Cuando uno piensa
cinematográficamente en “El rapto de las
sabinas” le viene a la mente la viril figura de Howard Keel contándoles la leyenda a sus hermanos, en el mítico
musical de Stanley Donen. El rapto del que vamos a hablar hoy es mucho más
modesto, rodado con exiguos medios, en los mismos escenarios que acababa de
utilizar Rossellini en su mítica “Roma
ciudad abierta”, esta modesta producción era la primera cinta que protagonizaba
Totó después de la guerra.
Antonio de Curtis, nacido en 1898 en
Nápoles, luchó durante buena parte de su vida porque fueran reconocidos sus
derechos de nobleza. En 1946 al fin le son reconocidos una larga letanía de
títulos comenzado por el de Príncipe de Bizancio, pero el más importante de
todos es el de “Príncipe de la risa” que le brindará el aplauso del público.
Desde comienzos de los años treinta es la gran figura de las variedades italianas,
donde sus espectáculos obtienen un éxito rotundo.
Distinta es su suerte con el
cinematógrafo, donde no acaba de encontrar su lugar. Uno de sus mejores intentos
antes de la gran repercusión de “I due
orfanelli”, es esta simpática cinta de Mario
Bonard , un director todo terreno, que
llevaba treinta años en el oficio.
Rememorando su época de juventud,
aquí Totó interpreta al profesor Aristide Tromboni, director de una compañía de
teatro itinerante, que recorre las provincias intentando saciar el hambre. La
oportunidad les llegará cuando Totó visitando a las fuerzas vivas de la ciudad,
haciendo propaganda para que vengan a ver la función, conoce al profesor
Molmenti (Carlo Campanini)
que acaba de escribir un drama sobre la famosa leyenda.
Gracias a sus dotes de persuasión y
ayudado por la criada (Clelia Matania)
que está secretamente enamorada del profesor, se pondrá en marcha el montaje de
la obra, lo que proporcionará que los pobres actores puedan comer regularmente,
cosa poco habitual. Este particular “Viaje a ninguna parte” en compañía del
genial Totó, no será ninguna obra maestra, pero contiene escenas en las que el
mítico cómico italiano, ofrece lo mejor de si mismo. También sirve para
recordar a la simpática Clelia Matania, una actriz de gran espontaneidad que no
tuvo la carrera que su talento merecía. No fue el caso del sin par Totó, que
acabó dejando el teatro por el nuevo medio cinematográfico, siendo dirigido por
los más prestigiosos realizadores, pero eso ya es otra historia.
P.D. Totó además de actor fue poeta y autor de muchas
canciones napolitanas, de las cuales “Malafemmena” alcanzó gran repercusión. La
cinta fue remontada y reestrenada en 1950, cuando Totó era una estrella con el
título de “El profesor Tromboni”, siendo esta la copia que actualmente existe
de la película ya que el negativo de la película original de 1945 se halla
desaparecido.
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