discos y fue interpretados por artistas de todo el mundo y en multitud de idiomas, en español fueron muy populares las versiones de Carlos Gardel y Marcos Redondo.
 
 
“La danza roja” título original del filme, me cautivo de principio a fin, con un ritmo trepidante y una utilización de cámara admirable. El argumento de la cinta se basaba en una novela de  Henry Leyford Gates, quien también era autor de la novela en que estaba basado el primer filme donde tenía un papel destacado “La muñequita millonaria”. Rodada con amplios medios, magnífico vestuario y numerosos extras, cuenta con magníficas interpretaciones tanto de Dolores como del galán Charles Farrell y el hosco pero finalmente noble revolucionario, interpretado por el grandullón Ivan Linow , uno de tantos actores que vieron caer su carrera en picado con el advenimiento del sonoro.
 
 
No es el caso de nuestra exquisita actriz, pero como se suele decir, esa ya es otra historia, a la que volveremos muy pronto con un segundo homenaje, a la etapa sonora de Dolores Del Río en Hollywood, de momento le dedico con toda mi admiración este modesto homenaje, a la gran actriz mexicana en su momento de máximo esplendor.
 
 
 

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