Enrique Jardiel Poncela, es uno de mis
escritores preferidos. Conocido fundamentalmente por su obra dramática,
aún me parece más interesante su corta
pero intensa trayectoria como novelista. Desgraciadamente la amputación que
sufrieron sus novelas, tras la guerra civil por la censura gubernamental,
impidieron que se trasladara al cine el lado más trasgresor del escritor
madrileño.
Mientras que
durante la dictadura, sus piezas teatrales fueron adaptadas casi en su
totalidad para el cine, en algunos casos con diferentes versiones, es una pena
que una vez eliminada la castrante censura, ningún cineasta se haya interesado
por él. Quizás algún día llegue la oportunidad de ver en la gran pantalla “Amor se escribe con hache”, “Espérame en
Siberia vida mía”, “¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes”, o la surrealista
“La tournee de Dios”, la última y más desesperanzada de sus novelas.
Como apunté al
comienzo de esta entrada, son numerosísimas las adaptaciones de sus obras de
teatro realizadas para el cine. Pero sin duda la mejor es “Eloísa está debajo de un almendro” estrenada en el año 1940 y
llevada al cine tres años más tarde por Rafael
Gil. La mano del director y guionista se nota en el cuidado que puso en la
adaptación de la obra de Jardiel, para acentuar los momentos cómicos y de
intriga que la obra posee. Respetando en todo momento la historia original, usa
todas las posibilidades que le ofrece el medio cinematográfico, para
presentárnosla del modo más atractivo. Para dar una mayor unidad a la narración
suprimió el prólogo de la obra, que curiosamente se desarrolla en un cine de
barrio, sustituyéndolo por la llegada de Fernando, protagonista principal, a la
antigua casa familiar, algo que en la pieza teatral se contaba a través de los
diálogos.
“Eloísa está
debajo de un almendro” supuso además la primera de las tres grandes cintas que
rodarían juntos Amparo Rivelles, Rafael Durán y Rafael Gil. Las otras
dos serian “El clavo” (http://ramonnovarr.blogspot.com.es/2013/11/el-clavo-1944-amparo-rivelles-que-estas.html)
y “La fe” basada en la obra de Armando Palacio Valdés. Ambos actores
habían alcanzado la fama gracias a las parejas formadas junto a Alfredo Mayo (Malvaloca, Un caballero
famoso, Deliciosamente tontos) y Josita Hernán (La tonta del bote, Ella él y
sus millones, Pimentilla) respectivamente.
Junto a las
dos grandes estrellas cabe destacar a los siempre maravillosos actores
secundarios. Guadalupe Muñoz Sampedro
que ya actuó en el estreno teatral, un genial Juan Espantaleón como el anacoreta Edgardo, recluido durante años
en su cama, en la que todas las noches cree realizar un viaje por tren, ante
los estupefactos criados. Estimables son las actuaciones de Alberto Romea, Juan Calvo, José Prado y
tantos otros.
Todos pusieron
su grano de arena, para llevar al cine con gran acierto este gran texto de
Jardiel. Un autor que sigue siendo demasiado desconocido, como lo son muchas de
las películas rodadas en España entre 1920 y 1960, donde os aseguro que se
encuentran grandes joyas. Una de ellas es sin duda, esta adaptación de la obra
de Jardiel al que van dedicadas estas modestas palabras.
P.D. Amparo Rivelles ya había
protagonizada otra cinta basada en una obra de Jardiel Poncela. “Los ladrones somos gente honrada” con
Manuel Luna dirigida por Iquino en 1942.
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