Cuando hablamos de las excelencias
del cine de Buster Keaton, por lo
general aludimos a sus maravillosos largometrajes, que en una porción muy breve
de tiempo le auparon como uno de los grandes genios del cine. Contemporáneo de
otros dos grandes como Chaplin y Lloyd,
la actividad de Keaton fue superior a las de sus rivales rodando exceptuando el
año 1927, una media de dos cintas de larga duración en el periodo que va de
1923 a 1928.
Cuando rueda este cortometraje sus
apariciones en la gran pantalla se sitúan en la treintena. Iniciado en el mundo
del cine por el gran Roscoe 'Fatty'
Arbuckle, había ido desarrollando una personalidad definida que le
diferenciaba del resto de los payasos del cine mudo. Rodada en 1922 tan sólo un
año antes de su definitivo asalto a los largometrajes, Las relaciones con mi
mujer (1922) es uno de los más divertidos y ácidos cortometrajes por el filmado.
El hilarante argumento comienza con una oronda mujer irlandesa que culpa
falsamente a Buster de haberle roto el cristal de su escaparate. Cuando son
conducidos a un juez de paz polaco que desconoce el idioma de la demandante,
entiende que lo que necesitan es casarse. Fruto de esa confusión Keaton se
encuentra casado no sólo con su fea y mandona esposa, sino con una pandilla de
cuñados facinerosos que le hacen la vida imposible. Pero la situación cambia
diametralmente cuando descubren que es el heredero de una importante fortuna.
Esta divertida y amarga reflexión de
la vida matrimonial, fue por desgracia un precedente de la futura convivencia
con su esposa. Una pequeña obra maestra de gags sencillos y magistrales que
hacen presagiar al mejor Buster que ya estaba por venir.
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