El drama del
alcoholismo, ha sido retratado por el cine en numerosas ocasiones. Los títulos
de referencia que están en la mente de los buenos aficionados son “Días sin huella” de Billy Wilder y “Días
de vino y rosas” de Blake Edwards. Lo que no debe hacernos olvidar, otros
títulos sobresalientes, como el que hoy comentamos.
La cinta está
basada en una obra de Clifford Odets,
estrenada en 1950. Odets que empezó siendo actor de teatro, fue un escritor muy
ligado al cine, interviniendo en el guión de “Humoresque” cinta a mayor gloria de Joan Crawford y redactó las
escenas de amor de “Encadenados”
obra maestra de Hitchcock. “The country girl” título de la pieza teatral y asimismo original del filme, fue representada 235
veces y fue galardonada con dos Tonys los oscar del teatro americano.
Algo especial
tiene que tener esta “chica de campo” cuando ha propiciado el que tanto en el
teatro como en el cine, obtuviera el premio a la mejor actriz. En las tablas lo
ganó Uta Hagen, un nombre
emblemático del teatro norteamericano. Vetada en el cine por su relación con el
liberal afro-americano Paul Robeson,
tuvo una de las más prestigiosas carreras teatrales. Trece años después
volvería a ganar el Tony, por su interpretación de Martha en “¿Quién teme a Wirginia Woolf? Que curiosamente también le proporcionaría su
segundo oscar a Liz Taylor.
El director de
la cinta, George Seaton, tiene una
biografía de lo más variopinta. Atraído desde niño por el mundo del
espectáculo, su primer momento de gloria fue interpretando en las ondas
radiofónicas al popular “Llanero
solitario”. El característico grito de este: Hi-yo silver, fue fruto de la
incapacidad de Seaton para silbar. Dos años después contratado por Irving Thalberg para el equipo de
guionistas de MGM, contribuyó decisivamente en elaborar los magníficos gags de “Una noche en la ópera” y “Un día en las
carreras” las películas más taquilleras de los hermanos Marx.
Posteriormente en la Fox, lograría la nominación al oscar por “La canción de Bernadette”, poco
después empezó a dirigir películas entre las que destacaría “De ilusión también se vive” uno de los
grandes clásicos del cine navideño, con la que ganaría su primer oscar al mejor
guion. Triunfo que repetiría al adaptar esta “Angustia de vivir”.
En la obra original
el papel del alcohólico Frank Eglin fue interpretado por Paul Kelly, especialista en hacer de hombre duro en muchas cintas
clásicas. Al trasladarse al cine el personaje se convirtió en cantante, ya que
sería Bing Crosby quien lo encarnara. Crosby que ya había sido dirigido por
Seaton un año antes en “El niño perdido”,
logra la mejor interpretación de su ya larga carrera. Otro veterano que estaba
en el mejor momento era William Holden,
aquí realiza un estupendo trabajo como Bernie Dodd, un director teatral que intentará
sacar al en otro tiempo popular cantante del ostracismo. Cuando Frank achaca a
su esposa todos sus problemas decide conocerla personalmente.
Despojada de
todo glamour, Grace Kelly encarna a Georgie, una mujer sencilla que intenta
infructuosamente salvar a su esposo de
las garras del alcoholismo. Pese a su breve trayectoria, se alzó con el oscar
ganador por su conmovedora interpretación. Una decisión que hoy todavía produce
controversia, debido a que Judy Garland
competía con su papel en “Ha nacido una
estrella”.
Con estos
estupendos mimbres, está construida esta excelente película, que pese a ser muy
popular en su tiempo, el paso de los años la ha ido dejando inexplicablemente
en el olvido. Un título que merece ser reivindicado, para el gozo y disfrute de
los degustadores de buen cine.
P.D. Paul Kelly fue una estrella
infantil en el periodo del cine mudo. Pasó dos años en la prisión de San
Quintín acusado de homicidio, tras una pelea. Cuando salió de la cárcel, Kelly
se casó con la mujer del fallecido.
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